La pertinaz lluvia ligera que se presentó desde las primeras horas de la tarde, aunado al frente frío de los últimos días, auguraban una noche incómoda para los espectadores en los tendidos y de poco lucimiento para los toreros, en el cerrojazo de la temporada regia en la Monumental Monterrey.
Afortunadamente, la fina pelusa sirvió solo para mojar el ruedo, pero sin afectarlo con encharcamientos y la corrida se pudo llevar sin contratiempos, aunque eso sí, del frío nadie se escapó y los toreros, incluso, tuvieron que usar guantes.
Era la corrida en la que Julián López "El Juli" retornaría después de casi cuatro años de ausencia, en la que fue apenas su sexta actuación como matador ante el público de Monterrey, donde sólo había cortado tres orejas, en las cinco tardes anteriores en la Monumental, una de estas con salida a hombros por la Puerta Grande.
Y si no la consiguió esta noche, fue a causa de los aceros, ya que la faena a su primero, que fue un toro noble y entregado, el madrileño estuvo en plan maestro al estructurar una labor suave y templada por el pitón derecho, a media altura, consintiendo a su enemigo.
La muleta de El Juli poco a poco fue seduciendo también a la afición, que terminó entregada y como impaciente por premiarle con las orejas, pero entonces vino el desánimo, tras el pinchazo hondo en buen sitio, pero el toro no dobló, hasta después de cuatro descabellos, un nuevo pinchazo y una desafortunada estocada, casi en los costillares, para retirarse luego de escuchar un aviso.
El segundo de su lote, de estilo diferente, un poco más duro, lo fue entendiendo hasta hilvanarle series de derechazos, con adornos, en otra labor que complació al público. A este lo mató al segundo viaje y pudo cortarle la oreja.
Octavio García "El Payo" no se acomodó con su primero desde los primeros escarceos con el capote y con la muleta tampoco dio la impresión de sentirse muy a gusto.
Su segundo fue mejor y la faena fue creciendo en intensidad y buen gusto por ambos lados. Mató pronto y cortó una oreja. Pero el queretano quería más, en esta noche importante para la terna y por regalarle al estoico público un poco más de su quehacer.
Regaló un sobrero que hizo séptimo, que tuvo buen son y recorrido, y otra vez deleitó con una faena armoniosa y de calidad. Rubricó la faena bien y pronto para conseguir su segunda oreja de la noche, pasaporte para salir a hombros.
Y quien ha estado muy bien esta noche ha sido Diego Silveti, un torero al que le ha ido costando entrar en el gusto de la afición pero que, a base de entrega, valor y clase, se ha echado al público a la bolsillo.
Su primer toro tuvo calidad y bravura y lo supo entender desde que lo recibió de capa. En la boca de riego ejecutó el cambiado por la espalda, que le salió pintado, para luego correr la mano, con el compás abierto y mandando de aquí hasta allá en los muletazos a "Dominó", de Fernando de la Mora.
La faena fue brillante, sin mácula, sobre todo por el pitón izquierdo que fue el mejor, antes de firmar las serie final con las bernardinas. Mató de tres cuartos de estocada en buen sitio y el juez, Antonio Quiroga, le concedió las dos orejas de inmediato.
Con el sexto, Diego confirmó su evolución en otra faena artística y con clase que conquistó al público que esta vez le aclamó con los gritos unánimes de ¡torero, torero! La suerte suprema la preparó a detalle, resultando un estoconazo hasta las cintas en la suerte a un tiempo. Desafortunadamente, el juez no lo vio así y, a pesar de la fuerte petición del público, no concedió ningún trofeo, quedando todo en una aclamada salida al tercio.
Con este festejo terminó la temporada regia en la Monumental que este año constó de nueve festejos, seis de ellos de corte temático y los tres últimos correspondientes al recuperado Serial Taurino Internacional, que eso es muy positivo. En general, se resume una temporada artística exitosa y un retorno esperanzador de la afición a los tendidos. Ojalá que por ahí siga.