Pasa. Muchas veces. Y más aún en un espectáculo tan impredecible, como es el de los toros. Cuando la expectación es alta, en ciertas ocasiones no se corresponde a lo esperado. Por eso es tan difícil que los triunfos sucedan, y por ello los aficionados deben estar siempre a la espera de cosas buenas, con la misma ilusión de quienes tratan de hacer lo mejor que está en sus manos para que así suceda.
Hoy... no pudo ser. Esta frase encierra lo que pasó en la Corrida Guadalupana de la Plaza México, en la que Sergio Flores cortó una solitaria oreja, protestada por un amplio sector del público, que quizá no supo valorar del todo el gran esfuerzo que hizo el torero tlaxcalteca con el cuarto, un toro que tuvo transmisión y al que toreó con la misma raza que al primero, que fue exigente y tuvo una bravura seca, un tanto incómoda, con el que resolvió la papeleta a base de valor y colocación.
Porque, ciertamente, el juego de la corrida de Begoña, que regresaba a esta plaza 23 años de ausencia, no fue lo esperado si se considera la ilusión que tenía el ganadero de traer su corrida en una fecha tan especial. Y en cuanto a la presentación y las hechuras de los toros, éstos cumplieron con creces.
Sin embargo, al final sólo esos dos ejemplares fueron los más manejables de un encierro deslucido, sin fondo, que tuvo su peor momento cuando el sexto volvió la cara a los caballos en tres ocasiones, y en distintos terrenos, y se le condenó a banderillas negras, algo sumamente inusual de ver en este coso. Lo peor del caso es que el juez tomó la tardía decisión de devolverlo a los corrales, lo que provocó una molestia mayor entre el público, que de por sí ya estaba de uñas.
Al margen de esta circunstancia adversa, cabe mencionar que los toreros trataron de hacer frente a la adversidad, y procuraron dar la cara, como lo hizo Andrés Roca Rey con el primer toro de su lote, al que le hizo un ceñido quite por chicuelinas.
Y más tarde la faena comenzó de manera trepidante, con dos escalofriantes péndulos en los medios, que hicieron albergar esperanzas. Pero luego el toro no terminó de romper, y más que embestir pasaba, lo que impidió que el torero peruano consiguiera encauzar el resto de un trasteo que se fue diluyendo paulatinamente.
En el quinto, otro toro bien hecho y cortó de manos, buscó revertir el ambiente hostil que iba en aumento. A la hora de matar tuvo la mala suerte de que el toro perdió las manos en el momento del embroque, y colocó una estocada trasera y caída, que enervó aún más al público.
De Luis David cabe decir que lo intentó sin ningún resultado positivo, y salvo el alegre y vistoso quite por zapopinas al sobrero, lo demás se le fue en tratar de someter unas embestidas descafeinadas, huidizas, tanto de su primer toro como de este, ya cuando la tarde había caído en picada.
El conato de bronca que se suscitó hacía el final de la corrida, dejó un ingrato sabor de boca, y fue así como el entusiasmo inicial acabó por desvirtuarse. Así hay tardes... y tardes. Y la fiesta de los toros está dotada de esos reveses cuya mayor enseñanza deben de motivar a la reflexión.
Ficha Ciudad de México.- Plaza México. Séptima corrida de la Temporada Grande. Corrida Guadalupana. Poco menos de media entrada (unas 19 mil personas) en tarde de temperatura agradable, con algunas ráfagas de viento en el 1o. Toros de Begoña (el 6o. bis, sobrero sustituto de uno devuelto por manso, que fue condenado a banderillas negras), bien presentados, de los que destacaron 1o. por su bravura y el 4o. por su transmisión. Los demás fueron deslucidos y dieron poco juego. Pesos: 501, 520, 551, 518, 542 y 513 kilos. Sergio Flores (negro y oro): Silencio tras aviso y oreja con protestas. Andrés Roca Rey (blanco y plata): Silencio en su lote. Luis David (azul rey y oro): Silencio en su lote. Incidencias: Al finalizar el paseíllo se escuchó el Ave María de Gounod, como homenaje a la Virgen de Guadalupe. Destacó en banderillas Francisco Durán "Viruta", que saludó en el 2o. Y Gustavo Campos, que lo hizo en el 4o. También Diego Martínez banderilleó con mucha eficacia, lo mismo que Ángel González, mientras que Víctor Mora bregó con temple. El juez de plaza Jorge Ramos intentó utilizar la megafonía de la plaza en dos ocasiones y no se escuchó nada de lo que dijo. Las tablas del ruedo estuvieron adornadas por el pintor Jazzamoart, y en los medios se dibujó una efigie de la Virgen de Guadalupe.