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Detener el tiempo, al natural

Domingo, 09 May 2021    CDMX    Juan Antonio de Labra | Foto: Hidalgo          
De Torres hizo una obra de altos vuelos, malograda con el acero
La inspiración y la entrega fueron la tónica del último festejo celebrado hoy en "Cinco Villas", donde los cuarto espadas del cartel cuajaron faenas con su sello, dotadas de esa emoción especial que conecta de inmediato con el público, que hoy, como ayer, estuvo atento a todo cuanto ocurrió sobre el dorado albero del coso mexiquense.

Y si los dos toros de nota alta, del hierro de Fernando de la Mora, abrieron y cerraron plaza, los cuatro toreros tuvieron opciones por lo menos con uno de cada lote, un hecho que agregó esa cuota extra de justicia divina para que las cosas salieran bien… salvo con las espadas, pues de otro resultado numérico estaríamos hablando.

Sin embargo, y hay que insistir en ellos, las oreja no dejan de ser "retazos de toro", como decía Manolo Martínez, y lo que verdaderamente importa es la huella que el toreo provoca en la gente y que, al cabo de los años, aquel momento vuelva a aflorar a la memoria y el corazón de quienes presenciaron algo especial, como lo fue, precisamente, esa faena inolvidable que cuajó Adrián de Torres, un torero prácticamente desconocido en México, que entendió a la perfección a "Iñaky" (así estaba escrito en la tablilla, con "y"), un toro de una dulzura impresionante, que no se cansó de embestir humillado, a cámara lenta, a lo largo de una lidia intensa en la que el de Linares se abandonó por completo y detuvo el tiempo toreando al natural.

Y luego de haber estado simplemente esforzado, y hasta un tanto torpe ayer con un toro complicado de Montecristo, ahora fue otro torero, pues mostró una expresión muy suya que afloró a cada palmo de una obra cuya expresión, sobre todo toreando al natural, provocó una gran conmoción en el público que había en la plaza.

Porque ya desde su saludo capotero a "Iñaky" mostró que no quería marcharse de México sin regalarse algo grande, como fue esa faena donde la lentitud, el trazo, la belleza de los muletazos, ahí quedaron y que terminaron de armonizar con una primera faena, la del cuarto, que tuvo concisión y valor.

En este tono de expresión también discurrió el primer trasteo de Calita, ante un toro reunido, hondo y enmorrillado, que tuvo la cualidad de embestir con transmisión, y al que toreó con un largura y reciedumbre propia de los mejores muleteros, con el compás abierto, y la muleta muerte, literalmente muerte en más de tres cuartas partes por la arena, de abajo-abajo, sometiendo la calidad de aquellas embestidas y recreándose en el toreo al natural.

Lo otro, con el quinto, fue resolver la papeleta ante un toro deslucido sin más, pero lo que había hecho con "Socio", ese toro negro, herrado con el número 100, fue dingo de ser tomado en cuenta por un torero que busca, afanosamente, un sitio en la Fiesta.

Otro de los pasajes felices de la corrida fue la oreja –la única concedida en la tarde– a Fortes, que fue autor de una primera faena valiente, en la que pisó el terreno preciso para obligar al toro a embestir, y a fuer de dejarle la muleta puesta, y quedarse totalmente asentado sobre las zapatillas, le robó pases donde quizá no los había si no se hubiese puesto en ese sitio. Una estocada rotunda le quitó de la cabeza esos fantasmas de Zacatecas, ahí donde no hace muchas semanas se dejó dos toros vivos.

Y si este primer trasteo del malagueño había convencido al público, el otro acabó por encantarle, gracias a unos procedimientos tersos, de toques suaves, colocación precisa, y una cabeza muy clara para entender la condición de un toro berrendo, de capa espectacular, pero basto de hechuras, que acabó entregándose gracias a que Saúl le dio tiempo y fue capaz de torearlo con un sentimiento a flor de piel.

El público terminó por reconocer su valía, y él por torear con cadencia, en un palmo, desafiando al berrendo e invitándolo a embestir en muletazos reunidos y toreros, antes de ejecutar una estocada eficaz, aunque no tan ortodoxa, que impidió el corte de una segunda oreja. Pero eso es lo de menos.

No lo fue, en cambio, la actitud, claridad de ideas y refinados procedimientos de Sergio Flores con el tercero, un toro al que había que cuidar, lo que hizo el torero tlaxcalteca para construirle una faena maciza, inteligente, con series de excelente acabado, que el público le coreó con fuerza.

Una estocada defectuosa, aunque de efectos rápidos, motivó a la gente a pedir la oreja que nunca llegó, y con su lógica razón de ser si se pretende observar que las estocadas, como la que había colocado Fortes en el toro anterior, tengan ese valor de lo bien hecho.

A Sergio le tocó el lote más desigual de la corrida, pues la bondad del primero de su lote contrastó con las complicaciones del sexto, el más hecho del encierro, un toro que tenía transmisión pero que era muy difícil sacarle cada uno de los muletazos, pues sacó un estilo reservón poco propicio al lucimiento del torero. 

Pero ahí estuvo, quizá un tanto eléctrico, en otra faceta de su toreo, con voluntad de robarle pases en los que se mascaba una voltereta que, por suerte, nunca llegó.

Así concluyó este atractivo ramillete de festejos (un festival y dos corridas de toros) organizada por la familia Sirvent en un escenario alternativo como "Cinco Villas", de la que la gente salió realizada luego de haber visto varias faenas en las que la inspiración fue esa llama viva del toreo que siempre nos invita a volver a esta maravillosa liturgia, la del toreo, “un arte en movimiento” como lo definió el gran Octavio Paz.

Ficha
Santiago Cuautlalpan, Méx.- Segunda corrida de la "Feria del vestido de luces". Dos tercios del aforo permitido (unas 450 personas), en mediodía soleado y caluroso. Toros de Fernando de la Mora, bien presentados, de juego desigual, de los que destacó sobremanera el 8o., por su gran calidad, y fue premiado con arrastre lento, además del 1o., que fue otro toro de nota alta. Pesos: 503, 505, 475, 545, 505, 530, 555 y 495 kilos. Ernesto Javier "Calita" (azul pastel): Vuelta tras aviso y palmas. Fortes (lila y oro): Oreja y vuelta tras petición. Sergio Flores (azul noche y oro): Ovación tras petición y palmas tras dos avisos. Adrián de Torres (palo de rosa y oro): Palmas y vuelta tras dos avisos. Incidencias: Sobresalió en banderillas Diego Martínez, que saludó en el 1o. Y en varas Daniel Morales, que picó muy bien al 3o., y su padre, César, al 5o., y también fue ovacionado. Calita fue atendido en la ambulancia de un pequeño corte en los nudillos de la mano izquierda, en el que le dieron unos puntos de sutura.

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