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Adiós al maestro Raúl García

Sábado, 22 Ene 2022    CDMX    Juan Antonio de Labra | Foto: Archivo   
Falleció anoche en la clínica del IMSS donde era atendido por Covid
El maestro Raúl García dejó de existir esta madrugada, hacia las 03:00 horas, en la clínica del IMSS de Tlatelolco donde estaba siendo atendido por Covid, y tras varios días con una severa neumonía, finalmente se apagó la vida del carismático torero de Monterrey.

Esta lamentable noticia ha sido confirmada por su hijo, Raúl García Escudero, quien en estos últimos días viajó desde la capital de Nuevo León a la Ciudad de México para interesarse por la salud de su padre, al que, después de varios días con diversas molestias derivadas del Covid, tuvo que ser hospitalizado cuando dio positivo al virus.

Raúl García Rivera nació en la Sultana del Norte el 12 de septiembre de 1936, por lo que al día de hoy contaba 85 años, mismos que había festejado hace cuatro meses, semanas después de haber participado en una interesante conferencia de Zoom organizada por Tauromaquia Mexicana, con motivo del 25 aniversario luctuoso de Manolo Martínez, en la que habló de sus experiencias y recuerdos sobre el mandón a lo largo de una amena charla en la que también participó el matador Antonio Urrutia.

Su afición a los toros databa de comienzos de los años cuarentas, y derivada de la efervescencia que había en Monterrey en esa época, cuando la Monumental, a la que más tarde se bautizó como "Lorenzo Garza" había sido inaugurada en 1937 y mantenía una gran actividad. Desde luego que también influyó en sus primeras andanzas taurinas su tío, el matador Gregorio García, al que admiraba tanto.

Al cabo de varios años como novillero, tomó la alternativa el 1 de febrero de 1959 en la Monumental de Morelia, de manos de Luis Procuna, y con el testimonio de Gabriel España, que fue su gran rival novilleril y que también se doctoró en esa tarde. El toro de su doctorado se llamó "Saladito", perteneciente a la ganadería zacatecana de Torrecilla.

Confirmó en la Plaza México dos años más tarde, el 16 de abril de 1961, cuando Fernando de los Reyes "El Callao" le cedió la muerte del toro "Juguete", de la divisa de la Viuda de Franco, ante la presencia, otra vez, de Gabriel España.

El 31 de enero de 1966 consiguió uno de sus triunfos más importantes, precisamente en el coso de Insurgentes: el indulto del toro "Comanche", de Santo Domingo, y este logro le dio un gran impulso a su carrera, así que de la mano del apoderado y empresario español Manolo Chopera, llegó a Madrid a confirmar su alternativa a la plaza de Las Ventas, en el marco de la Feria de San Isidro de 1966.

Fue el 26 de mayo de 1966 cuando ratificó su doctorado mexicano, siendo su padrino Paco Camino, y el testigo Manuel Benítez "El Cordobés", con el que tenía una estrecha amistad, y por entonces ambos toreros de la casa Chopera. El toro de la ceremonia se llamó "Camillero", y procedía de la ganadería salmantina de Francisco Galache.

Contaba el maestro que a él le tocó llevar a España las fotos de la muerte y sepelio del gran Carlos Arruza, que había perdido la vida en aquel lamentable accidente de automóvil, apenas seis días antes de la fecha de la confirmación de Raúl en Madrid. Y fue a su memoria, levantando la montera hacia el cielo, a quien dedicó el brindis de aquel toro "Camillero".

En esos años fue uno de los fundadores de la actual Asociación Nacional de Matadores, y el 19 de marzo de 1967 cosechó otro importante triunfo en La México: el indulto del toro "Guadalupano", de Las Huertas. En esa época Raúl García se mantuvo en los primeros planos de la torería, y se mantuvo con gran cartel hasta bien entrada la década de los setentas, hasta que decidió dejar de torear y dedicarse a cuestiones administrativas relacionadas con la fiesta de los toros, entre las que llegó a ser apoderado y empresario.

Durante varios años trabajó en la gerencia de la Monumental Monterrey, y a él le tocó organizar la reaparición de Eloy Cavazos en aquel mano a mano de septiembre de 1987 con Antonio Chenel "Antoñete", en esos tiempos en que ya dirigía la carrera del entonces novillero Mauricio Portillo. Años antes había apoderado al rejoneador Ramón Serrano, y ya en una época más reciente también se hizo cargo de los asuntos de despacho de Uriel Moreno "El Zapata".

Aunque en años recientes sólo veía la Fiesta desde la comodidad de su retiro, seguía acudiendo a tertulias taurinas a hablar de toros, algo que tanto le apasionaba y hacía con vehemencia y conocimiento de causa, sin reserva de expresar lo que pensaba, sin filtros de ninguna especie.

Torero valiente y personal, que sabía andarles a los toros con mucha soltura y de estilo recio que, por momentos, evocaba la figura de su tío Gregorio García, aquel magnífico torero de los años cuarentas que también había influido decisivamente en su formación.

Raúl García fue uno de esos toreros que conocieron el oficio, aprendieron a ver toros y toreros, y sabían muy bien de qué iba esto. Su forma de ser, a veces obcecada, pero siempre auténtica, tenía un atractivo muy especial, ya que daba gusto escucharlo recordar su época de torero (contado con una sólida memoria) y todo lo que vino después, siempre visto desde la perspectiva de un hombre simpático e íntegro, lleno de vida y con una personalidad atrayente y un carácter tan personal.

Desde estas breves líneas enviamos nuestras más sentidas condolencias a su viuda, doña Teresa Salas Lara; a sus hijos Esperanza, Raúl, Jorge y Ángeles, y a sus nietos, Karen, Max y Rodolfo, a los que en esta etapa de su vida disfrutaba tanto, además de familiares y amigos, que los tenía en gran cantidad. Descanse en paz el maestro de Monterrey.


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