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"Niño Bonito" se funde con un torerazo

Sábado, 30 Abr 2011    Aguascalientes, Ags.    Juan Antonio de Labra | Foto: Landín-Miranda           
De la ganadería de "Begoña", al que cuajó una inspirada faena

A primera hora de la tarde, los profesionales y muchos aficionados seguían comentando con asombro la hazaña de José Mari Manzanares en La Maestranza de Sevilla, quizá sin imaginar que, a miles de kilómetros de distancia, en otra feria de gran relieve, como es Aguascalientes, otro torero iba a indultar un toro y a maravillar al público con su toreo.

Y pareciera como si la inspiración que dejó en el ambiente José Mari hubiese atravesado como un rayo el vasto Atlántico para venir a anidarse en la llamada "tierra de la gente buena", donde Alejandro Talavante cuajó una faena para el recuerdo a "Niño Bonito", un gran toro de Begoña al que se le perdonó la vida.

No cabe duda que México es un paraíso para algunos toreros extranjeros, especialmente cuando vienen dispuestos a gustarse y emocionar; y más aún cuando se topan con un ejemplar de esta condición de calidad, repetición y duración, como fue "Niño Bonito", al que Alejandro toreó a placer y, por momentos, con un abandono en el que fue buscando tocar las fibras más sensibles del público.

Pasan los meses y la figura de Talavante comienza a reconocerse como la de un torero artista, y eso es bueno porque se renueva la baraja de toreros extranjeros en nuestro país, en una época en la que el público está ávido de ver caras nuevas.

El extremeño no desaprovechó ninguna embestida de "Niño Bonito" y si en su toreo de capote no se pudo advertir lo que vendría después, cuando cogió la muleta las condiciones de calidad del toro se habían puesto de manifiesto.

Así ejecutó series de un excelente acabado, llevando al toro sometido con una graduación muy especial para poder hacerle una faena de larga duración, intensa y artística, donde los naturales, rematados por debajo de la pala del pitón fueron un portento de trazo y temple.

Conforme la faena avanzaba y el entusiasmo del público iba en aumento, Talavante se iba recreando cada vez más en sí mismo, en una comunión perfecta con el público, que se puso en pie cuando el extremeño se cambio la muleta de mano y dio un muletazo de tremendo pellizco; o aquel otro trincherazo, evocador de los grandes muleteros mexicanos como Silverio Pérez.

De tal suerte que estos adornos aderezaron una obra en la que hubo cadencia y ritmo, pausa y colocación, en redondos muy largos, dosantinas y otros adornos en los que Alejandro deletreó el toreo sabrosamente.

Al final de la obra, y sin la malicia de cualquier otro torero que tiene en su haber el indulto de más toros, Alejandro preguntó al juez de plaza si debía matarlo a "Niño Bonito". Y es verdad que eso no se pregunta a la autoridad, sino al público, que es el encargado de solicitar, con sus pañuelos, el perdón de la vida del toro.

Así que, por un breve instante, surgió una duda en el espigado espada, que no había visto ondear el pañuelo blanco en el palco de la autoridad, ya cuando le juez Manolo Ramírez  de la Torre había accedido a indultar al toro en medio de la confusión de un sector de la plaza.

Cuando el torilero abrió la puerta de los chiqueros, Alejandro bosquejó una amplia sonrisa antes de llevarse a "Niño Bonito" hacia aquella parte del ruedo. Y desde luego que hay, como siempre, quien opinó que a este triunfo le faltó clamor, por aquello de que Talavante, sabedor de su deficiencia con la espada, promovió el indulto para no tener que entrar a matar con el consiguiente resultado de echar sus triunfo por los suelos. Hay otros que decía que debió matarlo y cortarle el rabo.
 
Sin embargo, en lo que todo mundo estuvo de acuerdo fue en la expresión artística de una faena que ahí queda, como una de las mejores de esta feria.

La corrida de Begoña tuvo muchos matices interesantes, y de no haberse lastimado una pata el tercer toro, el balance general hubiese sido todavía más halagüeño para los ganaderos Bailleres, pues ese ejemplar, que correspondió a Arturo Saldívar como primero de su lote, tenía una gran voluntad de embestir y lo hacía con calidad. Pero el toro duró poco y el hidrocálido, que venía a por todas, se amargó al verse imposibilitado de aumentar sus lauros como matador en este coso donde hace unos días saboreó las mieles del triunfo.

A la calidad de estos dos toros (tercero y quinto) habría que sumar la encastada bravura del cuarto, el toro más hecho del encierro, que puso a prueba la capacidad lidiadora de un Zotoluco esforzadísimo al que el público trató con frialdad e indiferencia.

Su sentido de la responsabilidad y profesionalismo estuvo por encima de ello, y no sólo evidenció en esta faena, arrebatada y recia, en la que se jugó la voltereta en cada pase, pues el de Begoña volvía sobre las manos en cuanto perdía la muleta, sino que, además, en el toro que abrió plaza, mostró una decidida entrega ante un toro cumplidor sin más, que era preciso pisarle un terreno específico para obligarlo a repetir las embestidas.

Talavante había enfrentado en primer término a un toro rajadito y sin transmisión que se refugió en tablas; un ejemplar que, conjuntamente con el sexto, segundo del lote de Saldívar, fueron los dos toros que no ofrecieron posibilidades de lucimiento.

El indulto del toro le viene bien a todos, y que me perdonen los puristas que todavía consideran que para indultar un toro debe de matarse en el caballo, pues un toro que embiste cien veces con la misma continuidad y calidad a la muleta, atesora esa bravura actual en la que se ha seleccionado para la muleta, las faenas de largo metraje y la aclamación popular cuando sale un torero, como Talavante, y se abandona en una faena inolvidable.

Ficha
Aguascalientes, Ags.- Plaza monumental. Octava corrida de feria. Casi tres cuartos de entrada en tarde calurosa, con algunas ligeras ráfagas de viento. Toros de Begoña (el 2o. con el hierro de Santa Teresa), parejos en presentación y tipo, de interesante juego por los distintos matices que tuvieron, de los que destacó el 4o. por su bravura y el 5o. por su clase, y fue indultado. Pesos: 512, 463, 472, 467, 489 y 486 kilos. Eulalio López "Zotoluco" (azul noche y oro): Silencio en su lote. Alejandro Talavante (lila y oro): Silencio e indulto. Arturo Saldívar (azul turquesa y oro): Ovación y silencio. El toro indultado se llama "Niño Bonito", número 286, cárdeno oscuro bragado, con 489 kilos. Los toros fueron bautizados en honor a los niños, en la celebración del Día del Niño.


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