Armillita inauguró Las Ventas hace 90 años (y II)

Viernes, 18 Jun 2021    AGS, Ags.    Xavier González Fisher | Infograma: LM   
Con un sobrero de López Moreno que no fue lo que se esperaba
Fermín Espinosa "Armillita" iniciaba su tercera campaña como matador de toros en ruedos hispanos ese 1931. Aún no había tenido las tardes que le definirían como uno de los ejes de la historia de la tauromaquia, pues a la fecha –ecuador de la temporada– del festejo inaugural de Las Ventas, apenas llevaba 10 corridas toreadas y tenía triunfos importantes en plazas como Barcelona y Valencia. Pero su carta fuerte de presentación eran las dos tardes anteriores que había toreado en Madrid: la inauguración de la temporada el 5 de abril, y la del 24 de mayo.

En la primera de esas tardes se quedó, primero, por la grave cornada que sufrió el padrino de su alternativa mexicana, Antonio Posada, y después, por un despropósito de la presidencia que decidió que él debería cargar con el segundo del lote del herido y no el Niño de la Palma, que era el segundo espada, con la mitad de la corrida de Miura que se lidió en esa fecha. Y con el sexto realizó una faena entendida y con momentos de lucimiento.

En la segunda tarde, a decir de José Carlos Arévalo, con el último de la corrida, logró acallar un escándalo que se suscitó por la poca presencia y la invalidez de los toros de Juan Sánchez de Terrones y realizó una faena que podría considerarse el prólogo de la que hizo el año siguiente con "Centello" de Aleas, al que cuajó, según sus palaras, la mejor faena de su vida torera. A éste toro de Sánchez Terrones terminó cortándole la oreja y salió a hombros de la plaza. Probablemente ese fue el argumento que empleó Victoriano Argomaniz, su entonces apoderado, para solicitar su inclusión en el cartel definitivo de la inauguración del coso venteño.

Por otra parte, y esto es una suposición propia, quizás también hubo un ingrediente de corte político en su inclusión en la corrida, dado que el gobierno de México fue uno de los primeros que reconoció a las autoridades de la recién instaurada República Española, pero, aunque éste haya sido uno de los motivos, es indudable que el maestro de Saltillo se había ganado el puesto delante de los toros y así ha quedado para la historia de la Fiesta.

Corrida de decepción…

Presidida por el alcalde de Madrid, Pedro Rico, llevando como asesores a los matadores de toros retirados Guerrita, Antonio Fuentes, Guerrerito, Bombita, Machaquito, Vicente Pastor y Bienvenida, y con la asistencia de Niceto Alcalá Zamora, presidente del gobierno provisional y de Alejandro Lerroux, miembro notable de dicho gobierno.

El primer toro de la tarde fue el cárdeno "Hortelano", de Juan Pedro Domecq, antes Duque de Veragua (del que conserva su hierro) y fue el que correspondió a Diego Mazquiarán "Fortuna", quien estuvo destacado con él. Lo despachó con su proverbial eficacia estoqueadora y terminó dando lo que fue la única vuelta al ruedo de la tarde.

Por el resto del festejo y alguna otra minucia, recurro a la versión de quien firmó como "Rodaballito", en el semanario madrileño "Crónica" del 28 de junio de 1931:

"Pedro Rico –no se puede decir don Pedro Rico porque no se puede decir don Pedro Crespo– debe gratitud a cuantos elementos intervinieron en la inauguración de la Plaza nueva. Primeramente, al público; a los toreros, después. Y muy atenuadamente, a los ganaderos. Con la excepción del toro de Domecq –el único toro de la corrida–, los demás cornúpetos fueron unos distinguidísimos bueyes que nos amargaron la tarde. Acaso el de Aleas hubiese sido bravo –hizo detalles de bravo–, pero se rompió en un recorte y fue preciso retirarle. Los demás... carne y pitones. De bravura, cero.

Y, naturalmente, apenas si pudimos ver algún detalle a los toreros. Y en el recuerdo de los detalles destacamos la voluntad y el valor de Bejarano y de Villalta; la buena intención de Marcial en aquellos muletazos iniciales; lo que expuso Vicente Barrera, el de la muleta mágica, en su bravo empeño de sacar lidia a un toro que no la tenía: unos pases de Manolo Bienvenida con la vitola del joven y genial artista. Y, sobre esto, unas verónicas de Fausto Barajas, tal vez las mejores de la tarde; su magna preparación en banderillas –hubo una pasada sin clavar que valió por un par inmenso, que se premió con una ovación fuerte– y tres o cuatro muletazos de maestro para vencer al difícil bueyancón, el más grande de la corrida, que hubo de tocarle en... mala suerte.

De los subalternos, Morato y Nili, que bregaron y banderillearon como dos maestrazos que son, y Pepe Díaz y Moyano con el palo largo.

El ruedo, infame. El acceso a la plaza, imposible. Y, sin perjuicio de ocuparnos del caso con más detalle, ¿se han dado cuenta los toreros de la distancia que hay del ruedo a la enfermería? Una cornada con hemorragia dará triste lugar a que el herido llegue desangrado a la mesa de operaciones... Conviene a todos tenerlo muy en cuenta…".

Al final de su crónica escribió Gregorio Corrochano en el diario "ABC" de Madrid:

"Al toro de Veragua de ayer lo mató Fortuna muy bien. En el resto de la corrida no se vio nada. Ni un lance, ni un quite, ni un muletazo bueno. Nada. Como corrida, es la corrida más mala y menos interesante que hemos visto. Los toros, aunque venían de distintas ganaderías, parecían hijos del mismo padre. ¡Qué igualdad en la mansedumbre! …".

Por su parte, en "El Imparcial", esto fue lo que reflexionó Federico M. Alcázar:

"La corrida ha sido un verdadero desastre taurino por la mansedumbre del ganado, que no ha dado ocasión a que viéramos ni un tercio de quites, ni uno de banderillas, ni una faena de muleta. Sólo Fortuna y Villalta mataron bien sus toros, y Bejarano y Bienvenida se lucieron con la muleta...".

La actuación de Armillita

Las transcripciones anteriores no dejan duda de que la corrida inaugural no fue propicia para sus actores. El caso del maestro Armillita no fue excepción esa larga tarde de toros. Le correspondió, por la antigüedad de la ganadería, inicialmente, el toro del Conde de la Corte, pero al hacer cosas de manso fue devuelto a los corrales y sustituido por otro de López Moreno de Villena, chico y ruidosamente protestado por la concurrencia, que no quiso enterarse de las condiciones del toro para su lidia y protestó ruidosamente, obligando a Fermín a despachar con rapidez lo que le había salido por la puerta de toriles.

Corolario

La corrida cumplió con su cometido en el plano económico, pues la entrada fue un lleno absoluto. Se reunieron recursos para apoyar las necesidades de los trabajadores parados, pero la fiesta de los toros poco beneficio obtuvo de una tarde que era histórica y en la que se tenían que refrendar sus aspectos triunfales, sobre todo cuando apenas un par de semanas antes, la tragedia había hecho su aparición en la plaza de la Carretera de Aragón cebándose con Gitanillo de Triana.

La plaza de Las Ventas entraría en funcionamiento pleno a partir del año de 1934, cuando se volvería a celebrar una "inauguración" que para muchos tiene el carácter de "oficial". Sin embargo, la primera vez que se celebró una corrida de toros en ese redondel fue este día hace 90 años y uno de los toreros que actuaron en ella, fue el más grande que ha dado México y uno de los más grandes de la historia del toreo.

Hoy esa plaza está cerrada, próxima a abrirse de nuevo para dar cabida a los sueños, a las ilusiones y a las emociones de quienes tienen afición por esta Fiesta. ¡Que siga abierta muchos años más!


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