Desde el saludo con el capote, toreando por verónicas y rematando con una media con sabor, el francés Tomás Cerqueira dejó constancia de sus buenas maneras ante las embestidas de otro de los cárdenos claros del encierro de De Haro, que tuvieron mucha plaza al salir de toriles y resultaron interesantes de juego. Cierto también que no fáciles.

Llegó este 4° de la tarde al último tercio llevando la cara a media altura y sin completar el recorrido, y Tomás, tras un inicio de calidad, estuvo largo rato intentando sacar los muletazos por ambos pitones, con cabeza clara y dejando de paso constancia de su calidad. Culminó de una estocada entera y ligeramente desprendida, y tras fuerte petición, incomprensiblemente el biombo negó la concesión de la oreja. Dio sin embargo Tomás una merecida vuelta el ruedo, de esas que a veces tienen más valor que muchos trofeos insulsos que no dicen mucho.

Con un criterio dispar, sí concedió el palco de la Autoridad una oreja a Germán Rodríguez tras una faena sin estructura, pero eso sí, muy voluntariosa. El colombiano se fue a los medios a recibir al de De Haro de rodillas, y después tanto en el saludo como en el quite dejó constancia de su voluntad, que estuvo por encima del lucimiento.

El novillo desde el inicio mostró un punto de violencia y llegó con el recorrido medido a la muleta, y cierto es que a pesar de esta condición Germán realizó un trasteo largo y voluntarioso, que si no llegó a despuntar definitivamente, la gente agradeció.

Dejó una estocada entera y desprendida, y tras doblar el novillo y entregarse al puntillero –que por cierto fungió esta tarde como tal Alfredo Acosta con efectividad-, sin dudarlo desde el biombo apareció el pañuelo concediendo la oreja, que en términos estadísticos dio el título de triunfador a Germán, en lo absoluto responsable de la disparidad del palco.

Salvador López malogró con la espada una faena intermitente ante el novillo más hecho del encierro de De Haro -un novillo negro muy serio- y que tuvo un buen pitón derecho. Se gustó en el saludo por verónicas, y tras una buena ejecución de la suerte de varas a cargo de Rodolfo Acosta, realizó un lucido quite por navarras.
 
Llegó el novillo con el recorrido más claro de la tarde, ya se apuntaba, por el pitón derecho, por donde llegó a gustarse Salvador en algunos muletazos, aunque sin llegar a redondear. Señaló un pinchazo y una estocada contraria que no fueron suficientes, tras lo cual intentó descabellar sin mucha convicción hasta que las fuerzas abandonaron al novillo, que finalmente se entregó al puntillero. Saludó en el tercio.

Valente Alanís estuvo esforzado toda la tarde aunque también con ciertas dudas. Estuvo breve en su primero, un novillo cortito de recorrido al que probablemente también se le dio una dosis más excesiva de la requerida en el tercio de varas. A éste lo despachó de un bajonazo para ser silenciada su labor.

Regaló un novillo terciado de Mar de Nubes que volvía pronto sobre las manos y que le pegó una paliza al intentar un quite, que se pensó le había hecho daño a Valente pero que al final le permitió continuar la lidia. Trasteo sin posibilidad de lucimiento, con viento y después visos de desconfianza al usar la espada, señalando varios pinchazos y medio bajonazo para escuchar algunas palmas tras un aviso.