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Emiliano Osornio confirma su clase

Sábado, 23 Sep 2023    CDMX    De Labra | Foto: Hidalgo           
Y cortó la primera oreja de la temporada novilleril en la capital
Emiliano Osornio tiene planta de torero. Pero no sólo la percha, sino también el concepto. Y eso, en estos tiempos que corren, hay que conferirle un valor añadido. Ya lo había demostrado en el mes de marzo, cuando hizo su debut en esta misma plaza, la de Tlalpan, donde hoy confirmó sus maneras y estupendo hacer, con su toreo despacio y sincero, ante uno de los novillos del hierro de Arroyo, que envió un encierro interesante, con distintos matices.

Y si es cierto que no le tocó el mejor novillo de la tarde –ése fue para Carlos Mauricio– el alumno de El Payo volvió a dejar un magnífico aroma con su toreo, por ceñido y recio, en el que las pausas, las distancias y las alturas de los engaños, hacen pensar en un torero con mucha proyección, quizá uno de los más interesantes del momento.

Que la faena no tuvo redondez quizá es cierto, porque tampoco el novillo criado por Pepe Arroyo terminó de romper, pero que ahí quedaron los muletazos más sentidos y toreros de la tarde eso es innegable, y el margen del merecido premio de la oreja, lo importante es haber ratificado aquella primera impresión –tan importante siempre–, que el torero nacido en el Estado de México había dejado en esta plaza hace algunos meses. Habrá que verlo más, pues, para seguir paladeando su toreo, que es de cante grande.

En este segundo festejo en el recoleto coso de Tlalpan también lució Pablo Martínez –nada que ver con el brazo derecho de Pepe, del mismo nombre– y éste que apodan "Finito", tlaxcalteca de tez morena y acerada, que estuvo en la escuela taurina de Madrid un tiempo y consiguió debutar sin picadores en España, la suerte le favoreció más en esta segunda comparecencia en la Plaza Arroyo.

Vaya vestido se traía el tal Finito, de figura del toreo. Y si a veces resulta un tanto chocante ver a un novillero en ciernes tan bien vestido, por aquello de que siempre es bueno que eso se lo ganen con el paso del tiempo, la ropa no desmereció en absoluto gracias a su entrega, a ese constante sobreponerse a su miedo y plantarle cara, con más disposición que conocimiento, a un novillo muy serio, que tenía dos afilados pitones por pitones.

Animoso con el capote, y también en el quite, que fue por chicuelinas, luego trazó una faena interesante con las consiguientes lagunas del principiante, pero con una facilidad innata para conectar con el público que, en esta ocasión, a diferencia de su actuación anterior, ahora sí pudo aquilatar su forma de torear.

Dos pinchazos y un metisaca le arrebataron la posibilidad de cortar un trofeo, pero ahí quedó su entrega, inclusive después de haber sido zarandeado de manera angustiante cuando buscaba abrochar su faena con unas ajustadas manoletinas.

Julián Garibay era el más toreado de la cuarteta que se presentó hoy en Arroyo, y si bien es cierto que tiene un sólido valor y ha ganado en confianza tras la grave cornada sufrida en España el año anterior, no terminó de redondear delante de un novillo que tenía un buen pitón derecho.

El tapatío se afanó en torear más por el otro lado, cuando a todas luces, después de probarlo con la izquierda, lo que ahí se imponía era seguir toreando con por el otro lado, por dónde ya había cosechado los mejores dividendos de una faena seria que agradó al público. Y como es natural, a los más toreados hay que exigirles, conscientes de su capacidad. Habrá que darle tiempo y pedirle que se concentre en hacer las cosas con menos celeridad, sin dejarse avasallar por las ansias de triunfo que suelen atenazarle.

Carlos Mauricio, el michoacano, no debió salir por delante, pues tiene menos experiencia que otros de sus compañeros de cartel. Pero según eso su debut en la Plaza México sin picadores le daba esa antigüedad que lo obligó a abrir plaza ante un novillo ofensivo por delante, de pitones negros que, de salida, no prometía nada.

Conforme fue transcurriendo la lidia, y tras el soberbio puyazo de Omar Morales, el de Arroyo se asentó y acabó embistiendo de dulce, quizá sin humillar del todo, pero con una nobleza extrema. Y ya cuando Carlos Mauricio se percató de que debía confiarse, de la había pasado media faena toreando con temple, pero a prudente distancia. De cualquier manera, ahí quedó de manifiesta su voluntad de hacer bien la cosas, aunque a veces le costaba mucho llegarle al novillo a la cara para provocarle la arrancada, la primera, la más difícil, porque después acudía con mucha obediencia a su muleta.

Una estocada perpendicular y contraria, que parecía le iba a granjear una oreja, se quedó en nada cuando el novillo no acusó los efectos de aquel espadazo que, en un principio, había sido coreado con entusiasmo por la gente.

Al final del festejo, profesionales y aficionados chipén, comentaban las incidencias de la tarde, y también la falta de más público en los tendidos. Urge cerrar filas y acudir a los toros en la capital, aquí donde no están prohibidos los toros, y donde es preciso aprovechar este gran esfuerzo de la empresa por mantener viva la llama de una Fiesta atacada.

Ficha
Ciudad de México.- Plaza Arroyo. Segunda novillada de la temporada. Poco más de un tercio de entrada, en mediodía agradable. Novillos de José Arroyo, bien presentados, desiguales en hechuras y cornamentas, de juego variado, de los que destacó el 1o. por su calidad. Otros fueron manejable en su conjunto y, en mayor o menor medida, ofrecieron distintas prestaciones para el lucimiento. Pesos: 406, 436, 422 y 418 kilos. Carlos Mauricio (blanco y plata): Palmas tras dos avisos. Julián Garibay (grana y oro): Ovación. Emiliano Osornio (grana y oro): Oreja. Pablo Martínez "Finito" (azul pavo y oro): Ovación. Incidencias: Destacó en la brega Rogelio Sánchez, que lidió al 1o. con temple y clavó buenos pares al 3o. y saludó una ovación e invitó a José Luis Castañeda a acompañarlo; y en varas, Omar Morales, que colocó un buen puyazo al 2o. Al finalizar el paseíllo y la correspondiente presentación de cada uno de los novilleros, se rindió un homenaje póstumo al matador Jaime Rangel, fallecido el reciente 7 de septiembre; y una de sus hijas, Mónica, salió a dar la vuelta al ruedo llevando sus cenizas, en compañía del maestro Jorge Gutiérrez, a quien el gran torero hidalguense apoderó durante una etapa de su carrera.

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