Hoy se ha vivido otra tarde plena de emociones. A diferencia de ayer, la parroquia llegó a la plaza este domingo de mejor talante, y los toreros con la disposición a tope. Cada quien a su aire, y con su estilo, conectó fuerte con el público, superando las particularidades de una corrida muy movida.

Para comenzar, se lidió un encierro que, a pesar de su alta romana, conservaba la finura de su tipo y, aunque tuvieron calidad y nobleza, los kilos no les permitieron a los pupilos de los señores Martínez Vértiz desarrollarse en toda su plenitud.

Abrió la jornada el jovencísimo rejoneador Javier Funtanet –sustituyó a su hermano José, quien sufrió una lesión en el pie derecho que le impidió cumplir con su compromiso en Autlán. Así que el destino le dio a Javier el regalo de torear dos tardes seguidas en el carnaval taurino más importante de México, de la que hoy fue la primera.

Con el primero de la tarde, Funtanet se dejó llegar a "Vikingo" a los estribos, y con gran afición colocó muy lucidas banderillas, particularmente las cortas. Aunque no fue muy acertado con el rejón de muerte, el público le llamo a recibir una ovación en el tercio. Mañana seguramente estará más relajado.

Arturo Macías no está dispuesto, por ningún motivo, a pasar desapercibido, actitud que por supuesto le agradece el público. Si el toro no embiste, él lo hace. Si el toro se presta a templarlo y llevarlo suave y prendido en los engaños, Macías puede y sabe hacerlo; pero cuando los toros comienzan a ponerse como para deshacerse de ellos, el hidrocálido se enrabieta y, si hay necesidad, se mete entre los pitones para demostrar que es un espada que será garantía en la etapa en la que (ojalá se mantenga) los toreros nacionales llevan el peso de los carteles de las diferentes ferias de México.

A su primero lo toreó con sabrosura para llevarse un par de orejas y al segundo le arrancó una oreja, literalmente, a mordidas en una actuación que el público disfrutó de principio a fin.

Por su parte, vaya par de retos que afrontó Juan Pablo Sánchez. Los toros que le correspondieron en el sorteo, ambos se inutilizaron en el ruedo. El primero –590 kilos– remató con tal fuerza que ¡increíble! se quedó reparado de la vista. En su lugar, como sustituto, saltó a la arena un ejemplar de José Julián Llaguno al que Sánchez entendió, lo sometió, lo aguantó, y le cortó una valiosa oreja.

El segundo de su lote –que pesaba 550 kilos– se partió el pitón derecho desde la cepa, para que fuera reemplazado por otro, también del hierro zacatecano de José Julián Llaguno. Este segundo reserva fue un toro con temperamento, pero Juan Pablo tuvo los arrestos para consentirlo, dominarlo, meterlo en la canasta y torearlo con un mérito innegable. También le cortó una oreja.

Quien tuvo que tragar con la peor dosis fue el cumpleañero Leo Valadez. Su primero, corrido en cuarto lugar, pronto se desfondó y no le dio posibilidades de realizar una buena labor.

El segundo que le correspondió embistió mejor y más tiempo. Y aunque sin ser excepcional, Valadez lo aguantó por ambos lados para llevarlo bien embebido en sus engaños. Cubrió con solvencia el tercio de banderillas y la gente le aplaudió con entrega. Lástima que, contra su costumbre, pinchara a "Orujo", incluso hasta escuchar un aviso, pero los autlenses lo despidieron con mucho cariño.

Para el día de mañana a las 17:00 horas, se anuncian siete toros de Santa Inés, para el rejoneador Javier Funtanet, y a pie, Diego Silveti, Luis David y Diego Sanromán.