Y con ese bonito augurio, el maestro de Linares dejaba entrever su gusto por compartir cartel con dos toreros triunfadores de la Plaza México, que hoy justificaron plenamente su inclusión en esta interesante Corrida de Primavera, que tuvo lugar en un mediodía espléndido, en el recoleto coso de Santiago Cuautlalpan.
Es la atmósfera de "Cinco Villas" la que tiene cautivado a Curro, que al final fue el máximo triunfador del festejo, luego de haber cortado una oreja al toro que abrió plaza y otra más a uno de regalo que cerró una función donde se rindió un sentido homenaje a otro maestro, Juan José Padilla, que al final de la lidia del sexto dio una cariñosa vuelta al ruedo.
Con la presencia de ambos toreros españoles en la plaza, uno en el ruedo y el otro en su puesto de transmisión como invitado especial de Tauronet.Tv, se vieron cosas muy buenas a lo largo del festejo al que le faltó mayor brillantez si los toros de Cerro Viejo hubiesen tenido más transmisión y motor, además de un trapío más acorde a las exigencias de seriedad a las que la empresa tiene acostumbrado al público en esta plaza.
Curro volvió a deleitar al público con un toreo sedoso, tanto de capote como de muleta, en dos faenas (primera y última) que tuvieron ese donaire del aroma, ante tres toros de condición similar: nobles, faltos de raza y transmisión, pero que tuvieron la docilidad necesaria para dejarlo andar a gusto y sacar a relucir su otoñal solera.
Los detalles del torero de Linares calaron en el público que, tras verlo cortar el primer toreo concedido en la tarde, lo siguió con detenimiento en el sexto, donde volvió a desgranar ese toreo relajado, girando en los talones, que provocó el entusiasmo de la gente, que hoy lo vio disfrutar en una plaza que para él tiene un sabor especial.
Diego Sánchez tuvo una magnífica actuación… salvo con la espada. En todo momento se mostró despejado de mente, seguro, valiente y con recursos. Al primero de su lote le hizo un quite muy vistoso por chicuelinas, toreando con el compás abierto, y más tarde realizó la faena más estructurada de la tarde, pues hubo tiempos y pausas, amén de muletazos sentidos en todo el recorrido de su obra. Por su parte, al quinto lo dejó marcharse a tablas para formarle un lío en ese terreno, una vez que el de Cerro Viejo se había rajado.
Acompañando con la cintura y el pecho todos los muletazos, y conectando fácil con el público, el hidrocálido le hizo fiestas en medio de la algarabía popular, en una faena cargada de reciedumbre e inteligencia para obligar al toro a quedarse en la muleta al sentirse acosado en las tablas.
La estocada al primero fue defectuosa, pero le pidieron la oreja que paseó sonriente en la vuelta al ruedo, y al quinto lo pinchó, pues de otra manera hubiese cosechado otro apéndice. Pero, dejando de lado estos detalles, cabe decir que se encuentra motivado y en un buen momento para continuar escalando peldaños en la profesión.
Juan Pedro Llaguno vino a "Cinco Villas" a estrenar la alternativa que tomó en la Plaza México, y mostró el mismo desparpajo y su habitual calidad, en dos faenas de distinto corte. La primera fue un tanto cuesta arriba, pues el de Cerro Viejo toba con la cara alta y sólo alcanzó a robarle unas mecidas verónica y algunos muletazos sueltos.
Pero al alegre sexto, le dio un excelente quite por chicuelinas de aires sevillanos y luego le planteó una faena explosiva desde el inicio, ya que comenzó a torear de rodillas con un enorme desparpajo, fresco y natural, fiel a su magnífico concepto del toreo.
En esta faena porfió a pesar de que el toro vino a menos, y fue así como al final le entregaron una oreja, digno a premio a una actuación en la que volvió a dejar constancia de su calidad y su proyección en este mediodía de en la que nos cargamos de energía taurina al entrar, a las 15:33 horas, el equinoccio de una primavera cargada de esperanza.