Era el remate de la feria de 1971, y aquella mañana durante el sorteo de la corrida de José Julián Llaguno le conocí a Hugo Domingo Molina. Estábamos en los corrales de Monumental de Pueblo Nuevo. El cartel anunciaba a Antonio Ordóñez, Curro Girón y Dámaso González, que repetía luego de cortarle cuatro orejas y un rabo a una estupenda corrida de Bella Vista.
Hugo se acercó donde estábamos los periodistas. Estaba Caremis, cronista de El Nacional y los fotógrafos José Sardá de El Nacional y Ramón Medina Villasmil de Meridiano. Doblando el último toro emprenderíamos el largo camino a Caracas por viejas carreteras que cruzaban los llanos hasta llegar de madrugada al periódico.
"No se vayan. Después de la corrida tendremos una reunión en el Centro de Amigos. Quédense, recuerden que esta es la Ciudad de la Cordialidad".
Esa fue, la de la Cordialidad, la bandera de este luchador infatigable que se fue ayer. Hugo Domingo no sólo ubicó a San Cristóbal en la ruta de las grandes ferias de América, más adelante en su vida ubicaría la fiesta de los toros en Venezuela con similar rango al que Cesar Girón le diera al torero venezolano.
Fueron 50 años de amistad, inquebrantable. Medio siglo de testimonio de cómo creció la fiesta de los toros en Venezuela Convirtió San Cristóbal en el nicho para la proyección integral de la fiesta de los toros en Venezuela. Lo hizo apoyándose en el tándem que integran Manolo Ordóñez y Pablo Duque. Estoy seguro que ustedes, amables lectores, no saben que, por ejemplo, el mayoral de la ganadería de Puerto de San Lorenzo un venezolano ¿Lo sabían, verdad que no?
Un tachirense, Nahir Zambrano de nombre, que como picador de formó en Rubio, estado Táchira, en los tentaderos de Rancho Grande. Un Gocho que gracias a su calidad como picador dio vueltas al ruedo en Las Ventas de Madrid, aclamado cuando iba con Julio Aparicio y hoy con su familia conduce una gran ganadería.
Ha sido Hugo Domingo Molina el motor impulsor de la Escuela Taurina de San Cristóbal. Insisto que apoyándose en Manolo Ordóñez ahora, como antes lo hizo en César Faraco, convirtiendo esta escuela y a la ciudad de San Cristóbal en la cantera taurina de Venezuela. Maracay era el recuerdo, la escuela de toreros y subalternos más importante de Sudamérica estaba en el Táchira. Y todo gracias a Hugo Domingo Molina.
Sorprendente el trato de los gerentes de las grandes ligas del toreo universal, como fueron Chopera, Matilla, Balañá y los hermanos Lozano con Hugo. No ha habido un tentadero más prolijo que el de las ganaderías de Rancho Grande, El Prado y La Consolación en Rubio.
Orgulloso de su gentilicio, taribero hueso colorado, fue Hugo Domingo en protector de la fiesta de los foros tan intenso como el Táchira ha sido el bastión de la nación a pesar del maltrato de las fuerzas invasoras que pretenden convertir el suelo de la frontera en charcos de sangre criolla.
Por más de medio siglo fue Hugo Domingo el protector de la fiesta de los toros, lo hizo convirtiendo el sentido de pertenencia del venezolano en arma de defensa, siendo la mayor propiedad que debía protegerse el rango de la venezolanidad. Categoría en función de empresa, de ganadero, o de representante de los valores venezolanos dentro y fuera del territorio nacional.
Una se las más recias batallas que libró fue la de la forja de la agrupación de ganaderos de lidia, en la Asociación Venezolana de Criadores de Toros de Lidia. Para ello tomó en sus manos el testigo en el relevo generacional que entregaron en la carrera de la historia los fundadores de la ganadería nacional, los hermanos Gómez Núñez, don Juan Vicente y don Florencio, siendo secundado por Alberto Ramírez Avendaño, Sebastián González, Marcos Branger, Luis Morales y J.J. Vallenilla Calcaño, quienes con el impulso gerencial y político de Hugo Domingo trasformaron la presencia del toro venezolano. De una ganadería, la de Guayabita, se pasó a 22 divisas que sostuvieron la Edad de Oro del Toreo Venezolano.
Se ha ido el Protector de la Fiesta de los Toros en Venezuela, Hugo Domingo Molina quien manejó la orquesta de la fiesta con severa armonía gracias a las lecciones del maestro Jerónimo Pimentel, un personaje muy valioso en la fiesta de los toros nacional.
Hoy se abrió la Puerta Grande de la Plaza de Toros Monumental de Pueblo Nuevo en San Cristóbal, y salió a hombros de la afición. Había realizado una gran faena en una vida exitosa sembrando con el ejemplo la pasión por la fiesta de los toros.
Adiós dijo San Cristóbal a Hugo Domingo Molina. Se marchó dejándole a la afición una gran herencia con su ejemplo, y quedan en representación de su esposa Lucila, madre de María, Amparo, Yajaira, Teresa y la morocha Carmen. Y de sus hijos, Hugo Alberto, Hugo Domingo y Hugo José.
Han sido 50 años, el tiempo donde se sembró el testimonio que a Hugo Domingo Molina lo convierte en "Protector de la fiesta de los toros en Venezuela".
La muerte no tiene interrogantes. Es única en el tránsito por la vida. Lo que sí me pregunto es si los venezolanos seremos capaces de administrar la herencia que nos dejó en ejemplo de cómo defender una plaza Monumental, tres ganaderías, escuelas taurinas y valores humanos.
Hugo ha sido inmenso en su paso por la Fiesta, y crecerá en el paso de los días… Gracias amigo, por haber existido.