Sólo cuatro toros de la temible ganadería de Miura se lidiaron esta tarde en la segunda corrida de la Feria de Bilbao, donde dos de los titulares fueron devueltos por flojos, en una tarde en la que brillaron el arrojo de Juan José Padilla y Rafael Rubio "Rafaelillo", así como la serenidad de Raúl Velasco, que sustituía a Serafín Marín.

El clima adverso de esta tarde, que contrastó con el calorón de ayer, quizá incidió negativamente en la entrada que registró el coso, que apenas cubrió dos tercios de un aforo que sobrepasa las 18 mil localidades. Y el público que asistió apenas y tuvo opción de entretenerse, pues los toros sevillanos dejaron mucho que desear.

Sobresalió la solvencia de Juan José Padilla delante del cuarto, al que le robó pases de mérito, aprovechando que el toro se desplazaba con cierto recorrido, en una faena variada y dinámica que remató de una estocada de toma y daca en la que salió con un varetazo en el costado derecho.

El jerezano agradeció una cariñosa ovación en el tercio y se quedó con ganas de más, lo mismo que la afición bilbaína que podrá volver a verlo en el cierro del ciclo, con otra corrida dura del hierro de Victorino Martín.

Delante del toro que abrió plaza hizo una faena breve, pero entonada, dada la sosería del miura al que despenó de una estocada entera, un tanto desprendida.

Si Rafaelillo no pasó fatigas para despachar al deslucido sobrero de La Campana que salió en segundo lugar, sí que sudó la ropa con el quinto, un marrajo del hierro de Miura al que tuvo que tragar mucho. Y no se salvó el murciano de ser empitonado de fea manera por detrás del muslo derecho, afortunadamente sin demasiadas consecuencias, pues sólo sacó un varetazo en esa región de la pierna.

Aquella fue una faena de esas con sabor antiguo y completamente a la defensiva, en la que se demostró, una vez más, que este encaste tan especial hay que saberlo torear y estar muy alerta a sus reacciones durante la lidia. La estocada final, que también mantuvo la angustia del público, no fue suficiente, y de haber estado un poco más fino con los aceros quizá hubiera cortado una valiosa oreja.

Raúl Velasco, homónimo del popular animador de la televisión mexicana, que vino a torear a Monterrey hace muchos años, dentro del Encuentro Mundial de Novilleros, volvió a enseñar que conoce el oficio. y aunque torea muy poco, se dejó sentir como un torero enterado.

Sin embargo, las nulas posibilidades de lucimiento de los dos ejemplares de su lote, un primer Miura que fue soso, y un sobrero del Marqués de Domecq que se defendió mucho, no le permitieron enseñar del todo su estilo. A éste último lo mató de una certera estocada y al final escuchó palmas de aliento.