La entrada no fue la esperada, pero los asistentes que asistieron presenciaron un festejo de interés. Y es que los toros debutantes en este coso de Gonzalo Iturbe no se la pusieron fácil a los toreros, ya que tres de ellos sacaron complicaciones, sin duda por el origen propio de la estirpe Piedras Negras que tiene; además, todos, en ese tipo. Porque, también, las reses que permitieron el toreo no es que hayan sido precisamente buenos del todo, pero los diestros supieron entender las condiciones y, así, remontaron la tarde.
El máximo triunfador fue Calita que entró en el cartel sustituyendo al anunciado inicialmente Joaquín Galdós. Su primero, un toro que le faltaba rematar en presencia, le permitió interpretar el toreo con el capote. Apenas cumplió en el caballo, y con la muleta, si bien el toro repitió, vino a menos casi pronto, pero el torero aprovechó cabalmente las embestidas, por el pitón derecho, en lo que le permitió la res. Mató de estocada desprendida, para que se pidiera con fuerza la oreja.
Su segundo, más hecho, entipado en el encaste, lo toreó bien a la verónica, con todo y que el animal volvía pronto. Salió suelto al sentir apenas la puya. En banderillas, parecía que, por las condiciones, no habría una faena de lucimiento, pero el animal sacó como cualidad la fijeza, que aprovechó Calita para torearlo así de cerca por el pitón derecho, siempre intentando alargar el viaje de la res, emocionando a la concurrencia. Hubo adornos, como molinetes y los de trinchera y un desplante. Nuevamente dejó una estocada tendida, con la que dobló el animal con el hocico cerrado, para que se pidiera nuevamente una oreja con fuerza.
Sergio Flores sustituyó a Arturo Macías, herido en la feria de su tierra, ayer. Tuvo una tarde digna en ambos el tlaxcalteca. Con el que cerró plaza estuvo vibrante al torearlo a la verónica y en el remate, y aunque se rajó en el caballo, tuvo motor y voluntad en la muleta, que fue mejor por el pitón izquierdo que por el derecho. Trazó importantes naturales, pero luego quiso meter a la res por el derecho, y aunque se quedaba corto y protestaba, lo metió y le extrajo ayudados que le reconocieron. Acometió con la cara a media altura y terminó defendiéndose, pero la faena estaba hecha.
Mató de casi una estocada entera baja, pero el despistado público pidió con fuerza la oreja… la concede el juez… la gente insistió en una segunda (si bien ya la primera no la merecía, por lo defectuosa de la estocada)… arreció la exigencia. Todo bien… pero el juez no aguantó la presión, y ahí va, a regalar la segunda. En fin, algunos aficionados a disgusto y los villamelones contentos.
El Zapata se diría como reza el dicho popular: "bailó con la más fea". El que abrió plaza fue el toro más complicado, con mucho sentido, violento, siempre llevando la cara arriba; difícil de llevar las acometidas con el percal, protestando en el picador. Banderilleó con afición, y en cada par que clavó, el animal cambiaba y se orientaba más. Pocas veces visto en la actualidad. Con la muleta al torero no le bastó la voluntad, porque trató de desengañar a la res para esbozar algún pase bien, pero no pudo lograrlo, lo que sí, es que lo mató al primer viaje, de una estocada apenas tendida, con la que dobló el animal con el hocico cerrado.
Su segundo, un espectacular franciscano de capa, que tuvo una salida emotiva, en cambio al capotearlo volvía en dos manos, echando la cara arriba y punteando, limitándose entonces a bregarlo. Banderilleó con efectividad, siendo el tercer par el que hizo que la gente se pusiera de pie para que le aplaudieran con fuerza. Con la muleta estuvo firme: sobó al toro, intentó la faena y logró pasajes importantes porque el burel llevaba la cara arriba, se orientaba y no siempre acometía con franqueza. Lo despachó de estocada tendida, para retirarse a la barrera bajo fuertes palmas.