El Zapata se entregó con el deslucido primero, lució con el cuarto, pero no remató su labor con la espada; y El Chihuahua logró su mejor faena ante el segundo, se esforzó en el quinto, aunque perdió la brújula con el acero.
Hay que destacar la enorme disposición de la terna de matadores, así como de las cuadrillas para torear entre el vendaval que azotó el coso mexiquense ya que no sólo incomodó sino que los puso en peligro toda la tarde.
El Galo recibió al tercer toro del encierro, con intensas verónicas y con la brega integrada por una serie de lances cortos y de manos muy bajas para obligarlo a humillar. Desde ahí, se hizo presente la calidad del toro de Barralva.
La terna le exigió mucho al banderillearlo, pero como el astado tenía movilidad y embestía con claridad, los diestros lucieron en cada pasaje con agilidad y solvencia para hacer las delicias de los aficionados.
André, que había aquilatado la valía de su colaborador desde que lo templó con la tela rosa, salió al ruedo dispuesto a cuajarlo con la muleta. Por ello se fue a los medios y entre el vendaval, echó rodillas a tierra, lo citó de largo y lo cambió por la espalda, para luego, ya en pie, correr la mano diestra con largueza y autoridad.
Se mostró decidido al ejecutar una faena con una enorme entrega que emocionó al público, ya que el toro tomó la muleta con claridad y bravura. Terminó su labor tras pinchazo y estocada. Cortó la primera oreja de la corrida, mientras que el toro recibió palmas en el arrastre por su calidad, incluso algunos asistentes habían solicitado el arrastre lento, que no se concedió.
Ante el sexto, André se hizo cargo también del tercio de banderillas y agradó al respetable. Tras un par de doblones por bajo optó por aprovechar el lado derecho del toro y con recursos lo fue desengañando para lograr resultados favorables en cada tanda, donde tuvo a la gente de su lado. Luego de "machetearlo", lo despachó al tercer viaje con la espada y aún así fue premiado por el juez de plaza con otro apéndice, que le fue aclamado desde los tendidos de la plaza.
El Zapata, ante el primero, con sangre española, que fue áspero y se escobilló los pitones al estrellarse en tablas en un par de ocasiones, invitó a sus alternantes a banderillear para darle lucimiento al tercio previo a la faena muleteril. Entre el viento, el diestro de Tlaxcala lo citó con la mano diestra para irlo encelando y que el animal tomara el engaño.
En base a lidiarlo con firmes toques, le robó un par de meritorias tandas. Abrevió y se tiró a matar en tiempo corto para dejar media estocada caída que tardó en hacer efecto. El parrillero levantó al ejemplar y el diestro se vio obligado a usar el descabello en una ocasión y recibió un aviso.
Ante el cuarto, con origen Saltillo, El Zapata dio rienda suelta al prodigarse con creativos lances y brillar en temerarios pares de banderillas por los que dio una vuelta al ruedo, entre vítores de los aficionados.
Se dio a torear de hinojos en la primera tanda derechista, con lo que mantuvo la atención en él. Luego ligó variadas y emotivas tandas, muy cerca de tablas. Se lanzó con todo sobre el morrillo, pero la espada chocó con una banderilla y salió disparada por los aires, junto con el torero. Tras una media estocada y un golpe de descabello, finiquitó su labor.
El Chihuahua, con el segundo astado, de hechuras armónicas, mismo que permitió que el diestro luciera con el capote, además, compartió los palitroques con Uriel y con André. A pesar que batallaron para poner al toro en suerte, el público les agradeció la voluntad, en especial a Antonio García, en el último par.
Sin embargo, el toro salió de ese largo pasaje de la lidia, en el que se le dieron infinidad de capotazos, con pocos bríos. Ya con el engaño, Antonio se plantó en la boca de riego y ligó un par de tandas por cada pitón y después tuvo que ir ligando uno a uno, los pases, para alargar su labor muelteril. Se tiró a matar frente a toriles y pinchó en varias ocasiones antes de que doblara su enemigo.
Y, con el quinto estuvo voluntarioso desde los lances de recibo y las banderillas. Su labor con la muleta que fue de menos a más caló en el público, pero no estuvo certero con la espada y únicamente recibió el cariño de la afición.