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Crónica Reciente

El Fandi forma un alboroto en La México (video)
Domingo, 13 Dic 2009 | México, D.F.
Fuente: Juan Antonio de Labra / Foto: Sergio Hidalgo
       
En unos cuantos minutos, David Fandila "El Fandi" se ganó la admiración del público por su toreo variado de capote, sus vibrantes pares de banderillas, y una faena de buen acabado que, tras colocar una certera estocada, debió ser premiada con dos orejas.

Sin embargo, por segunda ocasión en la campaña, el juez de plaza Miguel Ángel Cardona desoyó la fuerte petición del apéndice que hubiese permitido salir a hombros al granadino por derecho propio.

La México no es Madrid, ni ha tenido nunca ese rigorismo en la concesión de los trofeos. Una cosa es que la autoridad guarde las formas, y otra muy distinta es que carezca de sensibilidad para premiar la labor de los toreros en todo lo que vale si se hace un análisis objetivo de los acontecimientos.

Si se desmenuza la actuación de El Fandi con este noble toro de San Isidro, que inclusive pudo haber sido premiado con arrastre lento, es preciso destacar lo completa que fue la lidia desde que se abrió de capote.

Y es que toreó bien a la verónica; llevó el toro al caballo de forma por demás vistosa, con suaves chicuelinas al paso, y lo dejó en suerte con dos recortes muy toreros. Más tarde le hizo un buen quite y qué decir del segundo tercio, donde formó un auténtico alboroto con tres pares de gran exposión que pusieron al público en pie en una de las ovaciones estelares de lo que llevamos de temporada.

Hay que apuntar que, instantes después, El Fandi realizó una faena entonada, por el pulso y el temple que imprimió a series bien acabadas, en las que enseñó que es un torero afinado por el tiempo, y dueño de un gran sentido del espectáculo.

Ni siquiera la contundente estocada que recetó al toro de San Isidro fue un argumento final para convencer al juez Cardona, que aguantó estoico, como un muñeco de cera, la fuerte petición de la gente, que quería premiar al torero con las dos orejas del toro.

Esta adversa circunstancia impidió al granadino salir a hombros de un público que se entregó también en la lidia del sexto, cuando trató de hacerle faena a un toro de Garfias que fue reservón y nunca se entregó en la muleta. Metido entre los pitones, le robó pases de valía.

Rafael Ortega salió un tanto presionado a matar al primer toro de la corrida, el otro ejemplar de San Isidro que se jugó en el festejo. El tlaxcalteca toreó con cierta rapidez al encastado ejemplar de los señores Guerra, un toro que no regaló una embestida.

El trasteo tuvo una serie redonda, pero sólo una, en medio de muchos pases en los que privó la celeridad y los enganchones de muleta sobre el aplomo y el poderío.

Consciente de la importancia que tenía dar muerte al toro de forma eficaz, Rafael, en un gesto que le honra, se fue derecho tras de la espada, pero quedándose en la cara, y como no hizo "la cruz", estuvo a punto de que se lo llevara "el diablo", como reza el añejo refrán.

El toro, que era encastado, y hasta fiero a estas alturas de su lidia, hizo por el torero que yacía derribado sobre la arena. Y ahí le bailó un zapateado que, la verdad sea dicha, hasta le salió barato a Ortega.

Dueño de un profesionalismo que lo ha caracterizado a lo largo de su brillante carrera, Rafael trató de cosechar el triunfo con el cuarto, un toro de Garfias flojo y sin transmisión al que le buscó las vueltas en una faena lucidora por el pitón izquierdo.

Algunos naturales de buena factura representaron la parte medular de una labor dinamica, que incluyó, no obstante la paliza que llevaba a cuestas, un meritorio y emocionante tercio de banderillas.

Ahora sí consiguió colocar una estocada de mejor ejecución y aunque le pidieron la oreja, se veía venir una nueva negativa por parte del juez de plaza que, en este caso, tenía razón porque la espada había quedado un tanto desprendida. Rafael tuvo que conformarse con saludar una cariñosa ovación en el tercio.

A Manolo Martínez le tocó un lote sin posibilidades de lucimiento, compuesto por dos toros de Garfias deslucidos a más no poder. El hijo del mandón estuvo centrado y ejecutó algunos pases con suavidad, pero la gente no quería saber nada de él y le chillaron injustamente.

La mala suerte de Manolo, que fue el único espada que sorteó el único lote que contenía los dos toros de Garfias, fue un impedimiento para mostrar esta renovada actitud, claro deseo de reencauzar su vida a través de la vocación que tantas satisfacciones dio a su padre.
Ficha
México, D.F.- Plaza México. Sexta corrida de la Temporada Grande. Unas 9 mil personas en tarde espléndida. 4 toros de Garfias, bien presentados y descastados en su conjunto y dos de San Isidro (1o. y 3o), uno encastado y el otro muy noble. Pesos: 463, 480, 480, 497, 525 y 524 kilos. Rafael Ortega (rosa y oro): Ovación y ovación tras petición. Manolo Martínez (solferino y oro): Pitos en su lote. El Fandi (grana y oro): Oreja con fuerte petición y palmas. Destacó en varas Adalberto Juárez, que picó con arrojo al 1o. Ortega pasó a la enfermería y fue atendido de un corte en el lóbulo de la oreja izquierda, donde le dieron cinco puntos de sutura.
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