Ernesto Javier "Calita" demostró una actitud torera y estuvo muy entregado toda la tarde, durante la primera encerrona de su carrera, en la que cortó seis orejas y un rabo en la plaza de San Pablo Tecalco, tras lidiar cuatro toros de distintas ganaderías.

Y la tarde comenzó con la lidia de un toro de Joselito Huerta, al que le cortó la primera oreja tras una faena esforzada en la que estuvo centrado, tratando siempre de hacer las cosas bien.

La gente comenzó a compenetrarse con el torero capitalino, y fue así como poco a poco el entusiasmo creció a la par que la corrida, pues Calita se tomó en serio todo cuanto intentó delante de los cuator ejemplares que se lidiaron.

También le tumbó otra oreja a un toro de Lecumberri Hermanos que dio buen juego, y con el que volvió a torear con temple y largueza en pasajes por ambas manos. Cabe destacar su buen manejo de la espada, pues fue uno de los argumentos sólidos de su actuación, y le permitió seguir cosechando lauros.

El tercer ejemplar pertenecía a la divisa de Joselito Huerta y aunque tampoco se prodigó en quites, sino que buscó torear asentado y con temple a la verónica, Calita hizo una faena importante en la que hizo ver bien al toro, pues lo acompañó con entrega en cada uno de las series que compusieron una obra de buen acabado que, una vez más, rubricó de manera eficaz con el acero.

Sin desfondarse físicamente, y sobrado de actitud, Ernesto se enfrentó en último lugar a un toro de Magdalena González que fue el más destacado del encierro. Desde que se abrió de capote entendió las embestidas y se recreó toreando a la verónica. Más tarde le hizo una faena completa y larga, en la que lucieron los muletazos por ambos pitones y los adornos. Recetó otra estocada y a sus manos fueron a parara las orejas y el rabo de este ejemplar, digno premio a una labor sobria y torera.

El rejoneador Julián Viveros salió en cuarto lugar y lidió un toro de Gonzalo Iturbe en el compartió créditos con Jorge de Jesús "El Glison". Entre uno y otro (El Glison vestido a la usanza de  de la ´pepoca independetista del general Ignacio Allende), lo lidiaron de manera un tanto desordenada, pues no se conoce concierto en una lidia que discurre a pie, toreando con el capote, y a caballo. Pero El Glison nunca se ha distinguido por la ortodoxia, y hasta se animó a pedirle prestado el caballo a Viveros para pasar en falso una vez y clavar una banderilla en el segundo intento. En este toro salió el novillero Paulo Campero a hacer un aceptable quite por gaoneras.

El grupo de Forcados de Juriquilla realizó una buen pega y dieron la vuelta al ruedo en compañía de esta singular pareja que conforman el rejoneador hidalguense y El Glison. Al final del festejo la gente sacó a hombros a Calita, que cumplió con sobresaliente este importante reto en su carrera.