Por increíble que parezca, a lo largo de los 70 años de historia de la Plaza México sólo se han celebrado tres corridas corridas de rejones, de tal forma que la del próximo domingo apenas será la cuarta de esta modalidad, lo que sin duda representa todo un acontecimiento.
El primer rejoneador que actuó en el coso de Insurgentes fue aquel hidalgo del siglo XX: Álvaro Domecq y Díez, que debutó el 22 de diciembre de 1946 con el toro "Fundador", de la divisa de Zacatepec. Su segunda actuación tuvo lugar el 5 de enero de 1947, y la última el 2 de febrero de ese mismo año, fecha en que cortó la primera oreja concedida a un caballista, tras lidiar un toro que llevó por nombre "Botonero" y lucía el hierro de Coaxamalucan.
Los más prolíficos: Gastón y Louceiro
Desde entonces hasta nuestros días, no son más de cuarenta los rejoneadores -matadores de toros a caballo- que han toreado en La México. El récord de actuaciones lo ostenta, como es de suponer, Pablo Hermoso de Mendoza, pero antes, el que más toreó fue Gastón Santos, con un total de 14 actuaciones (entre el 6 de marzo de 1955 y el 2 de marzo de 1980; es decir, a lo largo de 25 años).
Aunque siempre estuvo muy entonado y dio varias vueltas al ruedo, el gran torero potosino sólo cortó sendas orejas: la primera, el 29 de enero de 1956, al toro "Zanganito", de Milpillas; y la segunda, el 8 de febrero de 1976, a un ejemplar de nombre "Quetzal", casualmente también del hierro de Coaxamalucan.
Y otro de los extranjeros que más paseíllos hizo en el coso capitalino fue el recordado Pedro Louceiro, que toreó un total de 12 corridas, comprendidas entre el 2 de febrero de 1969 y el 29 de diciembre de 1991; es decir, en un lapso de 22 años.
El rejoneador lusitano fue forjador de una generación completa de caballistas mexicanos, entre los que su alumno más destacado fue Gerardo Trueba, que tiene un importante palmarés de nueve corridas toreadas con el corte de siete orejas en su cuenta personal (algunas de ellas las obtuvo toreando en collera con algún otro rejoneador).
El mayor triunfo de un rejoneador en los primeros 40 años de vida del coso, lo obtuvo el queretano Luis Covalles, que cortó dos orejas el día de su alternativa, que tuvo lugar el 25 de mayo de 1986, cuando fungió como su padrino, precisamente, Gerardo Trueba.
La primera corrida de rejones tuvo lugar pocos meses antes, el 24 de marzo de 1985. Esa tarde, Pedro Louceiro le concedió la alternativa a otros de sus alumnos destacados: el añorado Eduardo Funtanet (que años más tarde perdió la vida trágicamente en esta plaza, el 16 de marzo de 1997). Lo acompañaron en el cartel de su doctorado Trueba y Jorge Hernández Andrés, en la lidia de toros de Rancho Seco.
Precisamente la alternativa de Rodrigo Santos, que se despide este domingo, tuvo lugar en La México el 18 de marzo de 1990, con toros de Juan Antonio González, que llevó por nombre "Jirón". El de la cesión del rejón, por detrás de la espalda, según reza la tradición de los cavaleiros, se la hizo Jorge Hernández Andrés.
Once años después de llevó a cabo la segunda corrida de rejones, en el marco del Aniversario 50 de la plaza, el 3 de febrero de 1996. En esa fecha, Enrique Fraga confirmó la alternativa con el toro "Invicto", de Los Ébanos (hierro propiedad de Manolo Martínez), en una tarde de triunfo en la que actuaron Gerardo Trueba, José Antonio Hernández Andrés y Rodrigo Santos.
Padres e hijos rejoneadores
De la reducida lista de padres e hijos rejoneadores que han actuado a lo largo de la historia en la Plaza México, destaca el caso de Jorge Hernández Espinosa, que el 4 de abril de 1976 le confirmó la alternativa a su hijo Jorge Hernández Andrés, en un festejo con toreros a pie en el que sólo se lidiaron dos toros a caballo, mismos que pertenecían a la divisa de Xajay.
Este es el único caso en que han actuado juntos padre e hijo en una misma tarde, pero también obran en los anales del coso las actuaciones, en distintas épocas, claro está, de otros rejoneadores padres e hijos que han pisado el ruedo de La México a lo largo de los años, como es el caso de Álvaro Domecq, padre e hijo; Carlos Arruza, padre e hijo; Gastón Santos, padre e hijo; Fermín Bohórquez, padre e hijo; Pedro Louceiro, padre e hijo, así como Guillermo y Emiliano Gamero, un dato poco conocido éste último: Guillermo toreó una única corrida, que tuvo lugar el 7 de noviembre de 1993, donde lidió a un toro de nombre "Caudillo", de Cerro Viejo, con el que dio una vuelta al ruedo.
De las dinastías de toreros a caballo, la de los Hernández es, conjuntamente con los Louceiro, las únicas dos que han toreado tres generaciones: abuelo, padre e hijo, en un hecho difícil que vuelva a repetirse, aunque Pedro Louceiro III lo hizo siendo "practicante"; es decir, en su etapa como novillero, según se dice en Portugal. Y existe otro caso único: el de Ramón Serrano y su hija Mónica, que nunca antes se ha visto en la historia de toreros a caballo en este escenario; es decir, que tanto un padre como su hija hayan actuado como rejoneadores en La México.
Sólo cinco mujeres han toreado en La México a caballo: Conchita Cintrón (el 24-04-1949, frente a dos novillos de Torrecilla, y dio una vuelta al ruedo); Karla Sánchez (que toreó cuatro corridas entre 1992 y 1994); la portuguesa Ana Batista, la propia Mónica Serrano, así como las francesas María Sara y Julia Calviere, que sufrió una peligrosa caída y la muerte de uno de sus caballos.
Y en años más recientes también han pasado por La México otros rejoneadores de alternativa tales como Juan Cañedo, Ángel y Rafael Peralta, Evaristo Zambrano, Mauricio Locken Izaguirre, José Cortés, Joao Moura, José María Fuentes, Juan José Rodríguez, Octavio Sánchez, Giovanni Aloi, Eduardo Cuevas, Luis Carredano, Antonino López, Luis Ignacio Corral, Horacio Casas, Sergio Vegas, Rui Fernandes, Diego Ventura, Leonardo Hernández entre otros que también han abierto plaza en novilladas, como es el caso de Joaquín Gallo, Alejandro Zendejas o Sebastián Torre. La lista es larga.
La historia del toreo a caballo en La México tendrás que seguir su curso, ahora con el nuevo impulso que merece el esfuerzo y dedicación que un nutrido grupo de rejoneadores mexicanos ha hecho para tener un buen nivel de toreo a caballo.