El tlaxcalteca cortó la única oreja al segundo toro de su lote y además se llevó a sus vitrinas el trofeo en disputa al mejor par de banderillas, del festejo que quedó en un mano a mano. Pero fue una noche de mucho apremio ya que, en el segundo, que fue muy difícil y complicado, el subalterno Diego Bricio se escapó milagrosamente de dos coladas y un arreón con peligro.
En el tercero, Sergio Garza sufrió una fuerte voltereta que le impidió salir de la enfermería para matar sus dos toros, mientras que El Chihuahua se dislocó el hombro izquierdo luego de atender la invitación de su compañero tlaxcalteca en el cuarto toro del festejo.
El Zapata llegó con aires de romanticismo cuál es su toreo, emulando a El Pana y Curro Rivera en diversos pasajes de su actuación. Primero fue con el capote en el que lució con las largas cambiadas al hilo de tablas y en el quite por chicuelinas, donde fue ovacionado. El desafío en el segundo tercio comenzó con un giro en la cara del toro antes de clavar al violín en el primer par; un soberbio cuarteo en el segundo y un quiebro y violín en el tercer par, donde tomó la ventaja a sus alternantes.
Supo entender y aprovechar la calidad, recorrido y fijeza, del toro que abrió plaza, al que le cuajó una faena completa, cadenciosa y sabrosa por ambas manos, que ensució con una estocada baja y a pesar de la petición el juez no le concedió la oreja. Vuelta entre aplausos.
Luego se encargaría de terminar la labor con la franela del toro que dejó Garza, en tercer lugar, al que despachó de estocada entera y ante el segundo de su lote, abrochó su triunfo del desafío con la ejecución de tres estupendos pares, al que le seguiría una faena pasada por viento, que fue premiada con la única oreja de la noche.
El Chihuahua que llegaba a su segunda noche consecutiva luego de su triunfo anterior de hace tres semanas, se estrelló con un complicado astado que trajo en apuros a la cuadrilla, siendo casi imposible poder lucir en los dos pares de banderillas que intentó colocar, pese a la hostilidad de un aficionado del tendido cálido que exigía los tres pares cuando el toro no daba prestaciones. Con este escuchó palmas.
Luego vino la desafortunada lesión en el cuarto toro (de El Zapata) y a pesar de que regresó para matar al segundo de su lote, quinto del festejo, Antonio tuvo que clavar tres pares al violín con la derecha, de gran exposición, ante un astado serio y ofensivo de encornadura. El toro no transmitió al tendido y la faena se vino a menos.
La empresa decidió dejar en mano a mano el festejo al anunciar que el sexto también sería para Antonio, pese a los reclamos del público y a pesar de que El Zapata únicamente había entrado para cumplir y dar muerte al de Garza en tercer lugar de la lidia, sin intentar completar una faena para su cuenta. Así pues, ante el sexto, El Chihuahua lo recibió de hinojos en el tercio, para luego ejecutar las mejores chicuelinas de la noche, a pies juntos en el centro del ruedo.
Todavía intentó arrancarle el trofeo que era virtualmente de El Zapata, con tres arriesgados pares al violín en todo lo alto. Luego la faena cobró vuelos y tras liquidarlo, se retiró en silencio.
Por su parte, Garza volvía ante su afición con la ilusión de pelearle las palmas a sus alternantes en el segundo tercio, donde es hábil rehiletero. A este lo recibió con dos largas que le salieron pintadas en los medios. En varas el astado ocasionó un tumbo a Ricardo Gaytán "El Zurdo" y se hizo un herradero.
Aquí comenzaría lo bueno, ya que el regio traía sorpresas en el segundo tercio. Primero, colocó un par a violín, luego en el segundo par hizo algo nuevo, como lo había prometido y sorprendió que, al momento de clavar en el morrillo, mediante un mecanismo ligero, dos palomas salieron de dos pequeñas cajas que iban colocadas en cada banderilla, al que llamaremos ‘el par de las palomas’, si es que aún no tiene nombre. Cumplió en el tercero al dejar un comprometido y vistoso par al quiebro pegado a tablas.
Su primera tanda con la franela fue buena, de mostrar al toro por donde acudir el engaño. Pero en la segunda, luego de torear por derechazos y rematar con el de pecho, Sergio salió airoso, pero le perdió inexplicablemente la cara, momento que el de Xajay aprovechó y lo embistió de fea manera por la espalada, pasándoselo de un pitón a otro y azotándolo en la arena de fea manera, donde acudieron por él en su auxilio. Fue un costoso error del que seguro aprenderá para futuras ocasiones.