Roberto Viezcas, que está al frente de la sociedad de la ganadería de
Caparica, se encuentra sumamente contento con el triunfo obtenido ayer en la Plaza México, que de alguna manera viene a evocar la tarde del 18 de julio de 2010 cuando debutó esta divisa, de la que también forma parte
Manuel Muñozcano y sus primos, hijos de
Julio Muñozcano.
Y es que el juego de los seis novillos, unos con mayores prestaciones al lucimiento, y distintos matices en bravura, permitieron lo que Roberto ha estado buscando desde que fundaron la ganadería: el triunfo de los toreros.
"Ayer viví la novillada con mucha emoción, primero desde el plano como aficionado porque la gente estaba completamente volcada con los novilleros y la ganadería. El aliento que se percibía iba dirigido en ese sentido, y la de ayer fue una de esas tardes que hacen afición y te motivan a seguir adelante", comentó.
Al respecto del encierro elegido este año para venir a La México, Viezcas, que de forma paralela a la ganadería también se desempeña como apoderado de Sergio Flores, dijo que los planes iniciales de estos novillos era lidiarlos más adelante, como toros, pues tanto por sus hechuras como por su nota de tienta y ascendencia genética, tenía confianza en que podían dar buen juego.
"La primera intención era lidiar una novillada del encaste Domecq que tanto gustaba a mi tío Julio (Muñozcano), pero no la teníamos completa y no quería venir con un novillo que no tuviese el trapío necesario para esta plaza, y tampoco quería parcharla con un novillo del otro encaste (el mexicano, mezclado con Santa Coloma) que tenemos. Así que tuvimos que echar mano de estos toros, que proceden de esa línea mexicana que hemos enriquecido con toros padres de Los Encinos, de Eduardo Martínez Urquidi, y San José, de Arturo Jiménez Mangas, ambas ganadería muy importantes que nos han aportado su sangre para continuar mejorando nuestro hato".
Así que la mayoría de los novillos lidiados ayer tenía su "piquete" de Santa Coloma, vía las ganaderías de Buendía-Paco Camino, y fue así como esa cruza permitió, en determinados casos, como en la lidia de "El 17", el novillo al que Juan Pedro Llaguno cuajó una extraordinaria faena, se haya percibido la mezcla de la transmisión que tiene el toro de Santa Coloma y la calidad del toro mexicano.
Los novillos lidiados en primero, cuarto, quinto y sexto lugar eran hermanos de padre, hijos del reproductor número 720 de San José. Y se notó que todos mantuvieron un tono de fijeza y nobleza, con sus diversos matices, pero con la misma intención de embestir humillados y con recorrido.
"El sexto me encantó. Fue un novillo más para el ganadero que para el torero, y si bien es cierto que José Alberto Ortega no acabó de cuajarlo, debido a su poca experiencia y la fuerte paliza que llevaba dentro, ahí deja su actitud como muestra de hombría y ganas de querer ser alguien en al Fiesta", comentó Roberto.
Afirma que, de haber sido indultado ese "Recordántote", lidiado al final de un emocionante festejo, sí lo hubiera utilizado como semental porque el toro tuvo muchas virtudes:
"Fue fijo, embistió de largo y con alegría, empleándose en la muleta, y tuvo duración. Todas esas cualidades hacen que un toro sirva para semental, porque además tiene buenos papeles y sí me hubiese gustado padrearlo. Pero bueno, ahí tengo a la madre y vamos a ver si nos da otras crías con esta importancia y calidad".
De aquel primer triunfo de hace once años al de ayer, hay más de una década de distancia; horas y horas de trabajo, esfuerzo y sacrificio, todo el que supone la ganadería de lidia, ahí donde la crianza del toro bravo conlleva muchos desvelos y desesperanza, hasta que sale una novillada como la que ayer echaron los Muñozcano y Viezcas al ruedo de La México.
"Me supo más este triunfo quizá porque aquella tarde de 2010 veníamos con el respaldo de un trabajo ajeno, el de Tiquis Ochoa, que nos vendió el pie de simiente. Pero ahora, esto que lidiamos ya es parte del trabajo genético que hemos realizado en Caparica con nuestros criterios de selección, y esto solamente es un pequeño escalón que nos deja un aprendizaje para el futuro, pues aquí uno no puede echar nunca las campanas al vuelo, sino tener siempre la humildad para continuar buscando consolidar ese toro que ayer vimos. Por eso, quizá, fue un triunfo más sentido", concluyó.
Desde el cielo, Manuel y Julio habrán disfrutado a rabiar con esta muestra de entrega de los novillos mexiquenses, cuya nobleza y calidad sólo refleja el alma de dos seres que dejaron huella en esta casa ganadera que sigue adelante con la misma filosofía.