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Lorenzo y Paola tocan pelo en Querétaro (fotos)

Sábado, 14 May 2011    Querétaro, Qro.    Raúl Magos | Foto: Donaciano Botello          
En la novillada de esta tarde en la "Santa María"

Hoy recordé la primera vez que fuiste conmigo a un festejo taurino. Fue una novillada. Así como hoy, pero en un día lluvioso.

Y hoy, que no fue posible que vieras conmigo la novillada en la plaza Santa María, imagino lo que habríamos platicado durante el festejo, un tanto acerca de las varias preguntas que me haces, en el ánimo de interesarte en conocer más aspectos de esta apasionante afición que quieres compartir conmigo, y otro tanto en lo que desde mi muy particular punto de vista percibo durante el desarrollo de la lidia.

Imagino que lo primero que habríamos hecho sería mencionar la entrada, que en esta ocasión lamentablemente no fue muy copiosa… claro, luego vendría el clásico análisis de las causas, y supongo me tiraría a largar tela, como se dice en el argot.

Ya entrados en el devenir de la novillada, supongo que lo más evidente en el primero del lote de Lorenzo Garza Gaona, fue la justeza de fuerzas que demostró durante su lidia. Al ver el voluntarioso quite por gaoneras tras el puyazo, te habría platicado el nombre del quite y la relación que tiene con el ilustre segundo apellido de Lorenzo, además que su primer apellido, que le viene de su abuelo, también le convierte en continuador de un linaje importantísimo dentro de la tauromaquia.

Habrías notado la respuesta de la gente, que estuvo predispuesta desde el inicio con los novilleros, en la serie más lucida de naturales –acaso la única- que Lorenzo cuajó y en la que el novillo cumplió al ser toreado en la distancia precisa, mostrando voluntad de embestir a pesar de su fuerza justa. Tras la estocada tendidísima, el pinchazo y la entera, delantera y caída con que terminó la faena, quién sabe si te hubieras unido a las palmas que le tributó la gente tras un aviso.

Igualmente no se si hubieras concordado en la concesión de la oreja que paseó tras la lidia del segundo de su lote. Tras el esforzado -y deslucido- quite por gaoneras, en el último tercio te hubiese comentado que el novillo resultaba áspero, y seguramente habrías asentido al ver cómo llevaba suelta la cabeza. Quién sabe si no te hubieras desesperado un poco al ver un muletazo tras otro sin solución de continuidad, viendo al novillo dueño de la situación al no sentirse sometido… y te habrías sorprendido al ver algunas personas del tendido de sol desgañitarse tras una serie de muletazos en las postrimerías de la faena –ya muy avanzado el tiempo-, además de un epílogo por voluntariosas manoletinas, que mira por dónde, precedieron a una media estocada en buen sitio que obró la petición de oreja.

Además de un aviso, el palco dio la oreja, considerando no se si la serie del final –muy final-, los gritos del tendido de sol, el medio espadazo… o quién sabe. Las palmas que se escucharon en el arrastre, por parte de algunos aficionados, supongo que habríamos concluido que fueron como una especie de reconocimiento al novillo porque se mostró por encima de la lidia que recibió.

De la actuación de Paola San Román, no se si estarías de acuerdo en resumirla en una muestra de sitio, conexión con el tendido, mucho valor, un par de naturales de cartel, y algunas actitudes que quizás esperaríamos que alguien de su entorno vio y, como diría Juncal -el entrañable personaje interpretado por Paco Rabal-, “tomó nota” de ellas para prestarles atención.

Hubieras visto el valor que le echó en la larga cambiada de rodillas con que recibió a su primero, el buen gusto con que le fue caminando al novillo en las verónicas y el garboso remate de la media con que rubricó su saludo con el capote.

Probablemente te habría comentado la condición que mostró el novillo al hacerle Paola el quite por chicuelinas, cuando le golpeó y estuvo a punto de llevársela, ya que el de Carranco le avisó lo que vendría por el pitón derecho en el último tercio, que fue una embestida exigente, revolviéndose en un palmo, y que a la vez también dejaría patente que Paola no se arredra fácilmente. Buena virtud. Lo malo, claro, que estuvo fatal con la espada, salvándose in extremis del tercer aviso, lo que de cualquier manera no impidió que la gente le animara al irse a la barrera.

Quizás me hubieras preguntado porqué decidió su administración regalar un novillo –ya vez que a veces se pone de moda-, después de que no se terminó de ver al rebrincado cuarto de la tarde, al que Paola despachó casi de inmediato, y eficazmente, de un pinchazo y un espadazo algo caído y delantero.

Y por supuesto, la siguiente pregunta hubiera sido sobre la presencia del de regalo, que desentonaba con el trapío y hechuras de los otros novillos.

Tras la clásica discusión de porqué pasan estas cosas, habrías visto cómo el de Guanamé le ofrecía complicaciones a Paola -que se llevó más de un golpe-, y que aunque se echó en falta alguien que le infundiera calma para que estructura su faena, ello no impidió que sonaran los olés más sentidos del festejo como respuesta a una serie de naturales, de bella factura, y que son muestra de las cualidades de la jovencísima novillera queretana. Seguramente se habría prestado a la polémica con vecinos de localidad la concesión del trofeo, una vez que Paola sepultó tres cuartas partes de espada algo tendida pero que fue suficiente para hacer doblar al de regalo.

Ya me conoces. Al salir de la plaza, y mientras llegaban noticias de que Paola había pasado a la enfermería para ser revisada de los golpes que sufrió en el de regalo, seguro te habría dicho que los dos trofeos que se dieron hoy, sin demeritar el gusto del público –que no siempre coincide con el del aficionado- y el variable criterio del palco, si bien cuentan en la estadística, me habrían parecido faltos de sustancia.

Lo hemos platicado, es difícil, ya no digo unificar, siquiera compartir puntos de vista parecidos sobre detalles particulares de un mismo festejo entre todos los diletantes que coincidimos en la plaza. Esta misma tarde lo habrías comprobado al escuchar a los aficionados que saludé en la tradicional tertulia a la salida de la plaza. Te habría comentado que recordé una tertulia similar tras un festejo en el Nuevo Progreso, después de una transmisión y donde coincidí con mi compañero Fernando Barrera, corresponsal en Guadalajara y fallecido trágicamente hace unos días, y del grato recuerdo de su amable plática de entonces.

Pero bueno… polémicas taurinas aparte, quería decirte que te extrañé esta tarde de toros, y que deseo tengamos por delante muchas más juntos.

Ficha
Plaza Santa María. Menos de un cuarto de entrada en tarde agradable y con poco viento. 4 novillos de Carranco, correctos de presencia y juego desigual y uno de regalo de Guanamé, de presencia más bien discreta y que cumplió. Pesos: 365, 385, 403, 417 y 360. Lorenzo Garza Gaona (rosa y oro), palmas tras aviso y oreja tras aviso. Paola San Román (nazareno y oro con cabos negros), palmas tras dos avisos, palmas y oreja. Al finalizar el festejo pasó a la enfermería para una revisión más exhaustiva de varios golpes que sufrió al lidiar al novillo de regalo.


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