El tapatío Oliver Godoy tuvo una afortunada presentación esta tarde en La México y pudo mostrar su sello ante un público que se identificó con sus buenas maneras y el sitio que atesora delante de la cara de los novillos.
Y es que el primer ejemplar de su lote no era fácil, pues regateaba las embestidas y se frenaba de continuo, buscando las tablas, por lo que Oliver hizo gala de quietud y, con base en pisarle sus terrenos, logró extraer muletazos de gran valía que le fueron coreados con gran fuerza, así como algunos adornos salpicados de sello propio y arte torero.
En todo lo alto dejó la espada, tirándose con gran decisión sobre el morrillo del novillo, consciente que una buena estocada, aunada a su estoica labor con la muleta, podría hacerle acreedor a una oreja, que fue finalmente concedida y paseada en son de triunfo.
Una faena más rematada estructuró con el quinto de la tarde, ya que este astado de José Garfías terminó por romper a bueno y tragó muchos muletazos, acudiendo con calidad a los cites de un Oliver Godoy que pudo mostrar el largo trazo con ambas manos y regustarse en las suertes.
Quizá por algunos instantes se encimaba demasiado a su enemigo, relajándose tanto que llegó a perder el engaño hasta en cuatro ocasiones, pero lo que es verdad fue que el de Guadalajara hizo el toreo bueno, el toreo que gusta a los aficionados por los momentos de temple e inspiración.
De haber culminado esta faena adecuadamente con el acero, podríamos estar comentando de un triunfo de dos orejas y puerta grande, pero lo que no se esfuma es la estupenda presentación y el sabor de boca que dejó este novillero, mostrando serias cualidades como para pensar figurar en esto.
Un momento de gran sensibilidad ocurrió cuando Lorenzo Garza Gaona ejecutó un soberbio quite al más puro estilo de su bisabuelo, por gaoneras, quedándose quieto y dejándose pasar muy cerca los pitones, poniendo a su favor al público que lo esperaba con expectación y exigencia, dados esos apellidos que carga a cuestas.
El novillo era más que toreable, aunque con poca fuerza, así que Garza Gaona le corrió bien la mano con la derecha y lo hizo aún mejor al natural, reponiendo bien el terreno entre pase y pase y siéndole paciente, incluso para matarlo, lo que hizo de efectiva estocada para que, entre algunas protestas, fuera a parar una oreja a su espuerta.
El sexto punteaba, con un poquitín de violencia, pero Lorenzo supo resolver la papeleta, aunque también mostrando que tiene que seguir toreando para desarollar su oficio.
Quizá pudo haber tocado pelo Jaime Ruiz con el primero de la tarde, pero sus espadazos fueron muy extraños, atravesando al novillo. Tal vez se deba a la malformación de su brazo derecho, fracturado cuando era niño y que le soldó mal. Y es que con este ejemplar, que no estaba sobrado de fuerza, el tlaxcalteca estructuró un trasteo inteligente, sin forzarlo y dándole siempre su aire, emocionando al público al torear sobre todo con la mano diestra y dejando claro que en él puede haber un torero importante.
Voluntarioso volvió a estar con su segundo, pero el novillo era muy deslucido y con poquito recorrido. Lástima que el esfuerzo realizado se viera un poco empañado por el mal uso de la espada, hasta el punto de escuchar dos avisos y cambiar las palmas por división de opiniones.