El tema de los toros fue uno de los aspectos más criticados por los aficionados de distintas latitudes, tanto por los que acudieron a determinadas corridas, así como por los que hicieron un seguimiento puntual de las mismas, y esta será la asignatura principal a tomar en cuenta por la empresa y el patronato de la feria para el año 2025.
No hay que olvidar que la elección de los toros, y su posterior aprobación, es una corresponsabilidad compartida entre la empresa, los apoderados de las figuras y las autoridades, aunque el primer filtro siempre será el ganadero, cuya obligación es saber qué toro requiere enviar a esta plaza y ser autocrítico para determinar si tiene las condiciones de trapío o no, en lugar de especular a ver si pasa o no el reconocimiento, que en este caso fue poco exigente por parte de las autoridades de plaza.
Y si, finalmente, la feria se confecciona con base en los encierros que se tengan reseñados para el año entrante, la intención es que estén bien presentados, con un trapío acorde a la categoría de la plaza y una feria de talante internacional. Si la nómina de encierros bien presentados no diera para organizar un serial tan extenso, acortarlo sería una medida lógica y hasta bien recibida por el público, ya que toda la vida será mejor la calidad que la cantidad. De dicha manera será más fácil cumplir a cabalidad con el compromiso, por el bien de la feria y la satisfacción del público.
Los kilos no son sinónimo de trapío
Muchos toros carecieron del trapío acostumbrado en esta plaza y otros, incluidos los de elevada romana (de la ganadería de Santa Inés, de los que varios rayaron la friolera de los 600 kilos de peso), paradójicamente tampoco lo tenían. Porque es preciso recordar que los kilos no son representativos del trapío de un toro, pero, por desgracia, está muy extendida la creencia entre el público de que así es.
A veces, el ojo clínico del aficionado más experimentado le hace dudar de los kilos que se anuncian en la tablilla y los que parece que tiene cada toro en realidad. Quizá sería bueno hacer una revisión de la báscula de la monumental, porque tal vez le haga falta una calibrada, y esto corresponde hacerlo al juez de plaza y que se haga respetar la autoridad que le confiere el Código Municipal.
A falta de que las corridas estuvieran mejor igualadas en su conjunto, lo que es difícil de llevar a buen puerto si las camadas de las ganaderías elegidas no son largas, supuesta consecuencia de la reducción de los hatos realizado con motivo de la pandemia, lo cierto es que la generalidad de las corridas no embistieron como se esperaba, ya fuera por su ausencia de bravura, fuerza o duración. Y tampoco saltaron a la arena de la monumental esos cinco o seis toros excepcionales que al final, en medio de resultados aciagos como los vividos, suelen inclinar la balanza a favor de la imagen ganadera.
Se trata de un detalle difícil de prever, pues los ganaderos están obligados a cumplir con la buena presentación de sus respectivos encierros, y este año se echó en falta que embistieran más toros para brindar un espectáculo con una base mayor de emoción, pero eso viene siendo ya, desde hace tiempo, un denominador común en la cabaña brava mexicana.
De todos los encierros lidiados, quizá el de Fernando de la Mora, que se jugó en la corrida de rejones, fue el más completo, ya que cuatro toros tuvieron nobleza y calidad, dejando entrever una nueva cruza que ha hecho el veterano ganadero queretano con sangre de encaste Domecq, en una clara demostración de que sigue siendo un singular alquimista del campo bravo.
Sin embargo, no es lo mismo ver lidiar los toros sin la exigencia de haber embestido a los picadores en el tercio de varas, que acudir a los caballos toreros. En cualquier caso, esta corrida brindó amplias posibilidades de triunfo, sobre todo los lotes que correspondieron a Andy Cartagena y Emiliano Gamero, y un poco menos el que tocó en suerte a Tarik Othón.
Por su parte, las corridas de Barralva, Montecristo, San Miguel de Mimiahuapam, Begoña, Boquilla del Carmen, Bernaldo Quirós o Villa Carmela, quizá hayan sido las más parejas en hechuras –con sus asegunes, desde luego– con un trapío acorde a las exigencias de la afición hidrocálida, siendo, en su inmensa mayoría, ejemplares de procedencia San Mateo-Llaguno.
Decepcionó, particularmente, el encierro de Los Encinos, una ganadería de reconocido prestigio que siempre suele enviar ejemplares bien presentados. De hecho, fue a la única a la que le devolvieron un toro protestado por chico, ya cuando el enfado del público había ido en aumento tarde a tarde, y que correspondía lidiar José María Manzanares.
Cabe destacar la presencia de Corlomé con una corrida completa el día de San Marcos, y un encierro sin remate, recogidito de pitones, que fue el que, en su conjunto, mejor pelea dio en varas de toda la feria, y en el que salieron varios toros manejables, pero sin la duración o bravura de años recientes, siendo el primero del lote de Joselito Adame uno de los más interesantes por su definición de principio a fin, muy por encima del juego que dio "Puente Viejo", al que Roca Rey le tumbó el rabo.
Es menester señalar que esta corrida se picó con las puyas habituales hasta hace algunos años en la Plaza México y no las más pequeñas tan de moda en estos días. Quizá habiendo utilizado las nuevas, los toros hubiesen rendido más, porque, teniendo "personalidad" y más transmisión de salida, tampoco salieron a comerse a nadie. Ojalá que el año venidero regrese esta divisa jalisciense, pero con un encierro con más trapío, ya que su juego resulta muy interesante.
Los encierros en cifras…
A lo largo del Serial Taurino se lidiaron un total de 91 toros, de los que únicamente dos fueron premiados con arrastres lento: "Recuerdo", número 12, negro de Julio Delgado, lidiado por Sebastián Ibelles, que se corrió el 24 de abril, decisión del palco que fue protestada por un sector del público. "Volcán", número 83, negro, con 513 kilos, que toreó Andy Cartagena el 1 de mayo. “Feriante”, número 6, cárdeno, con 495 kilos, de Pozohondo, lidiado por Juan Pablo Sánchez el viernes 3 de mayo.
En todo caso, y utilizando el mismo criterio, este premio también debió otorgarse al noble "Marinero", número 493, castaño, con 512 kilos, del hierro de Bernaldo de Quirós, lidiado por Octavio García "El Payo" en el festejo del 4 de mayo.
De los 92 ejemplares que se jugaron en el Serial Taurino uno fue para los Recortadores Españoles, del hierro de Tenexac, mientras que el rejoneador Javier Funtanet lidió un sobresaliente novillo de Peñalba, en la corrida del 25 de abril.
Se lidiaron toros de 16 ganaderías, incluido el encierro de Las Huertas, que vino a la novillada de triunfadores de la plaza "San Marcos", la tarde del 13 de abril, en la apertura de la feria, cuando indultaron al novillo "Choché" –con polémica incluida– a manos de César Fernández "El Quitos".
En el apartado de los toros que se inutilizaron tres fueron por haberse lesionado un pitón, pertenecientes a las ganaderías de Santa Inés, Pozohondo y Boquilla del Carmen, mientras que uno de Bernaldo de Quirós se lastimó una pata y también fue devuelto.
Y al respecto de los toros de regalo, fueron un total de seis; es decir otra corrida completa que no hubiese tenido razón de ser. Los obsequios pertenecieron a las siguientes ganaderías: uno de De la Mora (Joselito Adame); dos de Corlomé (Joselito y Diego San Román, respectivamente); uno de San Miguel de Mimiahuapam (Juan Ortega); uno de Begoña (Arturo Saldívar), y uno más de Boquilla del Carmen (Emiliano Gamero). En este sentido, se abusó de una ventaja perniciosa que debiera permitirse, únicamente, en casos de verdadera excepcionalidad, ya que los toros de regalo alargan en exceso la duración de los festejos.
¿Cuál debe de ser "el toro de Aguascalientes"?
Así como la Plaza México tiene "su toro", o Guadalajara o Mérida, y tanto el aficionado como el profesional tiene bien identificados los parámetros de trapío de estas plazas, visto lo visto este año en la Feria de San Marcos, bien valdría la pena hacer un replanteamiento sobre cuál debe de ser el trapío ideal del toro de Aguascalientes.
Tal y como dicta la costumbre en esta plaza, el toro óptimo tendría que ser, por principio de cuentas, aquel que tenga un trapío armonioso –bajo de manos y reunido de preferencia–, pero con una cornamenta desarrollada, que quepa en la muleta, desde luego, y sin exageraciones, bien rematado de morillo y culata y cuyo peso esté acorde a esta morfología y vaya acorde a su respectivo encaste.
Quizá partiendo de esta base, y con una logística de anticipación adecuada, además de ese compromiso de corresponsabilidad entre las partes involucradas en conseguirlo, se pueda encontrar ese toro "ideal" que satisfaga al aficionado local, al que asiste de fuera o al que sigue una corrida a través de la televisión. Porque al final, la imagen que se proyecta de esta gran feria, deber estar en consonancia con su importancia en el contexto global y que genere comentarios positivos que motiven a la gente a seguir acudiendo a disfrutarla.