El leonés Adrián Padilla logró imponerse y estructuró un recio trasteo que desafortunadamente no rubricó con el acero esta tarde en Los Ibelles, pues le hubiera hecho acreedor a una oreja, de esas que tienen un valor muy especial.

Y es que el novillo de Autrique que le correspondió hizo sudar la gota gorda a las cuadrillas por el genio y el peligro que desarolló. Siempre firme y dejando la muleta bien puesta, sometió al astado y consiguió series de gran valía, demostrando que, además de saber correr la mano con temple, tiene oficio.

César Ibelles se vio envuelto en una situación similar pues, aunque su ejemplar no tenía tantas complicaciones, tampoco era una perita en dulce. Bien plantado, supo darle la lidia adecuada y, si no tocó pelo, fue por sus fallas con la toledana.

Rodrigo Cuevas, aunque aún está muy verde, tuvo detalles interesantes delante del novillo que le correspondióartísticos momentos que calaron hondo en el tendido y que, al igual que a sus alternantes, le hubieran valido la oreja, pero no estuvo sólido con el acero.

El diestro ibérico Lorenzo Sánchez dio muestra de sus buenas maneras con capote y muleta, aunque su inexperiencia no le permitió redondear un trasteo que tuvo matices llamativos por la esencia de su tauromaquia.

Abrió plaza el niño José Mari Mendoza, hijo de nuestro colega y amigo Edgar Mendoza, que tuvo una actuación realmente destacada, pues corrió la mano con temple y sello propio, poniendo de cabeza al tendido ante este becerro al que no dio muerte.