Esta tarde, en lo que ha sido la reapertura a las actividades, mismas que estuvieron paradas dos años por la emergencia sanitaria de la pandemia deCovid.19 en Pachuca, se celebró la primera corrida de la Feria de San Francisco, que tuvo un tono de interés, empezando por el juego emocionante de los toros de Xajay y, en segunda, por el empeño y entrega de los diestros, que a la postre triunfaron, Calita y El Payo, y en su tenor, Silveti, haciendo que la gente (que ocupó una buena parte de los tendidos), saliera contenta de la monumental Vicente Segura.
Reapareció la ganadería Xajay en este coso y lo hizo mandando un encierro, aunque apenas en lo correcto de presentación, tuvieron contenido, emoción, se emplearon en los caballos y tuvieron en general calidad y contenido con distintos matices.
La entrada, decíamos, fue buena (lo fueron realmente, porque los "pronósticos" eran otros), además que las condiciones climáticas no ayudaron del todo, por las rachas de aire que hubo, sin decir del frío, ya característico de octubre.
El máximo triunfador, como se dijo, fue Ernesto Javier "Calita", que ante un espectacular toro franciscano de capa, que saludó con una larga de rodillas en tablas, de pie instrumentó verónicas bien hechas, rematadas con media. El animal acudió encelado al caballo. El torero estuvo bien en quites, sobresaliendo en banderillas Fernando García, quien salió al tercio a escuchar una calurosa ovación.
Calita comenzó con un emocionante cambiado por la espalda en los medios, que el animal lo permitió, pues se arrancó de largo, sin pensárselo. Luego corrió la mano con empaque. El burel tuvo calidad y un recorrido largo, aunque venido a menos, por el castigo ya dicho. El diestro estuvo entonado, entregado, realizando una faena que gustó a la concurrencia.
En el epílogo hubo pases por alto, muy quieto, pero lo despachó de un bajonazo. De cualquier manera, la gente pidió las orejas que le fueron concedidas.
Pero la faena importante estuvo en su primero, con el toro más emotivo e importante del encierro, aunque por su presencia escuchó algunas protestas cuando salió al ruedo. Lo recibió con una larga cambiada de rodillas, y de pie verónicas, muy celebradas, rematadas con una revolera. Llevó a la res con chicuelinas al paso al caballo, muy coreadas.
El puyazo apenas fue marcado, para luego quitar por navarras, muy ovacionadas igualmente, merced de la entrega que transpiraba el torero. De muleta estuvo entonado, cuajando muletazos con la diestra templados, que le reconocieron con fuerza por su calidad. Con la izquierda también había que meterlo, y le cuajó naturales con empaque.
Más tarde ejecutó tres pases de pecho rodilla en tierra, a un toro noble, obediente, con clase y fijeza, y que nunca abrió el hocico. Manoletinas y el de pecho en el remate, siendo reconocida su entrega. Mató de media trasera tendida, media perpendicular trasera y pinchazo hondo. Hubo silencio y ovación al toro en el arrastre, pasándosele por alto al juez ordenar un arrastre lento a la res, y perdiendo trofeos el torero tras emotivo trasteo.
Octavio García "El Payo", con el segundo de su lote, así como ocurrió con su primero, no se acomodó de capa. Empujó en el caballo la res y, luego de apenas las intenciones de un quite, estas se diluyeron tras una chicuelina. Ante este toro, que fue un punto violento en principio, y que exigía, logró una buena tanda por la derecha y una mejor por el izquierdo, cuando le encontró su ritmo (a la res).
Remontó la faena de mitad en adelante, donde dibujó naturales importantes, ajustados, que hicieron que cambiaran las protestas por los olés. Fue un trasteo largo, que epilogó con una estocada tendida apenas trasera, suficiente. Dio la vuelta al ruedo tras una fuerte petición de oreja, que acertadamente no concedió el juez, que aguantó indistintamente groserías por parte de los despistados.
El tercero, marcado con el hierro de Villar del Águila, Diego Silveti abrevió de capa. Le señalaron dos puyazos al animal, que empujó en el peto. De muleta metió en el engaño a un toro que, aunque repetía, no tuvo las mismas bondades que los astados anteriores, sin decir que molestó más el aire en este momento de la tarde. Hubo dos tandas con la derecha que le fueron reconocidas, con un pitón izquierdo complicado de la res. Mató de pinchazo y estocada trasera, apenas caída, para retirarse en silencio a la barrera.
Con el que cerró plaza, también con el hierro de Villar del Águila, Silveti no se acomodó con el percal. El toro tuvo otro tipo respecto del resto del encierro, además de ser muy astifino. Fue uno de los dos toros que tras sentir la puya protestó, aunque después se quedó a pelear en el peto. Instrumentó un quite por gaoneras, que remató con una revolera.
Ambos, toro y torero, se conjuntaron más que, en el primer capítulo de la faena, el matador se inspirara. Hubo dos tandas con la derecha en las que llevó muy bien, embebida, a la res, por lo que reaccionaron los aficionados. Pese a que se auguraba una faena que pudiera calar así como lo había su compañero de terna antes (que era lo que se respiraba en la plaza), no ocurrió, y tras una estocada certera (por efectividad, no por canon), hubo una tibia petición de oreja, que de ahí, no pasó.