Decían los cronistas antiguos, que lo peor que puede pasarle a un torero o a una tarde es que, precisamente, "no pase nada". Pues la tarde de hoy, en el recoleto (qué bien se está, por cierto) cortijo "Los Fernández", el novillero ecuatoriano Juan Palacios "El Pantera", al lidiar el último de la tarde, se encargó de que no fuera así.
Un encierro bien presentado, del histórico hierro de Torrecilla, que atacó fuerte los capotes y a los piqueros, el que le correspondió en suerte a El Pantera le cuajó chicuelinas en el mismísimo centro del ruedo, para rematar con la vistosa revolera engarzada al espectacular manguerazo de Villalta que hizo estallar los tendidos. Luego del gran puyazo de David Vázquez, se echó Juan el capote a la espalda, y de nuevo, inmóvil, en la hipotética boca de riego se recreó en ajustadas gaoneras.
Para el segundo tercio, el público de toros, que tiene un increíble sexto sentido exigió que el moreno, avecindado en la perla de occidente pusiera los palos. Así lo hizo el sudamericano. El primer par fue un buen cuarteo por el derecho. Para el segundo, Palacios se puso de hinojos al tercio contrario del morito.
Arrancó "Nelson". El morenazo lo aguantó y cuando nadie lo esperábamos, se puso de pie, arrancó hacia el novillo… ¡Y saltó por encima, para dejar los garapullos igualados en todo lo alto! La plaza entera también saltamos y, mexicanos al fin, de inmediato bautizaron el par como "La panterina". Seguramente, así van a exigírsela.
Comenzó la faena de muleta con dos cambiados por la espalda, ligados con sendos de pecho. Las gradas ardían. Se dio a correr la mano. El de Torrecilla (el mejor de la tarde, premiado con un arrastre lento) se templaba al ritmo de la sarga del sudamericano. Pero como Palacios se dormía en la suerte, el morito pisó el trapo y lo hizo garras. Ni modo. Como esa muleta es la única que tiene el torero, alguien le hizo el favor de prestarle otra. Pero otra vez le arrebató el novillo la muleta. A conseguir otra.
El público le tuvo paciencia, porque fue lo mismo con otras dos muletas prestadas. Tanto se recrea en la suerte, que pierde el sentido del ritmo. Pero ya lo aprenderá.
Se tiró a matar a topa-carnero; no quería perder el triunfo. El de Torrecilla, con el espadazo entero, feo le echó mano, para en la arena darle un pitonazo en la cabeza y dejarlo grogui. Con auxilio de su cuadrilla recibió el trofeo y luego se fue a la ambulancia, donde el doctor Francisco Preciado, jefe de los servicios médicos de plaza ordenó su traslado al Hospital Country 2000 donde se le realizarán los estudios pertinentes.
Vaya ejemplo de afición de Juan Palacios. Es el cuarto novillo que mata en su vida. Se vino como pudo de Ecuador y aquí se la ha rifado para sobrellevar las cosas. Ahora, decían sus acompañantes ¿Qué vamos a hacer para pagar tres muletas? Por el corte de la oreja, tiene un pie dentro del festejo de triunfadores, pero es pregunta: ¿Qué pasaría si lo repiten el próximo domingo? Es sólo una pregunta.
El duranguense Eduardo Neyra ratificó sus buenas condiciones con el primero de la tarde. Destaco un par de series con la izquierda, en las que entendió que el buen, aunque corto recorrido, debía toreársele con la muletita atrasada, y entonces escuchó los olés más profundos. Un pinchazo, entera bajita y ovación que convirtió en vuelta al ruedo.
Otro que mantuvo su sitio fue el apizaquese, José Alberto Ortega. El novillo que le correspondió se partió un pitón en un burladero y hubo de saltar el sustituto de San Marcos. Por la dificultad de las corraletas hubo de correrse el turno y se lidió en ese momento, l tercero en el orden, correspondiente al capitalino Diego Garmendia.
"Tapatío" de nombre, como sus hermanos apretó en las telas y al piquero David Vázquez quien con este ejemplar cuajó un gran puyazo. El de Torrecilla fue obediente y noble, con el que Garmendia no logró romper, a pesar de su ejemplar entrega.
Con el segundo bis, un serio berrendo, calcetero y botinero de San Marcos, Ortega puso todo el empeño. Hasta incluso llevarse una fea maroma al citar con la capa. Enrabietado se echó el capote a la espalda para cuajar tres ceñidísimas saltilleras y arrancar las ovaciones del tendido.
Brindó al cielo, a la memoria de su tío, el recientemente fallecido Rafael Ortega, y le cumplió con creces. El del hierro alteño embistió con la cara alta y hubo que llevarlo prendido hasta el final del muletazo. Así lo hizo por momentos y emocionó a la exigente parroquia. Abrochó con apretadas manoletinas. Tres pinchazos, para escuchar palmas de reconocimiento.
El próximo domingo anuncia la empresa a las cinco de la tarde, se lidiará un encierro de Vistahermosa, para César Pacheco, Enrique de Ayala, Jesús Sosa y Emiliano Osorno. Por fortuna, ya se calentó la temporada y todavía queda cuerda. Hay que apoyar este proyecto, porque en los novilleros está el futuro de la Fiesta.