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El comentario de Juan Antonio de Labra

Jueves, 27 Ago 2020    CDMX    Juan Antonio de Labra | Opinión     
"...da la impresión de que el salmantino ya nació completamente..."
Circula en las redes sociales un agradable video de Marco Pérez, ese niño prodigio que, desde hace ya un par de años, tiene encandilada a la gente del toro. Y no es para menos, pues torea con una impresionante intuición y una gran soltura, al más puro estilo de cualquiera de los escasos niños prodigio que han existido en épocas pasadas.

Desde luego que su frágil figura evoca aquellos primeros años de Julián López "El Juli", cuando el madrileño irrumpió en los ruedos, y se dio a conocer con aquel famoso video del festival de Chinchón, que hizo que todo mundo comenzara a hablar de ese torero tan precoz que por entonces ya había generado una enorme expectación.

A diferencia de El Juli de esas primeras apariciones públicas, en las que toreaba muy bien, con su característico dinamismo, el joven torerito de Salamanca tiene unos procedimientos más reposados y cadenciosos, que lo hacen ver como todo un matador de toros en miniatura.

Y en esas imágenes grabadas recientemente en el campo toledano, se nota que a Marco no le tiembla el pulso cuando tiene que echarle los vuelos de la muleta al hocico a una becerra como esa, de capa colorada, con el hierro de El Montecillo, a la que le cuaja magníficos muletazos. ¡Cómo hubiera disfrutado don Paco Medina con este chiquillo!

Siempre que un torero de estas condiciones aparece en el firmamento de la tauromaquia, todo mundo especula acerca de si llegará a o no a cuajar en una gran figura del toreo, y en buena medida depende, como ocurrió con El Juli, de la manera en que su carrera deberá ser guiada cuando debute en los ruedos.

Porque en esta compleja profesión se requiere que todo se haga con mucha sensatez. Así que sus pasos deberán de ser cortos, pero firmes y seguros, para que no se malogre como otras promesas que, teniendo menos cualidades, no pasaron de ser eso; es decir, en el recuerdo de haber sido "niños prodigio".

Y no sólo eso, sino que también se tiene que elaborar una estrategia adecuada que le permita ir creciendo sin atragantarse, cimentando su confianza en el camino por venir, y con miras a desarrollarse de manera natural, evitando así cualquier tropezón inesperado de esos que han dejado a muchos otros tirados en la amarga cuneta del olvido.

Viendo torear a Marco Pérez con tanta "perfección" para su corta edad, no deja de asombrar aquello de que un torero "nace" y después "se hace". Aunque en este caso en concreto, da la impresión de que el salmantino ya nació completamente "hecho". Sí, convertido en un torero angelical, cuya tauromaquia está tocada de un grato halo de inocencia propia de su edad.


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