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La actuación de Garibay ante la prensa española

Lunes, 23 May 2011    México, D.F.    Redacción | Foto: De Labra   
Un día después de su actuación en Las Ventas de Madrid

En la siguiente información reunimos algunos de los comentarios que la prensa española ha vertido esta mañana en los distintos diarios más importantes, acerca de la actuación del matador Ignacio Garibay de ayer en las plaza de Las Ventas de Madrid.

El País: "Una cornada de despropósitos" (Antonio Lorca)

¡Muchacho, el muerto -la noticia-, en primera línea!, decían los viejos redactores jefes con el lápiz en la oreja. Pues ahí va: el legendario hierro de Pablo Romero cosechó ayer un fracaso de los gordos. No pudo completar la corrida, devolvieron a los corrales el segundo y los cuatro restantes compusieron un rosario de mansedumbre, de falta de casta, de asperezas y mala condición. Ni siquiera, un toro guapo. Y la guinda, el cuarto, una mole de 672 kilos de peso, un tanque de carne, regordío, feo, con hechuras de bisonte, manso de libro y de tan mala condición, que, a la postre, mandó a la enfermería al mexicano Ignacio Garibay.

"Vaya regalo, por cierto, que le hicieron a este torero: volver a España después de varios años de ausencia para matar en Madrid la corrida de Partido de Resina. Como para estar agradecido...

"¿Quién decidiría embarcar a ese cuarto? ¿Qué criterios seguiría el equipo veterinario para su aprobación? No hay que ser un lince para adivinar que estaba conformado para no embestir. Asunto distinto fue su lidia. No era fácil darle un capotazo, desde luego, pero dio la impresión de que la cuadrilla y el propio Garibay desistieron de su responsabilidad. El toro campó a sus anchas por el ruedo, entró hasta seis veces en los dos caballos de turno de los que siempre salió en estampida, y llegó a la muleta convertido en el dueño de redondel. No se arredró el mexicano y no le faltaron arrestos para doblarse por bajo con suficiencia y pasarlo, despegado siempre, sin perderle la cara. El que no perdía punta de lo que ocurría a su alrededor era el toro, siempre con la cara alta, y miradas poco amistosas. Hasta que lo empitonó por la pierna derecha y lo rebañó en el suelo con sus astifinos pitones. Con el muslo atravesado, aún tuvo valor el torero para mantenerse en el ruedo hasta darle muerte, lo que dice mucho de su vergüenza torera. Pero, en el fondo, un gran despropósito. Lo menos que podía ocurrir con esa mole de toro era lo que ocurrió.

"Hubo, sin embargo, dos toros nobles, justo los dos que remendaron la corrida; el primero, de Nazario Ibáñez, de bonito pelaje, muy blando de remos, llegó al tercio final con una embestida suave y templada que permitió a Garibay lucirse en dos tandas de derechazos, muy bien trazadas y ligadas, que dejaron el recuerdo de un torero de buen corte, de sabor y torería".

El Mundo: "Garibay, herido grave" (Zabala de la Serna)

Garibay
estuvo muy torero con el primero de Nazario, muy montado, cuesta arriba, atacado por delante. Sin embargo por el derecho se dejó en la muleta y descolgó más de lo esperado, aun sin el empuje final. El torero mexicano estuvo hecho un tío con una mole de casi 700 kilos. De caballo a caballo la bestia. Parecía aquello la caza de Moby Dick. Embestía con todo. Sólo ponerse delante era pavoroso. Encima se arrancaba al pecho. Con una fuerza tremebunda. El volteretón a Garibay sonó a huesos rotos. Casi lo saca de la plaza. La cornada asomaba en el muslo derecho. Pasó su pie a la enfermería. Allí le esperó su amigo Alejandro Talavante. Y los médicos, obviamente".

ABC: "Herido Ignacio Garibay" (Andrés Amorós)

El de Pablo Romero es un encaste definidísimo: toros de hermosa presencia, serios, proporcionados, cárdenos. Como indica André Viard, Pablo Romero encarnaba la autenticidad de la Fiesta. Fueron predilectos de los grandes toreros: de Joselito el Gallo (mató casi cien), Domingo Ortega, Manolete, Antonio Ordóñez, Paco Camino, Paquirri... Vinieron luego años duros, con falta de fuerzas y muchas caídas. Se han lidiado últimamente corridas esperanzadoras en Madrid, en Zaragoza... ¿Se confirmará hoy la recuperación? Por desgracia, no ha sido así: toros francamente complicados, mansos y peligrosos.

"Ignacio Garibay se muestra toda la tarde digno y con oficio. El primero, de Nazario Ibáñez, es muy flojo. Aunque lo lleva templadito, se derrumba. Consigue algunos derechazos de mano baja, asentado y firme. Prolonga la faena y mata mal.

"El cuarto pesa 672 kilos, es abierto de pitones: ¡un tío! Lo ovacionan de salida pero mansea claramente, barbea las tablas. Huyendo, recibe seis picotazos. No se amilana Ignacio, lidia con oficio pero el toro va con la cara muy alta; en un arreón, lo voltea y se ceba con él. Hasta acabar con el toro, no pasa por su pie a la enfermería: hemos vivido el lado más áspero de la Fiesta".

La Razón: "El mexicano Garibay cae herido" (Patricia Navarro)

"El mastodonte manseó de salida, barbeó cuanto quiso, armó un caos en varas y dispuesto al jaleo, a pesar de que Garibay, perdón que no lo había contado todavía, la prenda había tocado en suerte al torero mexicano Garibay, a pesar de que Garibay brindó a César Rincón, y nos vino el olor de las puertas grandes de hace veinte años... Nada nos alejó más de aquella realidad. El mastodonte se hartó de mirar al torero, de probarle el valor, con los pitones que tenía por delante era como para tener la boca seca desde verle salir por toriles. El mexicano estuvo valeroso y por encima de la situación, pero el de Partido de Resina, maldito toro, no le perdonó y en una de ésas, le lanzó por el aire, qué sé yo, metro y medio, y en el suelo, hizo por él también.

"Cornada en el muslo y varias piezas dentales... el panorama era desgarrador, pero el tío se mantuvo en el ruedo, como sólo un torero es capaz de hacer con el cuerpo herido. Con el primero, de Nazario Ibáñez, que se dejó más y en otro son, tiró de temple y dejó el gusto de volver a verlo, con otra divisa, por favor".

ABC: "Herido Ignacio Garibay" (Andrés Amorós)

"Ignacio Garibay
se muestra toda la tarde digno y con oficio. El primero, de Nazario Ibáñez, es muy flojo. Aunque lo lleva templadito, se derrumba. Consigue algunos derechazos de mano baja, asentado y firme. Prolonga la faena y mata mal.

"El cuarto pesa 672 kilos, es abierto de pitones: ¡un tío! Lo ovacionan de salida pero mansea claramente, barbea las tablas. Huyendo, recibe seis picotazos. No se amilana Ignacio, lidia con oficio pero el toro va con la cara muy alta; en un arreón, lo voltea y se ceba con él. Hasta acabar con el toro, no pasa por su pie a la enfermería: hemos vivido el lado más áspero de la Fiesta"

La Gaceta: Heróico el catalán Serafín Marín:

La espectacular estampa del primer toro confundió a muchos por creer que era de Pablo Romero. Distraído para empezar, apretador en varas y hasta recargador aunque saliendo suelto y presto, no obstante muy flojo de remos en la muleta, hasta el punto de echarse tras uno de los todavía escasos pases que le dio de entrada Ignacio Garibay, quien, tras abrir al toro, consiguió que pasara por el lado derecho. Ignacio aprovechó la nobleza del toro por el lado derecho y la faena tomó cierto vuelo. También se dejó algo el toro al natural y el mexicano pudo estirarse y adornarse en buen torero. El pinchazo y el bajonazo ensuciaron lo anterior.

"Por bajo rodilla en tierra empezó Garibay su segunda faena ante el imponentísimo cuarto, ya de Pablo Romero, y de nuevo dignísimo y elegante en sus maneras al intentar torear con la mano derecha pese a lo corto del animal que, para colmo, miró mucho al espada azteca. En una de las terribles miradas vio al torero, se fue para él y lo cogió de lleno, afortunadamente sin graves consecuencias. Naturalmente, quiso matar enseguida, pero tardó en lograrlo con el descabello".

 


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