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El vibrante "Olé" de la libertad

Domingo, 28 Ene 2024    CDMX    Jorge Raúl Nacif | Foto: Sergio Hidalgo           
Al darse la corrida de la reapertura de la Plaza de toros México
Nunca antes un grito de "Olé" había puesto la piel chinita con tal vibración. Pero así fue. Al momento de partir plaza, las más de 42 mil almas que abarrotaron la Monumental de México percibieron el aroma inigualable de la libertad y el triunfo del raciocinio sobre la deleznable "cultura de la cancelación" que pulula en una sociedad que condena al que no piense como el común denominador.

Es por ello que el 28 de enero de 2024 pasará a la historia cultural taurina. Y así, tras 622 días cerrada por un absurdo amparo legal, la Plaza México volvió a estremecerse en medio del añejo pero vigente rito del toreo, aquel que tarde a tarde nos recuerda que a través de la muerte podemos, como diría el genial filósofo Fernando Savater, afirmar la vida.

Ya en lo acontecido en el ruedo, Joselito Adame tuvo una actuación de maestro, con todas sus letras. Poco a poco su tauromaquia va destilando veteranía y ese fondo que solamente dan los sabores y los sinsabores en medio de los años. Su actuación fue tan completa desde el capote que, de no haber sido por el mal uso de los aceros, sin duda estaríamos relatando una salida a hombros por la Puerta del Encierro.

El hidrocálido entendió a las mil maravillas al que abrió plaza, un toro de Tequisquiapan de Fernando de la Mora que mostró un buen son en sus embestidas y fue pastueño, aunque no estaba sobrado de fuelle. Sin forzarlo, y en muchos momentos con la muleta a media altura, Joselito eslabonó una faena tan aseada como templada, en la que destacaron los redondos.

Así, con un correcto manejo de alturas y distancias, el trasteo caló hondo en los tendidos, sobre todo en las dosantinas que pusieron la rúbrica a tan interesante labor. Una oreja -o quizá las dos- hubiera ido a para a su espuerta, pero las referidas espadas resultaron un infranqueable obstáculo.

También pudo "tocar pelo" ante el cuarto de la tarde, que tenía poca fuerza pero era obediente a los toques. Con paciencia y una colocación digna de resaltar, Joselito fue extrayendo hasta la última gota, en un esfuerzo que el público supo aquilatar de principio a fin. Bien por Joselito, que asumió el compromiso de ser el primer espada en una tarde muy señalada.

También Diego Silveti estuvo siempre a la altura de una jornada tan especial y no escatimó esfuerzo alguno frente a su lote. El primero que lidió parecía que rompería en el tercer tercio, pues mostró interesantes condiciones, pero volvió contrario al sentirse podido y buscó tablas. El torero de Guanajuato dejó patente su madurez y bien pudo pasear una oreja, pero todo quedó en cerrada ovación desde el tercio.

Su segundo, también de Tequisquiapan de Fernando de la Mora, no terminó por emplearse en los engaños de Silveti, quien supo quedarse quieto y plantar cara con orgullo, pese a algunas ráfagas de viento que le molestaron, como quedó de manifiesto en las bernadinas finales sin estoque. Un pinchazo le privó, tal vez, de llevarse un triunfo numérico.

No obstante, es menester destacar el buen momento por el que atraviesa el torero de dinastía, así como el compromiso con el que justificó su inclusión en una cita de tanta significación en la historia de la tauromaquia en la capital.

El que tuvo una tarde aciaga fue Andrés Roca Rey, que además mostró una actitud por momentos como si saliera solamente a cumplir. Cierto es que el primero, muy atacado de kilos, se paró casi desde salida e incluso parecía que no veía bien de cerca. Ante esta situación tan complicada, el peruano cortó por lo sano, aunque muchos aficionados esperaban mayor esfuerzo de una primera figura del toreo, que además anduvo desacertado con los aceros. Hay que apuntar, no obstante y para ser objetivos, que ni un esfuerzo superior hubiera podido remontar algo tan cuesta arriba.

El que cerró plaza fue un toro que, si bien se movía, lo hacía sin ritmo y terminaba desluciendo el muletazo. Roca Rey nunca se acomodó y la faena se fue diluyendo ante la decepción de un público desencantado. La bronca fue fuerte al eternizarse con los aceros hasta escuchar los tres avisos.

Duro revés para Roca Rey en una tarde de tanto compromiso, pero a su lado tiene a un hombre que además de haber sido un gran torero, es una persona seria y cabal, Roberto Domínguez, quien sin duda alguna será un eslabón fundamental para que Andrés siga su camino a la cima del toreo.

En medio de estas tres historias bien diferenciadas, el momento cumbre de una tarde histórica es, y seguirá siendo, el vibrante "Ole" de la libertad.

Ficha
Ciudad de México.- Plaza México. Primera corrida de la Temporada de Reapertura. Lleno, en tarde agradable, con algunas ráfagas de viento. Toros de Tequisquiapan de Fernando de la Mora, de buena presencia y con muchos kilos, aunque de escaso juego en general, de los que destacó el 1o. por su clase, aunque sin estar sobrado de fuerza. Pesos: 589, 522, 562, 532, 590 y 447 kilos. Joselito Adame (verde hoja y oro): Palmas tras aviso y palmas. Diego Silveti (verde bandera y oro): Ovación y palmas. Andrés Roca Rey (verde esperanza y oro): Pitos y bronca tras tres avisos. Incidencias: Destacó Fernando García tras dejar un buen par al 1o. lo mismo que Efrén Acosta luego de una buena vara al 5o. Los tres toreros partieron plaza desmonterados en señal a los aficionados. El festejo comenzó con 20 minutos de retraso para dar tiempo al público que se amotinó en los pasillos de la plaza, previo al festejo, debido a los problemas que hubo para acceder a la plaza, derivado del cierre de calles aledañas por las protestas de violentos grupos antitaurinos.


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