Pedro Gutiérrez "El Capea" fue el triunfador de la primera corrida del año en Puebla, pues cortó la única oreja del festejo, compartiendo cartel con Rafael Ortega y Mario Aguilar, que se fueron de vacío ante un complicado encierro de Boquilla de Carmen.

Complicado fue como la mayoría de sus hermanos el primero de Pedro, que lo recibió con largas de rodillas para pasarlo con poco castigo; el toro llegó rebrincando y calmocheando, ante lo cual el torero tuvo el mérito de aguantarle las descompuestas embestidas  logrando incluso una dosantina; sin tomar en cuenta el bajonazo se le concedió la oreja que le protestaron.
 
Sobre piernas lanceó a su segundo y cuando quiso quedarse quieto se le frenó, igual que ocurrió más tarde en el tercio final sin terminar los muletazos; el de Salamanca estuvo tesonero sin respuesta y recurrió a los desplantes para buscar el aplauso; terminó en silencio después de dos pinchazos y un descabello.
 
El peor lote correspondió a Rafael Ortega; saludó al primero con regulares lances y chicuelinas, sin estar muy certero con los garapullos le aplaudieron; llegó el toro con la cara alta y poco recorrido, condiciones que impidieron la ligazón y al matar de estocada caída el silencio rubricó su labor.
 
El cuarto había empezado bien y lo pudo torear de capa con gusto, empujó en el peto durante buen tiempo y tras ello vimos la rápida ejecución de unas navarras. Cuando tomó las banderillas la gente se entusiasmó abrigando la esperanza que surgiera la faena, esto no ocurrió por la falta de recorrido del burel al que despachó de medio espadazo caído; aunque hubo fugaz petición sin motivo suficiente para ello, recorrió el redondel bajo división de opiniones. 
 
Lucida fue la labor con el capote por parte de Mario Aguilar. Con suaves muletazos inició su faena, para luego llevar al toro a los medios donde empezaba a crecer su faena, con momentos emotivos cerca de tablas como un cambiado por la espalda bien rematado; después del pinchazo arriba y una estocada caída se enfriaron los ánimos quedó en palmas.
 
Buenos lances le dio Mario al sexto que cumplió con el caballo, daba la impresión que llegaría mejor al último tercio pero nada, terminó escupiéndose; de pinchazo más una estocada caída lo envió al carnicero mientras sonaban las palmas para el diestro.