El puerto de Huelva volvió a vibrar como en sus mejores épocas, y al conjuro del nombre de José Tomás, la plaza de toros "La Merced" lució repleta y envuelta en una gran expectación, en la primera corrida del torero madrileño en un coso de Andalucía, durante su breve campaña de retorno a los ruedos.

La gente recibió a José Tomás con una cariñosa ovación, que recogió en las rayas del tercio, y a partir de entonces la comunión con el de Galagapar rayó a gran nivel y tuvo uno de sus pasajes más emotivos cuando toreó por chicuelinas, con el compás abierto, y encajado de riñones, tal y como lo hizo en Valencia el pasado 23 de julio.

Habrá que buscarle nombre a esta variante del lance de Chicuelo, pues nunca antes se habia visto y ahora parece que José Tomás pretende prodigarlo con un sello especial.

Y si este momento del festejo cautivó al público, por lo ajustado del quite, también la faena mantuvo el interés, sobre todo cuando un cantaor espontáneo se arrancó a cantar una cuantas estrofas de un fandango que sorprendió a todos y causó cierta división de opiniones.

Un poco después, el torero fue alcanzado violentamente por el toro, que le propinó una fuerte voltereta al meterle el pitón por la chaquetilla. Fiel a su costumbre, José Tomás se levantó sin mirarse la ropa para rematar una faena en la que brilló su toreo al natural. Mató de una estocada entera, de buena ejecución, y le concedieron una merecida oreja que paseó sonriente en la vuelta al ruedo.

En el quinto volvió a estrujar a al gente toreando con el capote, en unos mecidos lances a pies juntos que remató con dos medias verónica de cartel. Y así, otra vez con el ambiente muy caldeado, prosiguió con su peculiar tauromaquia en otra faena con distintos matices delante de un toro que arrollaba con la cara alta.

José Tomás intentó someterlo por abajo para tratar de corregir este punto de violencia, cuando otra vez, la voz del cantaor apareció nuevamente en el tendido de forma breve, y su atrevimiento levantó algunos pitos. El toro nunca se entregó y el torero buscó estar alerta con aquella embestida tan incómoda a la que condujo en naturales de buen trazo, que adornó con un par de molinetes, en un sano afán de hacerle faena y agradar al público. Y así brotó un toreo en redondo con enjundia, que remató con un gran pase de pecho y desbordó la pasión en el tendido.

Y otra vez, como en Valencia, toreó por manoletinas con el compás abierto y el pecho por delante, en otra variante de aquel pase al que su ídolo, el Monstruo de Córdoba, dejó para la historia. A la hora de matar señaló un pinchazo porque el toro se tapó, y terminó dándole muerte mediante un golpe de descabello, ya cuando el clamor de la gente se había enfriado. Hubo una petición minoritaria de oreja, pero sí una fuerte ovación que saludó en el tercio.

Daniel Luque se gustó mucho en una actuación importante, emulando así la actitud del mexicano Arturo Saldívar, que en Valencia salió a hacer lo suyo y no se acomplejó ante José Tomás. El de Gerena trazó una primera faena de mucha valía, pues toreó con empaque y seguridad. Los detalles y los adornos del trasteo fueron de auténtico lujo, y como mató de manera eficaz cortó un apéndice.

En el sexto, que quizá debió ser devuelto por flojo y descordinado, intentó torearlo con temple y suavidad para encauzar tan descompuestas embestidas, con un deseo de auténtico profesional que no se desesperó nunca, sino que le buscó las vueltas al toro hasta sacarle agua a una piedra. Y la gente entendió bien esta disposición, antes de colocar un metisca debido a que el toro se puso gazapón y fue difícil matarlo al primer encuentro.

Emilio Silvera, que celebraba 25 años de alternativa, estuvo entonado delante de un lote que ofreció pocas posibilidades de lucimiento por su falta de casta y fuerza.

El veterano diestro onubense destacó más en su faena al cuarto, en el que soprendió el banderillero Manuel Jesús de María, que clavó un inesperado par al quiebro que puso de pie a la gente. Este detalle estuvo dedicado a la memoria del padre de su matador, ya fallecido.

Minutos después, el trasteo del torero local discurrió entre aclamaciones de sus paisanos, que lo apoyaron en todo momento ante un toro con el que no encontró acoplamiento. Y aunque no consiguió redondear del todo, dejó buenas sensaciones, si se considera que desde hace algunos años a la fecha, el número de sus corridas se ha visto disminuido y evidenció poco sitio.