En este sentido, sus compañeros de cartel, el experimentado Jorge Hernández Gárate, así como el novel Javi Funtanet –que aún no toma la alternativa, por cierto– también rayaron a un excelente nivel y cortaron una oreja cada uno, lo que vino a aportarle a la tarde ese grado añadido de interés, que el público, que hizo una muy buena entrada, disfrutó de principio a fin.
El toro de la corrida fue el quinto, que embistió con ritmo y calidad desde que apareció por toriles, y Guillermo lo toreó por nota en una faena completa, con pasajes de excelente toreo prácticamente desde que se dobló de salida montando a "Jíbaro". Luego sacó a "Malbec", con el que clavó banderillas, pero el momento estelar de la tarde, como así ocurrió el pasado 5 de febrero en la despedida de su padre, salió "Berlín", el luso-hannoveriano, con el que cuajo el toreo al galopar de costado con mucho temple, llevando el toro de Marrón cosido a la cola del caballo.
Y más tarde ejecutó "la hermosina", esa vistosa suerte en la que la grupa del caballo cambia de dirección delante de la cara del toro, lo que provocó la entrega de la gente que disfrutó su labor y la siguió con gran interés. El remate de su obra, en la que clavó banderillas cortas y dos pares a dos manos, el primero de mejor acabado, fue el colofón a una lidia emotiva, y de no haber pinchado en una ocasión, seguramente le hubieran concedido las dos orejas.
Nervioso por el estado del piso, que había sido regado en exceso, Pablo Hermoso de Mendoza de dejó ver de un lado a otro del callejón por primera vez en su vida en esta plaza sin estar montando sobre un caballo, un hecho que deja entrever esa preocupación constante porque su hijo avance en México y trate de seguir sus pasos, pero ya con su propia historia que contar.
La faena al primer toro de su lote también tuvo estructura y buenos pasajes, pero sin alcanzar la emoción de la segunda, debido a que el toro fue un tanto incierto y no remataba la embestida, lo que obligó a Guillermo a buscar los terrenos indicados para poder clavar banderillas con "Malbec" y "Extraño", antes de colocar un certero rejón de muerte que le valió el corte de la primera oreja de la tarde.
La sobresaliente actuación de Jorge Hernández estuvo marcada por el drama de la lidia del toro que abrió plaza, que fue complicado, porque embestía arrollando con la cara alta, y la consiguiente caída que sufrió montando a "Fuego", un caballo albino con el que trataba de solventar la difícil papeleta del estado del piso, además de las bruscas embestidas del toro. Y por suerte no sufrió lesión alguna, teniendo que continuar la lidia con arrestos hasta culminarla con el carácter y profesionalismo, sobre los lomos de "Valladolid", el caballo con más rodaje de su cuadra, y ante las circunstancias adversas que prevalecían.
Afortunadamente, luego de lidiar a este ejemplar, tuvo la suerte de sortear un toro noble, de acompasada embestida, que salió en cuarto lugar, y con el que estuvo muy clásico y centrado, desde que le clavó el primer rejón de castigo montando a "Tin-tán".
Toreando con temple y suavidad, y sintiendo todo cuanto hacía, clavó banderillas con "Velázquez", siempre toreando al estribo y compenetrado con un toro que sacó buen fondo y fue agradecido, y luego de colocar un rejón de muerte eficaz, fue premiado con una merecida al ruedo, misma que pasó en compañía de sus pequeños hijos que, seguramente, en su vida olvidaran este momento.
Javi Funtanet, el más bisoño del cartel, no le fue a la zaga a sus compañeros de terna, y tuvo la entereza de torear muy bien a sus dos toros, con una cuadra en la que trae varios caballos del hierro de Diego Ventura que son figuras, como "Sueño" o "Gitano" o "Néctar", con los que enseñó una buena doma y que cada día está más cerca de la alternativa.
Los dos toros de su lote le permitieron andar a gusto, y así toreo: con una seguridad pasmosa, no obstante que el compromiso era fuerte, haciendo bien las cosas y con una buena claridad de ideas que le permitió hacer dos faenas igualmente entonadas.
Gustó mucho el quiebro invertido que le cuajó al tercero, montando a "Gitano", un bayo lobo espectacular con el que repitió la dosis en el toro que cerró plaza. Y así anduvo, muy atinado en los terrenos que pisaba y la lidia que dio a sus dos toros, en medio de la aprobación de un público que también lo alentó a lo largo de sus faenas.
El certero rejón de muerte con el que mató al sexto le permitió cortar una oreja y con esta ya son dos, luego de la que obtuvo el día que debutó en una novillada, con toreros a pie, hace dos años. Así que así hay otro rejoneador mexicano con argumentos para ampliar la nómina de toreros de casa, que sean tomados en cuenta por las empresas.
Otro de los instantes estelares de la corrida lo firmaron los forcados de distintos grupos, tanto de México como de Portugal, que se fusionaron en las pegas que realizaron con exposición y valentía, y de esta manera estrecharon lazos de amistad, además de agradecimiento, lo que abonó en la emoción que se vivió hoy en la Plaza México, en la que fue la décima corrida de rejones en los 78 años de historia del coso, y se dejó constancia de que este formato de corrida también interesa a la gente y atrae otro tipo de público que viene a aportar su frescura a la Fiesta Brava.