Isaac Fonseca ratificó su condición de líder de la novillería en España, con el importante triunfo que obtuvo en la "Final de Finales" celebrada en Moralzarzal. Y lo hizo con rotundidad, pues cortó tres orejas y se llevó el trofeo en disputa, ahora sin ningún asomo de duda, tal y como se hizo creer en el Circuito del Norte.
Y es que en aquella novillada que tuvo lugar en Santander, el jurado tomó la salomónica decisión de repartir el trofeo entre el moreliano y Manuel Perera, no obstante que la actuación del primero había sido más sólida, al margen de que ambos habían cortado una oreja por coleta.
El hecho de haber "repartido" el trofeo en esa ocasión, permitió que Perera se colara a la final de Moralzarzal, para que la última novillada se diera con un cartel más atractivo compuesto por cuatro espadas. Y desde luego que la participación del extremeño se justificaba al estar a la cabeza del escalafón novilleril, aunque eso muchas veces no refleje la realidad de las cosas.
A base de bragueta y corazón, Fonseca demostró porqué se convirtió en uno de los novilleros más interesantes de cara a la temporada 2022. Sus reiterados triunfos con novillos-toros, en distintas plazas y de diversos encastes, son el mejor aval para entrar en las novilladas de las grandes ferias, y aunque sabemos que eso es sumamente difícil, y más aún para un torero mexicano, lo justo sería que así sucediera. Por derecho propio.
En la tauromaquia de Isaac Fonseca coexisten varios atributos difíciles de encontrar en un novillero: ambición, valor, sitio, oficio, variedad… y el más relevante: claridad de ideas para llevar a buen puerto un toreo dotado de una expresión que hoy día se acerca más a la épica que a la estética.
Pero es evidente que así sea en esta etapa de su carrera, porque seguramente él mismo se preguntó qué debía hacer para sobresalir en la profesión; para alejarse lo más pronto posible de la ruina de estar parado, sin apenas miradas que atendieran su súplica. Y la respuesta era sencilla: arrimarse como un perro.
Y con esta determinación se plantó en los ruedos que pisó para cantar a los cuatro vientos una lucha plagada de esfuerzo y dedicación; de fuertes golpes, volteretas y heridas leves que, por fortuna, no han hecho ninguna mella en su ánimo, ese que habla de su hambre de ser alguien en la Fiesta.
Después de lo ocurrido en Moralzarzal, que trascendió gracias a la presencia de la televisión, el mejor escaparate para la Fiesta, la ausencia de Fonseca pesa mucho en las tres novilladas que habrá en los próximos domingos en la Plaza México.
Sin embargo, el moreliano lo tiene claro: su objetivo es convertirse en matador de toros en España con todos los honores, y volver a México con esa proyección y credibilidad que confiere haber tumbado caña al otro lado del Atlántico. Y ahí tiene la puerta entreabierta para continuar escribiendo una maravillosa historia de éxito.