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El Cedro y la Fiesta: Libaneses taurinos (y III)

Viernes, 20 Sep 2024    CDMX    Jorge Raúl Nacif | Foto: Archivo     
Aficionados de pura cepa que también forman parte de la comunidad
Uno de los más destacados descendientes de libaneses en México es, ni duda cabe, Carlos Slim Helú, quien nunca ha escondido su afición por la Fiesta Brava y, entre otros emprendimientos en materia taurina, hace 20 años apoyó a los más jóvenes con la recordada "Feria Internacional del Novillero", auspiciada a comienzos de la década del año 2000 por Telmex. 

Su hijo Patrick Slim Domit es propietario de una ganadería de toros bravos, la de Brito -ubicada en el estado de Tlaxcala-, que adquirió en 1998 y ha lidiado en varios cosos a lo largo y ancho de la República, incluyendo la Plaza México, tanto en novilladas como en corridas de toros.

Otro ganadero de ascendencia libanesa es Mariano González Zarur, titular del hierro tlaxcalteca de La Soledad, y quien fuera gobernador de Tlaxcala, además de tener una larga y exitosa trayectoria como servidor público, con cargos como alcalde de Apizaco, diputado federal y senador de la República.

Por si fuera poco, a mediados de los años noventa, Mariano también incursionó como apoderado del matador Manolo Mejía, época en que el torero de Tacuba había triunfado con fuerza en la Plaza México con los famosos toros "Zalamero" y "Desvelado", de la divisa de Manolo Martínez.

Una de las ganaderías más importantes en los últimos años es la de Julián Hamdan, que como mencionamos líneas arriba es sobrino de Pepe Chafik. Julián ha trabajado de manera incansable para darle un sello propio a su dehesa, con la agudeza y sensibilidad que son propias del libanés.

Asimismo, el Arturo Gilio lleva como segundo apellido Hamdan, mismo que entronca con la descendencia libanesa. Ahora ganadero y padre de torero, el diestro lagunero ha ido consolidándose como un excelente criador de reses bravas, fiel al concepto que denota la emoción.

Aficionados de hueso colorado

Muchos han sido los libaneses aficionados a la tauromaquia a lo largo de las últimas décadas. Por mencionar a algunos, siempre destacó el taurinísmo de Juan Abusaid Rios, hijo de paisano, que llegara a ser Presidente Municipal de Torreón, Coahuila.

Nacido en Jiménez, Chihuahua, siempre estuvo involucrado en el deporte, particularmente en el beisbol y el futbol, y asiduamente se le veía en las plazas de toros del norte del país y del resto de la geografía nacional, entablando amistad con figuras de la talla de Eloy Cavazos. Don Juan, que falleció en 1996, transmitió la afición a sus hijos, incluso con aficionados prácticos entre sus descendientes.

Otro aficionado de cepa fue, sin duda, Antonio Helue Fadel. Hijo de libaneses y dedicado a las actividades comerciales, no se perdía ninguna transmisión radiofónica en la voz de Paco Malgesto y, posteriormente al poder adquirir una televisión, las cultas narraciones de Pepe Alameda. Antes que cualquier otro pasatiempo, los fines de semana eran de toros, por lo que llegó e convertirse en un aficionado profundamente conocedor del tema.

Cada domingo de toros, la Plaza México recibe en sus barreras de sol al irredento aficionado Alberto Yakín, mejor conocido como "El Haye", descendiente de libaneses. Todo un especialista en la preparación de botas, ya que es famoso por las diferentes mezclas de bebidas espirituosas que comparte no solamente en el tendido, sino a los protagonistas que triunfan en el ruedo. Empedernido fumador de puros, todos los días degusta entre tres y seis habanos, impregnando de aroma taurino sus actividades profesionales enfocadas, como buen paisano, al comercio.

"El que no tenga un amigo libanés..."

Decía el presidente Adolfo López Mateos que, "aquel que no tenga un amigo libanés, que lo busque". Rebosantes de verdad las palabras de aquel mandatario, pues los libaneses llevan a fuego la nobleza en el alma y una capacidad natural para hacer el bien sin mirar a quien, como reza el popular refrán.

La labor que la familia libanesa -como nos gusta nombrarnos- ha realizado dentro de la Fiesta Brava es de destacar, tal y como queda patente en este reportaje al hacer un recorrido por figuras paradigmáticas dentro de la tauromaquia mexicana, mismas que han, incluso, dejado escuela. 

En lo personal, y a través de este espacio, no puedo soslayar el profundo orgullo que siempre me ha representado llevar sangre libanesa y ser descendiente de hombres que no echan la "pata pa´atrás", sino que embisten por derecho con el corazón por bandera y el cedro en lo más profundo de su alma.


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