¿Qué tienen en común Kena, una artista wixárrika, Arturo, un albañil que interpreta a Jesucristo en el viacrucis de Milpa Alta, y Diego, un torero de dinastía? ¡Nada! Aunque ninguno de los tres representa el estereotipo del mexicano y su respectivos conceptos de "fiesta" están lejos del cliché de la festividad en México.
Se presentó en el festival internacional de cine de Guanajuato (GIIF) el documental "Fiesta Nacional" del director tapatío
Augusto de Alba. Una película que nos obliga a reflexionar sobre nuestra identidad y que rompe con acartonados tópicos de lo que es México y su cultura.
Para el antropólogo Roger Bartra "el carácter del mexicano es una entelequia artificial: existe principalmente en los libros y discursos que lo describen o exaltan, y allí es posible encontrar las huellas de su origen: una voluntad de poder nacionalista ligada a la unificación e institucionalización del Estado capitalista moderno".
Es decir, tratar de presentar la cultura mexicana como algo homogéneo, es un mito; y hablar de unidad nacional o del carácter de los mexicanos como algo análogo, que describe a la mayoría, es un retrato simplificado, parcial y subjetivo que no responde a la realidad de los muchos y diversos fenómenos culturales que se viven a lo largo del territorio nacional.
México es multirracial, complejo y heterogéneo. Por eso
Carlos Fuentes explicaba: "México será un país maduro el día que haya una estatua de
Hernán Cortés en el Paseo de la Reforma". Para el escritor, los países hispanoamericanos sólo hallarán un futuro viable si asumen su pasado sin rechazos ni exclusiones.
En el documental de Augusto de Alba no hay estereotipos y los personajes se presentan sin máscaras. Dan una imagen del mundo real e histórico, una representación tangible que nos hace ver que no hay tal cosa como una fiesta nacional. Por momentos, la propuesta de Pneumatikoi Estudios es un cine etnográfico en el que la cámara está situada en el lugar de los hechos, como testigo de la existencia de lo que está filmando y de su manera de presenciar el mundo. Pero es, también, un documental interactivo en el que el autor entra en contacto directo con los protagonistas.
"Fiesta Nacional" es, además, una llamativa propuesta estética en la que están presentes líneas, planos, volúmenes, contrastes y un tratamiento del espacio, el jugo de luces y sombras y las reacciones de los colores que hacen disfrutar al espectador. Una atractiva composición cinematográfica en la que está cuidada la fotografía, existen geometrías que conforman la imagen de un modo organizado, poniendo en armoniosa relación todos los elementos del plano. La cámara no sigue lo evidente y permite al espectador descubrir un nuevo mundo.
Si quisiera ponerle un “pero” a la propuesta de Augusto de Alba, sería la edición. La película es, quizá, demasiado larga. A mi gusto le sobran unos veinte minutos. Es entendible porque las imágenes son tan atractivas y las historias tan seductoras que les debe haber costa mucho trabajo elegir y cortar.
No es una película taurina, aunque uno de los protagonistas sea un torero: Diego Silveti. Es un documental que muestra una realidad. El director presenta a Diego tal cual es. Se perciben sus motivaciones, miedos, indecisiones y contradicciones. El torero no luce artísticamente, al contrario, se advierten las dificultades que tiene para estar a la altura de su compromiso. Los breves fragmentos de sus faenas hacen entender su lucha interna.
En un momento en el que Diego habla de su estirpe, se observa un trozo de una faena del Rey David, su padre, y el espectador puede avizorar el contraste tanto artístico, como de conexión con los tendidos y, por lo tanto, imaginar la losa que cae sobre los hombros de Diego y la presión que siente para responder a las expectativas de su prosapia.
Al presentar historias tan diversas como las de una mujer de una etnia wixárrika, que tuvo que emigrar a la metrópoli de Guadalajara para subsistir vendiendo sus artesanías, un albañil en una zona semiurbana de la ciudad de México y un matador de toros, el director nos hace ver la multiplicidad de tradiciones que hay en México. Vincula historias tan disimiles por medio de celebraciones taurómacos. Explica un rito wixárrika en donde sacrifican a un toro como un acto donoso, una acción de gracias para recibir un don particular o el perdón por una falta cometida.
Arturo, por su parte, rompe la rutina del trabajo en la construcción asistiendo a un rodeo muy particular en el estado de México y a la quema del toro de Tultepec. El director nos hace ver que si bien los toros llegaron a México hace casi quietos años, se han ido integrando en formas muy diversas a las distintas culturas.
Cada uno de los personajes vive un particular misticismo que muestra lo sincrético de la religión en México. En los distintas festividades que muestra el documental hay imágenes de la virgen de Guadalupe, pero cada uno vive una intensa espiritualidad "a su modo". Arturo, que se expresa a través de escenificar a Cristo en la multitudinaria pasión que realizan los habitante de Milpa Alta, se dice creyente, pero no católico.
Además del GIIF, "Fiesta Nacional" participará en la competencia “Hecho en México" del festival de cine documental DocsMX y en la selección oficial "México dentro del Canvas" dentro del Black Canvas FCC. En el extranjero está anunciado en el Film Market del Festival Visions du Réel en Suiza y en el Cono Sur, en el DocMontevideo Meetings. Ojalá se presente también en salas comerciales y sea llevado a plataformas digitales para que las historias de Kena, Arturo y Diego, nos ayuden a reflexionar sobre la fiesta, sus ritos, y la identidad nacional.