Regresó a Las Ventas el mexicano Arturo Gilio tras su grave cogida el día de su presentación en plena feria de San Isidro. Esta vez, pasó sin pena ni gloria toda vez que se empotró contra un lote deslucido y a la defensiva que no le proporcionó ni el más mínimo atisbo de triunfo siendo silenciado en sus dos turnos, y eso que la espada le funcionó a las mil maravillas. Aguantó estoico coladas e impertinencias del tercero de Los Chospes en una labor breve que solventó de una meritoria estocada.
El sexto de Torrealba y con el público a la contra tras la concesión del apéndice que suponía el triunfo de Molina unido a la aparición de incómodas rachas de viento no le dejó expresarse en la primera parte de la faena para posteriormente, ya más templado dejar pasajes estimables en redondo por el pitón derecho para despeñarlo de otro zambombazo con la tizona. Aunque para Zambombazo el de José Francisco Molina en su presentación: puerta grande al valor desbocado.
Sin titubeos el novillero de la escuela de Albacete, José Fernando Molina ha dado una lección de entrega y de cómo se debe venir a Madrid. Era su presentación en Las Ventas y cayó de pie: con susto en la portagayola incluida y cosechando sendas actuaciones de gran dimensión. Porque mal que le pese al sector más contestario de la plaza, Molina ha estado en novillero.
No ha dejado pasar ni una: como decimos: portagayola, paliza posterior, quites, bernardinas, estocadas (vale sí, la del sexto algo baja), entrega desmedida y hasta un pitonazo que le proporcionó el mal aire que tuvo el quinto de Torrealba (que fue el remiendo de la novillada de Los Chospes por cierto, con algunos ejemplares impropios de la plaza de Madrid).
El gran "Hurtador" no le robó la cartera al manchego en un trasteo de cadencia y conexión en los tendidos ante un novillo que fue un dechado de clase y humillación con un poderoso pitón derecho que supo aprovecharlo a la perfección el novillero. Cerró por bernardinas (¿no hay otro cierre de faena?) y el estoconazo tuvo premio. Oreja de ley.
Con el quinto, hubo tiras y aflojas antes, durante y después de la concesión del trofeo. Fue una prenda buena el de Torrealba qué con todo el valor del mundo, Molina tiró otra vez la moneda sin dejarse absolutamente nada y pagando incluso con sangre su heroica actuación. Como ya hemos comentado un derrote seco del novillo le hirió en el rostro, pero siguió toreando no pareciendo importarle mucho.
Lo estaba cuajando… y lo cuajó en una faena memorable y nada fácil. Arrimones de infarto frente a un colorado cuajado y con hechuras de toro. Y llegó la hecatombe con la espada: se tiró a tumba abierta, cayó algo baja y el público (la mayoría aficionados del novillero, venidos desde Albacete) le pidieron el trofeo, se concedió y la ya consabida protesta del 7. Por la actitud, raza y entrega… no seré yo quien vaya a protestar la puerta grande. Otras más baratas se han visto esta temporada, al igual que hurtos consabidos como la oreja ganada a pulso de Jorge Martínez.
Antonio Grande qué taurinamente no dice ni pío, está más que preparado para dar el salto al cuatreño. Tiene oficio para dar y tomar, pero no destaca prácticamente por nada. Con buen concepto eso sí, pero no pasa de discreto y eso que tuvo a un primero para al menos cortarle una oreja, un novillo mal presentado de Los Chospes que bien pasaba para lidiarse en una sin caballos. Toreó asentado a un utrero siempre a la defensiva pero que se dejó y tuvo clase y humillación para dar y tomar. La espada voló baja y entre las protestas del 7, saludó una tímida ovación. El cuarto, se quedó a mitad del muletazo en otro trasteo anodino.