Gran tarde de toros se vivió en la plaza "La Luz" de León, durante la primera corrida de feria que se celebró este domingo, donde el hidrocálido Leo Valadez resultó el máximo triunfador tras cortar tres orejas, Antonio Ferrera desorejó a su segundo y Andrés Roca Rey también obtuvo sendos apéndices
Más allá de la foto triunfal de los tres toreros del cartel saliendo a hombros, imagen inequívoca de una buena tarde de toros, si hay algo digno de mencionar es lo sucedido en los corridos en segundo y tercer lugar, donde, sin rivalizar directamente –en quites, por ejemplo–, Leo Valadez respondió con gran raza a la faena realizada por Andrés Roca Rey en el primero de su lote. A veces lo que se muestra con actitudes dice más que mil palabras.
Salió Roca Rey a dejar patente el sitio que ocupa actualmente desde que se abrió de capa con su primero, al que recibió con lances a pies juntos e intercalando algunas chicuelinas, misma suerte con la que quitó tras el puyazo.
En la muleta comenzó la faena por estatuarios, para después ligar series cortas pero llevando las embestidas hasta allá, incluso llegando a hacerse del toro por el lado izquierdo, que había resultado menos claro. Tras manoletinas de cierre dejó un pinchazo y una estocada hasta las cintas para cortar la primera oreja de la tarde.
Y pareciera que este despliegue serio y con recursos por parte del torero peruano espoleó a Leo Valadez, ya que desde que se desprendió del burladero de matadores con su actitud quiso decir que, por acá, como se dice coloquialmente, también hace aire. De hinojos le toreó con el capote, con una larga y por verónicas, además de la espectacular suerte de la zapopina en el quite.
En el segundo tercio cuajó tres sensacionales pares de banderillas, el último de ellos por dentro, para poner a la gente de pie en el tendido. El toro, a pesar de tener el recorrido justo tuvo clase, y Leo lo aprovechó cabalmente, sobre todo por el pitón derecho. Más tarde firmó un final explosivo con manoletinas de rodillas, exponiendo, para ya de pie volcarse sobre el morrillo con un estoconazo, que no tenía otro final que el suyo dando la vuelta al ruedo con las dos orejas del toro de San Miguel de Mimiahuápam en las manos.
Una oreja más sumarían a su espuerta tanto Andrés Roca Rey como Leo Valadez, en los corridos en quinto y sexto lugares, uno por una faena de cercanías y otro por un nuevo trasteo variado, aunque lo verdaderamente relevante fue lo que se vio en sus primeros toros. Con un poco de visión, probablemente podría haber un mano a mano interesante que podría prodigarse en varias plazas de nuestro país.
Otras dos orejas recibió Antonio Ferrera en el cuarto, tras una faena inspirada y con el sello personalísimo de su tauromaquia. El toro salió con mucha fuerza y no pudo lucir a la verónica ya que el viento le movía el capote, misma condición climática que le acompañó en el último tercio.
El toro de inicio era un tanto violento, pero el torero extremeño por adopción lo fue metiendo en vereda, hasta que ya avanzada la faena se dejó llevar por la inspiración y cuajó muletazos largos y muy sentidos, como los naturales sin ayudado con la mano derecha del epílogo. Se entregó en la suerte suprema y dejó una estocada entera, para serle pedidas con fuerza las orejas.
De mérito resultó la faena a su primero, un toro al que había que llevar metido en la muleta, dando los toques precisos para alargar la embestida. Fue llamado a saludar al tercio tras calar y dejar una estocada delantera al segundo intento.