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El comentario de Juan Antonio de Labra

Jueves, 21 Mar 2024    CDMX    Redacción | Foto: Archivo     
"...De Emiliano Gamero se podrán opinar muchas cosas..."
A nadie dejó indiferente la corrida de rejones del domingo pasado en la Plaza México, y cabe señalar que la estupenda entrada que hubo en los tendidos, se asemeja a la que se registró el 3 de febrero de 1996, en aquella tarde en que participaron cuatro caballistas y que formó parte de los tres festejos con los que se conmemoró el 50 aniversario del coso.

Precisamente esa fue la tercera corrida de rejones que se programaba en La México en su primer siglo de existencia, y desde entonces hasta que llegó la actual empresa, no había vuelto a haber un festejo de este tipo, que de un tiempo a la fecha se ha convertido en un valor añadido dentro de la actividad en el coso capitalino.

Desde 2016 solamente ha habido cuatro corridas más de rejones. El cartel más relevante fue el mano a mano entre Diego Ventura y Emiliano Gamero, que tuvo lugar el 19 de enero de 2020. Ventura venía de indultar a "Fantasma", en noviembre de 2018, aquel gran toro de Enrique Fraga al que toreó por nota a caballo y también a pie, mientras que Gamero ya había igualado este logro con "Gaspar", de Vistahermosa, al que indultó en diciembre de 2019 y así proyectó su carrera.

Por otra parte, poder apreciar con nitidez el comportamiento de un toro en una lidia de rejones no es igual que a pie, tal vez porque estamos acostumbrados a analizar el juego que brinda en el tercio de varas, que sigue siendo un baremo importante para calibrar su bravura. Y no es lo mismo embestir detrás de un caballo con la cara a media altura, que ser exigido por abajo con capote y muleta, en redondo, una y otra vez, en un palmo de terreno, con lo que ello representa de esfuerzo para el toro.

Al margen del ejemplo anterior, lo más contundente fue la unánime petición de indulto del público, que desembocó en el perdón para el toro "Recuerdos", y esto sucedió en un momento crucial de la Fiesta en este escenario, ya que es un recordatorio de que los toros bravos, cuando se emplean a fondo como el de La Estancia, pueden aspirar a ganarse la gloria y regresar a su ganadería.

De Emiliano Gamero se podrán opinar muchas cosas, pero nadie negará que el hombre es fiel a su concepto del toreo y del espectáculo, con una arrebatada personalidad que cautivó a la inmensa mayoría del público, y esto tiene un valor especial.

Pero cabe estar atentos y evitar caer en triunfalismos fatuos que no conducen a nada, y que los méritos obtenidos delante del toro se vean reflejados en los trofeos conseguidos por los toreros y que les sirvan para funcionar en las plazas de provincia.

Porque una vez más se confirma que el coso de Insurgentes sigue siendo ese epicentro de la fiesta de los toros que influye positivamente en el devenir de lo que ocurre en los cosos de provincia, en unos tiempos difíciles en los que es imperativo seguir ofreciendo esa imagen tan contundente de todo cuanto ha ocurrido en la Plaza México, la más emblemática e incomparable de cuantas existen en América.


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