La provincial plaza de Juriquilla, Querétaro, celebraba su XXXV aniversario y ofreció un cartel de coletas mexicanos con toros de la ganadería de Xajay; Arturo Macías (frambuesa y oro) recibió de regalo, en el día de su cumpleaños, un nobilísimo toro al que devolvió a la dehesa con el honor del indulto. 

El aguascalentense compartió la salida a hombros con Sergio Flores (azul pavo y oro), quien obtuvo dos orejas de su primer turno; mientras que José Mauricio (azul cielo y oro) dio la vuelta al ruedo con una oreja de mucho peso, mismo trofeo que José Funtanet en el primero de la tarde.

El segundo, primero de lidia ordinaria, fue un enigma para Macías; lo buscó en todos los terrenos, le jugó los brazos en diversidad de formas y no logró más que pases aislados en una faena de pundonor. Con el sexto de la función vendría su regalo de cumpleaños; tras un artístico y variado inicio de faena, el burel sacó la clase y Arturo dio muestra de un toreo con solera y gusto personal; las pausadas embestidas del de Xajay le permitieron mostrarse y disfrutar; tomó la toledana y, al amagar con el acero, un sector del público sacó sus pañuelos y solicitaron al juez que lo devolviera con todos los honores. El Juez Carlos Vega se dio tiempo para valorar la decisión y finalmente concedió el indulto.

Sergio Flores ─que celebraba una década como matador de toros─ vio su suerte de manera no muy diferente a la de su compañero; el primero de su lote se fue a estrellar en el burladero e infortunadamente se despitorró. Hubo de ser sustituido por un toro más bajo y de menor trapío.

El tlaxcalteca no escatimó en su faena y salió a darlo todo; arrancó el trasteo de muleta doblándose con el astado, por ambos pitones, para luego llevarlo a los medios disfrutar de series que le fueron coreadas desde los tendidos; el burel pronto buscó refugio en tablas y hasta allá Sergio pudo rubricar la faena con un estoconazo letal, el juez le concedió las dos orejas. Cerró plaza con un ejemplar difícil, que regateaba las embestidas; en fin, un crucigrama indescifrable; con paciencia buscó la igualada y se tiró a matar, el respetable le reconoció el esfuerzo.

Irónicamente, el único que al parecer no tenía nada que celebrar… no tuvo regalo. José Mauricio tuvo la mala fortuna de enfrentar un lote áspero, de embestidas descompuestas; toros con genio y con muy poca disposición para colaborar en la empeñosa labor del capitalino. Con el tercero de la tarde estuvo voluntarioso y realizó una meritoria faena ─más si consideramos las condiciones del burel─ que fue bien vista por un sector del público: ovación con una discreta petición de oreja. 

Su segundo mostró condiciones similares, aunque quizás con embestidas más violentas; en cada reunión tiraba derrotes como queriendo deshacerse de la franela y sin muchas ganas de pelear; ese carácter y su disposición fueron premiados tras un certero estoconazo, con una oreja.

Los hermanos Funtanet siguen mostrando sus avances en los lomos de una cuadra obediente y bien adiestrada. José inauguró la tarde con una labor aseada, con tal temple que llegó a levantar al público emocionado; mató en el segundo viaje y fue premiado con una oreja. Javi no corrió con la misma suerte; si bien su toro no fue un cúmulo de fortaleza, le permitió lucir en especial al clavar banderillas; no acertó con el rejón de muerte y un sector del público rompió el idilio con el joven rejoneador.

Mención aparte merecen los integrantes del Grupo de Forcados Queretanos que celebraban cuarenta años; los aficionados tradicionalmente los han apoyado y esta tarde no fue la excepción.  Tarde de fiesta, de Fiestas Patrias… de aniversarios y cumpleaños; noche de gritos ─¡torero!, ¡torero!─ y de Grito.