En su presentación en la feria de su tierra, Efrén Rosales si bien ha mostrado lo poco rodado que está, también ha proyectado unas enormes ganas de ser alguien en la Fiesta, y hoy consiguió salir a hombros de la plaza monumental tras una actuación plagada de entrega.
Rosales se topó, como sus compañeros, con un encierro de esos que alientan a seguir viendo toros. Con su primero, de nombre "Redactor", tanto con el capote como con la muleta estuvo muy dispuesto ante un novillo que tuvo temperamento y bravura y que se lo echó a los lomos sin consecuencias. A pesar de los errores naturales del torero, el astado le permitió hacer una faena vibrante y como mató de manera efectiva recibió una oreja.
El que cerró plaza fue otro extraordinario novillo, delante del cual Rosales salió a juégarsela con una raza que no le cabe en el cuerpo, y nuevamente con las dudas lógicas del que empieza en esta difícil profesión.
"Ganador" transmitió a los tendidos y tras una faena de tezón y de valor Efrén cortó otra oreja a pesar del pinchazo previo a la estocada. En la vuelta triunfal invitó al ganadero José Miguel Llaguno a acompañarlo, en un gesto que le honra, pues el encierro se perfila a ser el más completo de toda la feria.
Alberto Valente es un joven que a decir de sus propias palabras, esta poco rodado, y apenas reapareció como novillero tras varios años de ausencia. Sin embargo, también esta tarde demostró una enorme voluntad de triunfo.
Con el que abrió plaza de nombre "Plat", que por mucho fue el novillo que menos se dejó de los seis, realizó un trasteo completo desde el capote. Cubró el tercio de banderillas con entrega. Y con la muleta su labor no caló en los tendidos, por lo que se retiró a tablas en silencio.
El cuarto de la tarde, que se llamó "Orgulloso", el norteño se fue a los medios para recibir de hinojos a un novillo que además de su buen juego era un verdadero cromo. Tras cubrir el segundo tercio con voluntad corrió la mano por ambos lados, aunque por momentos la faena se vino a menos, sobre todo cuando el bravo novillo le echó mano. Después de algunos pasajes interesantes, colocó una estocada en buen sitio para cortar una oreja de poco peso.
Al potosino Carlos Rodríguez le tocó en suerte un novillo de bandera con estuvo decorosamente pero sin redondear un triunfo que hubiese sido de suma importancia, y como tampoco estuvo fino con la espada se le esfumó la posibilidad de tocar pelo. El novillo se vino arriba a lo largo de la lidia, misma que fue perfectamente entendida por el público y por el juez de plaza que, atinadamente, ordenó el arrastre lento para el ejemplar.
Con el quinto de la tarde, Rodríguez careció de planteamiento en su faena, aunque realizó algunos detalles artísticos con "Clavijero" que el público entendió. Nuevamente falló con el acero para saludar en el tercio.