Después de realizar una entonada faena, en la que combinó el toreo espectacular, como el inicio con un pase cambiado en los medios, y luego tandas por ambas manos que caldearon el ambiente, gracias a la largueza de sus muletazos. Y como quiso cerrar el trasteo con unas manoletinas de rodillas, ahí se vio un tanto apurado cuando el toro se le quedó corto.
A la hora de entrar a matar colocó una estocada ligeramente tendida que hizo doblar pronto al de Begoña, para que el público sacara los pañuelos en demanda de las orejas que le fueron entregadas, y que son las primeras que corta un torero a un ejemplar de esta casa ganadera, ya sin la presencia de don Alberto Bailleres en el palco, mientras los toros de hoy lucieron divisa negra en señal de duelo. Ahí quedará para siempre su recuerdo y el legado que le deja a la Fiesta de México tras su reciente partida.
El Payo había estado muy entregado en sus dos intervenciones, en faenas de distinto corte y con toros que, siendo nobles, carecían de la transmisión necesaria para que su toreo impactara con más fuerza en el tendido.
No obstante, el queretano dejó sobre la arena una impronta de torero maduro, valiente y con una sobria expresión, pues con el tercero toreó con temple a la verónica y luego se pegó un arrimón, metiéndose en medio de los pitones para robarle los pases al de Begoña, antes de colocarle una estocada tendida, ejecutada a un tiempo.
El quinto de la tarde se movió con cierta soltura, pero sin decir casi nada, y el queretano le hizo una faena igualmente entregada, con algunos redondos de suave trazo en los que buscó colocarse muy bien entre los muletazos. Volvió a citar a recibir y acabó por ejecutar otra estocada al encuentro, para que un sector de la plaza le pidiera una oreja que le protestaron al ser concedida.
Después de cuatro años de ausencia, El Juli regreso a esta plaza, la de sus grandes triunfos en unos años que ya parecen quedar muy lejos en el tiempo De su actuación destacan unas chicuelinas con el segundo toro de la corrida, y distintos muletazos sueltos ante un ejemplar que fue soso y terminó rajándose, al que mató de una estocada habilidosa.
Con el cuarto, un toro alto y hondo que tenía en la pierna izquierda el hierro de Mimiahuápam, Julián casi no pudo hacer nada ante unas embestidas huidizas que desalentaron a todo mundo en una faena inexistente, antes de colocar una estocada sumamente defectuosa, que lo obligó a utilizar el descabello en varias ocasiones hasta escuchar dos avisos y una bronca del público.
Consciente de que no se podía marchar de esta plaza de esa manera, decidió regalar un toro que dio buen juego y con el que cambió el ambiente a su favor, en una faena con algunos momentos atractivos, hasta que tuvo que oficiar con la espada y no pudo rubricar un trasteo que le hubiese granjeado un apéndice.
El triunfo de Miguel Aguilar con el sexto fue un bálsamo para una tarde un tanto aciaga, que deja como noticia la llegada al escalafón mayor de otro hidrocálido que busca abrirse camino, y ya mañana a ver qué dicen sus paisanos Joselito Adame y Héctor Gutiérrez, al lado de Andrés Roca Rey, con toros de La Estancia, en la segunda corrida de este aniversario.