La alerta sanitaria provocada por la pandemia en marzo de 2020 paralizó al toreo, y dejó a los empresarios taurinos descolocados. Bueno, no sólo a ellos, sino a todo mundo: toreros, subalternos, ganaderos y, por supuesto, a la afición, al público, y hasta esos espectadores ocasionales que van a los toros y sostienen el espectáculo en el país.
Un mes más tarde, Arturo Macías daba el primer paso adelante ante la incredulidad de muchos: anunciaba un festival en toda forma en su "Finca Cuatro Caminos", que fue transmitido en televisión abierta, a través del canal oficial de la televisión de Aguascalientes, y contó con el apoyo del gobierno estatal. Y no sólo eso; en septiembre fue el primero en ofrecer una novillada de luces organizada con la misma propiedad.
En Tlaxcala, el inquieto Antonio de Haro también dio un paso al frente e intentó echar a andar un proyecto inusual: la transmisión on-line, en pago por evento, de una prueba de sementales en la plaza de tientas de su ganadería, una cuestión innovadora y diferente.
Estos dos hechos en concreto generaron polémica y desataron esas viejas rencillas que tanto daño le han hecho a la Fiesta –no sólo de aquí, sino también del otro lado del Atlántico– que, una vez más, dejaron sentir el divisionismo existente en un sector aquejado por los egos personales y la soberbia. En suma, autodestructivo.
Pero el primer paso se había dado, y a reserva de lo que opinaran las agrupaciones taurinas, que en esas semanas no actuaron con rapidez para echar a andar un proyecto propositivo, satanizaron estos empeños surgidos de la espontaneidad de quién necesita hacer algo y no quedarse inmerso en el inmovilismo que, por esos meses, fue lo más desconcertante. Así, en medio de la tempestad y con el barco de la Fiesta haciendo aguas, imperó la ley del "¡sálvese quien pueda!" Cada uno hizo lo que estimó conveniente, y no estaba para escuchar reprimendas o amenazas de veto. Había que sobrevivir a costa de lo que fuera.
Los toros se van al rastro
En medio de este caos para el que nadie estaba preparado, comenzaron a surgir diversas inquietudes detonadas por la gran oferta de toros en el campo. Los ganaderos fueron los primeros que se vieron obligados a reaccionar, según explica Luis Quijano, un criador de cepa que siempre ha vivido del toro:
"Tuve que mandar tres corridas al rastro. Fue muy duro, pero no había de otra. Aquellos toros de más de 500 kilos que suelo vender a 40 mil pesos (unos mil 600 euros), los vendí a precio carne, en pie, a 36 pesos el kilo, y nos dieron por cada uno algo así como 18 mil pesos (720 euros). Y no tenía caso alimentarlos, porque eso me estaba costando al mes unos 50 mil pesos (unos 2 mil euros) por corrida. Eso es lo que cuesta darle de comer a un encierro mensualmente, ya en su última fase de crianza antes de lidiarse. Debo admitir que el sentimiento de llevarlos al rastro fue horrible. Los llevamos en sus cajones y me dio la impresión de que los toros estaban muy tristes, y que hasta nos miraban refeo".
De pronto, como una expresión espontánea, en esos meses comenzaron a surgir inquietudes de organizar distintos eventos taurinos, pues los ganaderos estaban empezando a quitar de sus potreros de saca lo que tuvieran engordando, ya que las expectativas de que la pandemia tuviera una solución a corto plazo eran nulas.
Y ante esta situación, a varios "emprendedores" se les ocurrió la idea de montar festejos. ¿Cómo? En escenario alternativos, donde la operación tuviera un costo muy bajo, y haciendo sinergias con los dueños de cortijos, "asociándose" con los novilleros, algunos veteranos con inquietud de retomar su carrera para "comprar" una alternativa a mediano plazo, y otros nuevos a los que, ahora sí, les iba a resultar más barato pagar por torear y abrirse camino, como a veces no queda más remedio ante la escasez de oportunidades y un filtro natural que debería imponer el toro, que es el único que encumbra o retira a un torero.
Mientras tantos, los ganaderos preferían que fueran a su rancho por los toros, para ahorrarse el flete al rastro, y venderlos a precio de carne, en pie, pero darles la oportunidad de que antes se lidiaran y pudieran observar su comportamiento, y no perder el pulso de un trabajo genético que siempre es tan complejo, y más todavía si no se le da un puntual seguimiento. Así lo explica Luis Quijano:
"Me pidieron que les dejara organizar unas corridas aquí en el rancho, y para mí eso era más fácil que andar llevando los toros al rastro de Monterrey. Dieron tres corridas de tercias, con toreros buenos, y cobraban mil pesos por coche que entraba al rancho, con las personas que vinieran adentro, y sin ninguna restricción por parte de la autoridad local, que nos dejó hacer las cosas sin que hubiera contratiempos. Me imagino que sabían que la gente tiene que comer de algo".
Es decir, algo así como "coche sardina", aquella original promoción que en hace muchos años implementó Reino Aventura (hoy Six Flags) para promover el parque de diversiones que está al pie del Ajusco, en la Ciudad de México.
"Claro que aquí teníamos que darle algo a la gente, invitarles un taco, una cerveza o un tequilita, pero por lo menos no mandé mis toros al rastro, sino que les di la oportunidad de que murieran con dignidad, y para lo que fueron criados durante más de cuatro años: para pelear en la plaza, delante de los toreros, y que yo pudiera verlos y sacar conclusiones de mi trabajo en el campo", afirma Quijano.
La autoridad y los permisos
El estado de Tlaxcala fue el primero en apoyar la reactivación de la Fiesta y, en la medida de lo posible, las autoridades fueron conscientes de la necesidad de conceder permisos para que hubiera toros en sus plazas. Primero se dieron algunos festivales, como ocurrió en la Monumental de Apizaco en septiembre; y más tarde, corridas y novilladas, organizadas por distintos personajes o promotores.
En dicho sentido, la familia Ortega Martínez, una nueva ramificación de un colectivo de gente del toro con una gran tradición en la gestión de espectáculos taurinos, como son los Ortega, sentó sus reales en la plaza "La Taurina" de Huamantla, una de las pocas plazas centenarias de México que, paradójicamente en estos meses, es cuando más auge y relevancia ha cobrado gracias al entusiasmo de la empresa Toro Tlaxcala.
Apostando a lo grande, han montado una considerable cantidad de festejos, quizá los que nunca imaginó la afición de este Pueblo Mágico situado a las faldas de La Malinche. Y de esta manera, la economía del toro se ha estado moviendo, lentamente, pero se ha movido.
Por otra parte, el entusiasta aficionado Luis Marco Sirvent abrió su preciosa plaza de "Cinco Villas", en Texcoco, para organizar un festival el 5 de septiembre, que sirvió para hacer el lanzamiento de una atractiva plataforma: Tauronet.tv, cuyo objetivo era dar toros a puerta cerrada, en pago por evento, una alternativa disponible para entretener a un nutrido grupo de aficionados que, por su cuenta y creatividad, se reunieron para fomentar la programación de tertulias virtuales y conferencias, muchas con interesantes y variados contenidos.
Sin embargo, el desconcierto que seguía reinando no abonó a que la inmensa mayoría de los empresarios profesionales se animaran a dar toros, y cuando los más "movidos" quisieron hacer algo llegó el desaliento, inclusive con carteles anunciados, pues las cancelaciones obligadas por las autoridades municipales se sucedieron unas a otras.
Tauro Espectáculos, de Renata Orendain y Juan Antonio del Hoyo, había programado un ciclo de novilladas en el cortijo "Campo Bravo", de San Juan del Río, y también estaban ya anunciadas las novilladas que Feria Toro, de José Luis Alatorre, había montado en "La Florecita", de Ciudad Satélite. Ahí, inclusive, para el domingo 6 de diciembre, se había anunciado un espectacular mano a mano entre Diego San Román y Arturo Gilio que, por lamentablemente, se quedó en el tintero. Pero la intención era magnífica.
A partir de enero, cuando se supo que no habría feria de León y, a las pocas semanas, se dio la noticia de que tampoco habría toros en Aguascalientes, el panorama adquirió tintes dramáticos, y la incertidumbre fue al alza conforme transcurrían las semanas. ¿Qué hacer, entonces?
A la par de proyectos como "México busca un torero", que también sirvió para sacar más toros del campo y lidiarlos en plaza, los ganaderos siguieron haciendo ajustes en sus hatos, quitando vacas de desvieje, otras más que no habían dado los resultados esperados, y muchas ganaderías se fueron acortando. Así lo refiere otra vez Luis Quijano:
"Tenía 12 empadres (grupo de vacas reproductoras con un semental, que suelen ser de 25 a 30 hembras cada uno) y ahora sólo tengo cuatro empadres. Reduje la ganadería en un 75 por ciento. Con lo que estuve vendiendo de ganado bravo, y además de unos centavos que tenía, comencé a comprar beefmaster de engorda para carne, y aunque este rancho se ha dedicado desde hace 92 años a la crianza del toro de lidia, no había de otra. Esa fue la solución inmediata que le dimos al problema".
Y es que, por un becerro de destete, de nueve meses de edad, que pese menos de 220 kilos, en el rastro llegan a pagar, en pie, hasta 50 pesos por kilo; es decir, uno le saca a cada becerro de beefmaster alrededor de 11 mil pesos (unos 440 euros) y en un tiempo no mayor a nueve meses, que es la edad en que hay que destetarlos. La crianza de este ganado no requiere tanto manejo ni cuidado o supervisión, como la del toro bravo, ni tampoco gastos tan elevados de alimentación. Con el ganado de engorda, las cuentas sí salen.
"El otro día vendí cinco novillos para un festejo que dieron en Cadereyta en 17 mil pesos (unos 680 euros) cada uno. Bueno, ahí ya le perdí un poco menos. Y mira cómo es Dios de grande que nos indultaron uno: el 67, que es bisnieto del Juanito de San Martín, aquel famoso semental de Chafik, y lo vamos a dejar para semental, porque de esa rama ya no teníamos nada. Esta satisfacción uno no la paga con nada y, en alguna medida, viene a remediar todas las dificultades que hemos estado viviendo desde que se desató la pandemia", dice Luis con ese acento tan suyo, tocado del sabor de la gente del campo.
En el ínter, y con Tlaxcala liderando el movimiento taurino más profesional, a la par de lo que se estaba haciendo en la plaza de toros de "Cinco Villas", incluida la celebración de corridas formales, comenzaron a darse festejos en muchos cortijos de Aguascalientes y Jesús María, ese municipio vecino situado al norte de la capital. De esta guisa, el aficionado se enteró que existían muchos de dichos escenarios tales como el cortijo "Las Fuentes", el "San Marcos", el "San Rafael" o el "Sevilla", y hasta se animaron a montaron un par de corridas en un lienzo charro situado al sur del centro, en ese fraccionamiento que está de camino al aeropuerto y que se llama "Vista Alegre", en un encomiable esfuerzo que se agradecía, pero…
De aquellas dos recomendaciones oficiales hechas por las agrupaciones taurinas, tanto en abril como en julio de 2020, al respecto de que se mantuviera la calma; de que fueran pacientes; de que nadie moviera un dedo, ¡pum! el detonante taurino siguió su curso, alentado, como era lógico esperar, por esa amplia oferta de ganado de lidia a un precio de carne, además de un vacío empresarial generado por la inmovilidad de los organizadores consolidados.
"No ha sido fácil para nadie. Estamos en crisis. Pero es lo que hay. Y se batalla mucho porque distintas personas que están organizando festejos, en ciertas ocasiones, y es comprensible, se resisten a pagar los fondos de reserva, y a algunos les cuesta mucho pagar las pólizas de seguro para cubrir a los toreros actuantes. Estamos trabajando con Thona, que hoy día es la única aseguradora que nos garantiza protección en una actividad de alto riesgo. La póliza más barata cuesta 6 mil pesos (unos 240 euros) por festejo, pero sólo te cubre un importe de 50 mil pesos (unos 2 mil euros) por gastos de hospitalización que apenas alcanzan para las primeras 24 horas. Algunos empresarios con más recursos compran la de 9 mil pesos (unos 360 euros) y esa cubre 100 mil pesos (4 mil euros) para gastos de hospitalización. Y la póliza ideal es la de 11 mil 600 pesos (unos 465 euros) y esa cubre 200 mil pesos (unos 8 mil euros), pero sólo un par de empresas la compran, como Cinco Villas, por ejemplo". Por fortuna sólo ha habido algunos cornadas o lesiones aisladas y no de gravedad. Por otra parte, muchos toreros nuevos que han actuado no se han inscrito debidamente en la Asociación y están vulnerables", afirma Paco Dóddoli, representante ejecutivo de la Asociación Nacional de Matadores".
Por otra parte, también esta reactivación ha servido para que muchos toreros morosos, que debían cuotas de actuación (el pago que hacen cada vez que torean para tener derecho a la atención médica en caso de sufrir un percance) es pusieron al corriente, y con eso, y algunos otros ingresos aislados, la Asociación de Matadores ha ido solventando, poco a poco, sus dificultades económicas derivada de una falta de actividad mayor y continuada.
Otro tanto ha ocurrido con la Unión Mexicana de Picadores y Banderilleros, que sigue su incansable lucha por demostrar esa unión, a veces intransigente, que la ha caracterizado a lo largo de sus más de 86 años de historia
"Estamos dando algunas facilidades, pues lo que queremos es torear, y es difícil poder dar gusto a todos porque las oportunidades están escaseando y todas las empresas se quieren ahorrar elementos. Somos conscientes de que se están vendiendo pocos boletos, pero los escasos ingresos que haya se tienen que repartir de una manera justa y equitativa, pues los sueldos que estamos cobrando por festejo son muy bajos", comenta el banderillero Juan Ramón Saldaña, Secretario General del sindicato de subalternos. Y lleva razón. En lo que no la llevan es pretender cobrar derechos de imagen por las transmisiones, cuando no hay patrocinios publicitarios como en otros espectáculos de entretenimiento. Pero esa es otro asunto que debería debatirse a la brevedad.
De todo un poco, y hasta el inframundo taurino
Pero hay de novilladas a novilladas, con o sin picadores (éstas últimas para abaratar costos, como es lógico comprender), como las cuatro que hubo en jornada doble, de mediodía y tarde, en el cortijo "San Rafael" de Aguascalientes, organizadas por Sergio Bonilla, el ganadero de Torrecilla, que próximamente dará otra más… pero en su rancho para bajar aún más los gastos de operación. Aunque de pronto alguien se preguntará: ¿y qué validez tiene cortar una oreja toreando con tan poco público y sin estar regido por la autoridad de un juez de plaza designado por el municipio? Ahora sí que, como aquella sección de la revista "El Redondel" donde se agrupaban los resultados de los festejos de provincia, titulada "Con las debidas reservas".
Y también ha habido festejos de un talante más cerca del toreo cómico, como uno que se dio en el cortijo "El Breco" de Texcoco, donde torearon aficionados prácticos vestidos de corto, otros de charro, y hasta uno más de luces, todo en una misma tarde, en un cóctel multicolor, lo que provocó la ira de muchos aficionados en las redes sociales.
"Me entristeció no poder torear en Los Ibelles, pero la verdad es que no me sentía preparado para matar un novillo de 400 kilos, y en la convocatoria que habían abierto decía que esa temporada iba a ser para novilleros principiantes, como yo, que apenas estoy empezando. Y como ya me había comprado un traje de luces, avíos, espadas, zapatillas y montera, vamos, todo lo que necesitaba para salir a la plaza como Dios manda (se gastó 42 mil pesos, unos mil 680 euros), pues decidí que iba a debutar en ese otro festival que me ofrecieron torear en el cortijo de El Breco", comenta Jorge Arriaga "El Andariego" con sinceridad.
Se trata del abogado –e irredento soñador de gloria– que en días pasados mató un becerro de La Trasquila, según refería el aficionado que la narró en su página de Facebook, en un festejo iconoclasta. ¿Y quién le puede decir que no haga eso a Jorge, que está envenenado del "mal de montera"? Hoy mismo, nadie. Porque como dicen las sagradas escrituras: "el que esté libre de pecado que arroje la primera piedra". Y ante la ausencia de liderazgo y el vació de autoridad moral imperante en los últimos meses, llegó el desorden y se instaló a sus anchas.
"Los Fernández", un lujo a las puertas de Guadalajara
De todos estos cortijos, el que mejor ha organizado los festejos ha sido "Los Fernández", vecino de Guadalajara, donde acaba de celebrarse una temporada de cinco novilladas de auténtico lujo, con novillos bien presentados, muchos toros, y dando oportunidad a distintos aspirantes a novilleros que ahí se han dado a conocer. En este recinto, los hermanos Ernesto y Erick Castellón, con el apoyo de Alejandro Fernández, el anfitrión homónimo del famoso cantante, han dado un paso muy importante en cuanto a su imagen como empresa y la eficiencia de su gestoría taurina, que dejó un ambiente de primera de cara al futuro.
"Al principio nos sentimos frustrados, porque luego de organizar dos festivales de prueba, la pandemia nos obligó a cancelar el ciclo de novilladas que ya teníamos anunciado. La clave fue ser perseverantes y mantenernos con nuestra idea fija de dar toros, pero en las condiciones a las que está acostumbrada la afición de Guadalajara. Nuestra mentalidad fue siempre la de tratar de hacer las cosas bien y no pensar en ahorrar un peso para ganarlo nosotros. Los servicios de plaza fueron de primera y fuimos incluyentes, ya que pusimos a los novilleros de distintos lugares, varios apoderados por otras empresas taurinas. Entre los de Jalisco repartimos diez puestos, y también hubo oportunidad para los aspirantes a novillero que actuaron en cada tarde. Considero que el éxito alcanzado fue muy grande, y había que demostrar que sí se podía hacer algo con esta categoría.
Y las orejas concedidas en "Los Fernández" tuvieron el peso específico de lo que no se regala, y si no que se lo pregunten al juez de plaza Arnulfo Martínez, que si bien es cierto en algún caso específico se mostró neciamente inflexible, cuando concedió orejas fue apegado a un criterio normado en la misma plaza "Nuevo Progreso", de la que fue autoridad varios años.
En Tierra Nueva... ¡gente nueva!
Otro ejemplo de ética profesional y entrega por la Fiesta lo han hecho Manuel Labastida y sus tres hijos, que se les ocurrió la idea de crear un certamen precioso al que dieron en llamar "Quiero ser torero", y cuya filosofía ha sido invitar a torear a muchos aspirantes a novilleros y becerristas a la plaza de su ganadería, localizada en Tierra Nueva, San Luis Potosí. La condición indispensable es que ninguna haya debutado de luces. Esta iniciativa surgió por la misma necesidad de otros ganaderos, sacar sus novillo y erales, según explica el ganadero de una de las dinastías más antiguas del campo bravo mexicano:
"Nuestra ganadería es corta. Tenemos unas cien vacas de vientre, y hace tiempo hemos estado cruzando nuestro ganado con vacas y sementales de Los Encinos, pues la intención es hacer una mejora significativa de nuestra genética. Y para mostrar eso a la gente del toro, consideramos que era necesario empezar desde abajo lidiando becerros y novillos para ver cómo estaban saliendo. Después de pensar con mis hijos qué podíamos hacer, se nos ocurrió organizar este certamen que ha sido un éxito tremendo, porque los niños de diez o doce años que han venido a torear al rancho, se han emocionado mucho y a nosotros nos complace contribuir a hacerles realidad su sueño de ser toreros.
Muchos de los que han estado en la finca de los Labastida nunca habían toreado un novillo o un becerro completo, así que el hecho de poder hacerlo, aunque haya poquito público presente (una media de 30 personas por festival), les ha hecho comprender la importancia del paso que están dando, ya que la intención es que la vivencia que tienen los asistentes y también los toreros, sea integral.
"Hemos dados cuatro festivales y una semifinal. La de este sábado será la segunda, y pronto anunciaremos la gran final. Creemos que el futuro de la Fiesta está en estos muchachos, por eso decidimos apoyarlos y evitar enviar nuestro ganado al rastro. Ya que los torean, porque no se matan, los enviamos para allá, pero así vemos cómo está saliendo lo que estamos empadrando y el resultado que están dando las vacas de vientre que tenemos", comentó Manuel.
"La Josefa" se cuece aparte
Otro caso singular es el de Alejandro Aceves, un novillero tapatío que está toreando por gusto y se toma las cosas en serio. Es su manera de dar rienda suelta a una vocación tardía, pero sumamente profunda. Y ahí, en el cortijo "La Josefa", de Villa Corona, también enclavado en tierras jaliscienses, ha dado festivales y corridas mixtas en toda forma, lo que sin duda es un aliciente que se viene a sumar a esa forma de hacer Fiesta en estos momentos de crisis, porque él afirma que viene a sumar, además de que hace esto sin ningún afán de lucro, con un gusto y un cariño especial que impresiona.
Quienes conocen su proceder lo respetan como persona y como torero, porque saben que es un hombre bienintencionado y profesional, no en vano tiene una sólida formación académica y una empresa exitosa. Pero esa increíble historia de afición merece un capítulo aparte, así que ya la contaremos en otra oportunidad.
Entretanto, la Fiesta de México avanza sin rumbo definido, y mientras no exista un liderazgo que consiga aglutinar todos los esfuerzos de los interesados en que esto no muera, difícilmente se tendrá una recuperación del sector bien encauzada, que contribuya a poner orden en una casa, la taurina, que hoy día está muy revuelta. ¿Quién asumirá el reto?