Una tarde pletórica de detalles artísticos y capacidad, la de Ortega Cano, y una faena de un magisterio impecable, la de Zotoluco, marcaron una tarde interesante la corrida inaugural de la feria de Pachuca este sábado, en la que han destacado dos toros que dieron la nota, uno por extraordinario, y otro por complicado que exigió mucho oficio.

El coso monumental Vicente Segura registró una floja entrada, con tarde espléndida, de calor y sol suave, poco habitual incluso para este mes en esta ciudad hidalguense.

Desde 1983 no venía la vacada de San Miguel de Mimiahuapam a este escenario, que reapareció lidiando cinco toros desiguales de hechuras y comportamiento, pero que a la postre dieron un juego interesante. Fue lidiado también un toro de Santa Teresa, corrido en segundo lugar, muy bueno que fue aplaudido en el arrastre y que bien merecía los honores del arrastre lento.

Se presentó el maestro José Ortega Cano, que se enfrentó primero a un toro muy hecho con el que estuvo discreto de capa, y que luego de provocar la res un tumbo en varas, intentó el quite sin éxito, y si bien el astado era violento y complicado, el cartagenero no quiso ni verlo. Abrevió y señaló un pinchazo y estocada ante el descontento.

Otra historia fue con un toro menos, con el que toreó espléndidamente con el percal, y con la muleta, luego de una mala lidia en varas, estuvo sencillamente enorme, porque el animal lejos de entregarse, se defendió, tuvo una acometida violenta y deslucida, misma que aguantó firme y que le robó muletazos importantes que la gente le ha reconocido con fuerza.
 
Un cambio de mano así de largo, para cobrar una estocada antológica en lo alto con la que la concurrencia se entregó, que bien pudo valerle el segundo trofeo.

Zotoluco estuvo sencillamente en maestro. Le correspondió en primer término un astado de bonitas hechuras que fue avanto de salida pero su condición le hizo ir a más hasta romper y ser el mejor del encierro.
 
Lo toreó pegándole muletazos así de templados como largos, disfrutando cada instante del pase, por los dos lados, más importantes fueron los del pitón izquierdo, pero una exquisitez de temple los del derecho, siempre bien rematados con los de pecho que pusieron de acuerdo a todos. Dejó una estocada luego de un pinchazo y se dividió la opinión cuando tuvo la oreja en la mano.

Vino una faena vibrante con su segundo, un animal  áspero y complicado, con guasa y poca entrega al que saludó con dos largas de hinojos en tablas, y que luego, a base de mucha firmeza, y cómo no, entrega, le aguantó las embestidas duras, ásperas, violentas y sin nunca romper de la res, trazando, robando, muletazos con un importante temple que se tradujo en un concierto de ritmo y cadencia con un animal que no la tuvo en lo absoluto.

La faena fue a más, pero el animal no, y el reconocimiento del público creció por el magisterio mostrado, por la forma de someter a un animal que nunca abrió el hocico. Ahora sí, nadie estuvo en desacuerdo con el trofeo otorgado.

Por su parte, Rafael Ortega nos las tuvo consigo esta tarde. Su primer astado fue débil aunque calidad, el más hecho de todos.

Su segundo, uno de los toros menos, se quedaba corto en la acometida con la muleta, que es cierto estuvo voluntarioso con el percal así como en banderillas, colocando uno al cuarteo y uno al violín muy aplaudido. No terminó entendiendo al deslucido animal en su cortedad de cualidades, por lo que los premios resultaron exagerados, contrario a lo de sus compañeros de terna.