De no haber sido por la ausencia de aquel personaje que cruzaba mí barrio con el pregón de su oficio ¡El afilador! hablaríamos de una tarde más plena aún. Eso sí: hoy vimos también la prueba que las orejas benefician a quien las merece y las corta; mientras los toreros se las llevan en su espuerta, los aficionados llevan sus emociones vividas a su vida cotidiana, a las mesas de café, a las charlas durante la semana, y a la fila para adquirir su boletos para la tarde siguiente.
Una importante actuación de Andy Cartagena, de los Forcados Amadores de México, de José María Hermosillo y de Miguel Aguilar. Todos, absolutamente todos perdieron trofeos por fallar con los aceros. Inclusive, la oreja de Hermosillo, en Guadalajara, nunca debió haber sido otorgada ¿Luego de cinco pinchazos?
¿Faena meritoria? Sí. ¿Entregada? También. ¿Emotiva? Claro, por supuesto ¿Pero de premio… ¿ no señor. Y para Guadalajara, ni se diga. Entiendo a los aficionados aguascalentenses que se desplazan a nuestra ciudad (taurinamente importante, y ellos lo saben). Sin embargo, su apoyo empujó a a don Alfredo Sahagún a de nuevo equivocarse. La gente de Aguascalientes no tiene la obligación de respetar ni conocer el reglamento tapatío. Pero el juez de plaza… sí. Conocerlo, y respetarlo, y hacerlo respetar.
Me duele ver a un luchador como el licenciado Sahagún, quien ha sido pieza clave para que Guadalajara tenga ese prestigio de seriedad vigente arrastrar así la cobija.
Enhorabuena a Hermosillo quien se entregó plenamente. Que decidió poner su vida en prenda. Mas las orejas se ganan con la muleta, y se cortan con la espada. Su entrega no fue sólo en el toro de regalo, sino a través de toda la tarde. Sus tres faenas tuvieron aguante, valor, valía y también inteligencia y decisión.
Los de Santa Inés, con trapío, finos, parejos de hechuras, de tipo, de un comportamiento que no mostraron cosas feas, pero sí una debilidad que hizo que algunos se frenaran a media suerte.
Destaco un quitazo, de frente por detrás cuando José María nos dio el primer gran susto; porque al momento de rematar la ceñidísima serie, el toro le alzó por el aire prendido el torero por una pierna. Otras dos cogidas sensibilizaron a parte del público. No se diga cuando por fin el toro le infirió un cate en la pierna izquierda.
Cartagena es, sin lugar a dudas, un gran jinete… un gran torero. Se deja llegar muy cerca los toros, además que torea muy bien. Gusta mucho al tendido. Las dificultades que tuvo fueron, sobretodo, por la falta de fuerza de los de La Estancia. Por fortuna, el segundo de su lote embistió mejor y pudimos disfrutar lo mejor del rejoneo: piruetas, quiebros en un palmo, giros en la cara, toreo de costado, incluidas las banderillas cortas. Pero vino la suerte suprema… pa" llorar.
Aguilar no fue, precisamente una sorpresa, pero sí una revelación que se consolida.
Con base en su buen toreo más su entrega, logró que lo tapatíos estuvieran de su lado. Ninguno de sus toros, por la falta de fuerza le dieron facilidades, pero sí fueron materia prima para que pudiésemos valorarle. Sobre todo el segundo tuvo un sitio, una distancia y un ritmo inusual –cosas que dan los toros (por su edad) de esta plaza.
Así las cosas, la empresa anuncia para las 16:30 de la tarde, el próximo domingo 27 de noviembre, al caballero Diego Ventura. Y a pie, Arturo Macías y Diego San Román , ante un encierro de Fernando de La Mora. Suerte para todos.