Cercedilla es un pueblito de siete mil habitantes que está en la Sierra de Guadarrama, más coloquialmente conocida como "la sierra de Madrid", a la que todos los fines de semana se escapan millares de capitalinos buscando paz. Y hoy toreaban aquí, en su recoleta y antigua plaza de toros, dos novilleros mexicanos.
De hecho, dos toreros que viven precisamente en este lugar. De tal suerte que su presencia en esta combinación representaba un atractivo añadido al cartel, porque se trata de dos de los novilleros punteros que quieren forjar su camino en Europa y proyectarse hacia México.
Se trata de Héctor Gutiérrez y Diego San Román, que amanecieron el jueves pasado con la triste noticia de la muerte de Blanca Fernández Ochoa. Y seguramente que sabrían quién era, ya que habrán pasado muchas veces al lado de la escultura que rememora la imagen triunfadora de su hermano Paco, ganador de una medalla de oro en ski, en las olimpiadas de Japón de 1972.
Y es que la reciente muerte de ella, que fue la primera mujer en dar a España una medalla olímpica en la misma disciplina, sucedió a escasos kilómetros en un paraje de esta hermosa sierra, y fue un duro golpe para todos los vecinos de Cercedilla.
La relación de los Fernández Ochoa con el toreo era conocida, pues Paco llegó a torear como aficionado práctico en la plaza de Colmenar, y otras veces también echó capa en plazas de tienta de varias ganaderías de esta región madrileña en la que todavía se respira un viejo aroma ganadero.
Así que ese solemne minuto de silencio al romper filas tras el paseíllo, que instantes después acabó convirtiéndose en un sentido aplauso del público, seguramente caló hondo en los dos mexicanos, y también en su compañero de cartel, Javier Montalvo, que brindó el cuarto novillo desde los medios, mirando al cielo.
Con ese ambiente cargado de una tristeza colectiva, que la bien timbrada banda trataba de disimular, los dos mexicanos triunfaron de manera rotunda esta tarde, y al margen de la concesión de las orejas, que sabemos que muchas veces suele ser un tanto desmedida en los pueblos, lo importante es la imagen que ofrecieron.
Una de las mayores virtudes del hidrocálido es manejar la espada con gran eficacia, y esta cualidad debe de ser reconocida en tiempos en que muchos matadores de toros o novillos no hacen el debido honor a dicha investidura.
Además, Héctor saber romperse de cintura y torea largo, como lo hizo ante los dos novillos de su lote, a los que tuvo que aguantar con determinación, pues ninguno era fácil.
San Román, torero de dinastía, sobrino nieto de Ernesto, "El Queretano", que confirmó su alternativa en Madrid hace casi medio siglo, mostró su natural desparpajo y un inmenso valor sobre el que fundamente un toreo de mucha verdad.
Y si las faenas de Héctor fueron limpias, aseadas, con mayor acento la segunda que la primera, las de Diego fueron recias, tanto por la colocación tan precisa entre los pases, como por la entrega y la personalidad que atesora. Y por eso ya se habla mucho de este otro queretano por aquí, pues el entusiasmo que ha despertado entre los profesionales y el público es proporcional a sus atributos.
Al final los dos salieron a hombros de la plaza, en medio de las muestras de afecto de sus vecinos, que hoy estaban todavía demasiado conmovidos para andar de fiestas, esas que no se cancelaron en señal de duelo por pedido expreso de la familia de los hermanos Fernández, dos triunfadores del deporte y de la vida, como lo que intentan hacer estos atrevidos mexicanos que andan dando guerra por toda la llamada "piel del toro".
Ficha Cercedilla (Madrid), España.- Novillada de feria. Dos tercios de entrada en tarde agradable. Novillos de
Montealto, bien presentados, de juego variado, de los que destacó el 1o. por su clase; 5o. y 6o. fueron premiados con sendas vueltas al ruedo inmerecidas.
Javier Montalvo (burdeos y oro): Silencio y palmas.
Héctor Gutiérrez (rosa mexicano y oro): Oreja y dos orejas.
Diego San Román (verde hoja y oro): Oreja y dos orejas. Incidencias: Al finalizar el paseíllo se tributó un minuto de silencio a la memoria de
Blanca Fernández Ochoa, medallista olímpica de ski, originaria de esta localidad madrileña, y fallecida recientemente en circunstancias que aún no han sido aclaradas por las autoridades que investigan el caso.