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La gran sorpresa de un torero veterano (video)

Domingo, 14 Feb 2016    Guadalajara, Jal.    Felipe Aceves | Foto: Memo Sierra           
Triunfo del tapatío en su tierra
Entre la selecta y nutrida concurrencia que asistió a la Nuevo Progreso, me encontré, un tanto cuanto de incógnitos a los "duendes del toreo": De buena fuente sé que viajan a donde Morante se anuncia. Como en muchas tardes estuvieron al acecho de aquel momento en que se les fuera a llamar. Y ocultos en el callejón, se les notaba inquietos y en el momento –aunque deseado– menos se esperaba acompañaron a Alfredo Ríos "El Conde" en las verónicas rítmicas, mecidas, sabrosas, "enduendadas" con las que recibió a "Tapatío", el toro de regalo de Los Encinos lidiado en último lugar.

Y no se retiraron hasta que fue consumada la media verónica de frente, a pies juntos, ¡como para una pintura! que provocó aquella ovación reprimida durante toda la corrida. Luego del brevísimo, –casi inexistente– puyazo, donde colocó al fino cárdeno astifino por tapatías y dejó con un manguerazo, le bordó un quite por crinolinas en honor –digo yo– al matador jalisciense Eliseo Gómez "El Charro", presente en la plaza.

En seguida cogió los palos y se regustó en cuatro pares que deleitaron a todos los presentes. Dos en templado cuarteo, uno al violín y cerró con el par a la moviola, que le salió pintado en el mismísimo terreno de los medios. Otra ovación recogió Alfredo en el tercio, ya cuando el ambientazo estaba caldeado para algo grande.

Mientras cogía los trastos, se escuchaba el frotamiento de manos proveniente de los tendidos. Es que toda la tarde, sólo en momentos pudimos batir las palmas. Se fue casi al centro del anillo el torero tapatío. Ahí esperó la arrancada, para cambiarlo por la espalda en un par de ocasiones, seguir con un molinete de hinojos y rematar con un pase de pecho de larga duración. Otra salva de palmas se escuchó, que hasta al torero de Guadalajara consiguió relajar; porque, no era para menos, toda la tarde estuvo inconforme –como todos– con el inusual pobre juego de los toros de Fernando de La Mora.

Y a regodearse Alfredo con el regalo de Los Encinos, un regalo en toda la extensión de la palabra. Así ejecutó series con la derecha, ahora iniciadas con molinete, rematada con el de pecho, enseguida por trincherazo o por trincherillas para ligar con muletazos sin solución de continuidad, etc.

A mí me encantó un redondo, hombre sí, movidillo, pero con mucho gusto y entrega, ligado con el martinete y con uno de pecho que propició un largo olé y otra ovación. Hombre, que el paisano se dio gusto también por la izquierda acompañado en todo momento por el beneplácito de la concurrencia.

Cuando inició los últimos compases del trasteo comenzaron a aparecer aislados pañuelos en los tendidos. A estos se les unieron cada vez más "palomas" blancas. Para ser sinceros, yo no quería el indulto que al final se consumó. Yo hubiese querido un par de orejas en las manos de El Conde por un triunfo muy merecido. Pero como dijo Manuel Benítez Carrasco en su poema, también así dijo el torero "mira si soy desprendío..." y compartió el triunfo con el ganadero Eduardo Martínez Urquidi. Allá él. Pero yo no soy el público, y ese es el que manda.

El Conde consiguió una salida a hombros y un triunfo que le sabrá a gloria. Sus dos toros que le correspondieron en el sorteo, bien presentados, sí; astifinos, también, pero sin esa alma que suelen tener los ejemplares queretanos. Por voluntad y porfía, no quedó.

Con qué gusto se reconoce la elegancia de un torero; en este caso, un torero de a caballo. Precioso traje rondeño, el que lució Pablo Hermoso de Mendoza. Negro y plata con remates en oro, como para desfile de modas. También la voluntad y la entrega fueron acordes a la imagen del torero navarro.

El primero de su lote tardó en enterarse que estaba ahí para embestir, hasta que el navarro lo convenció con dos rejones de castigo. Muy prendido se llevó a "Seda Negra" en una vuelta al anillo con toreo de costado que mereció una gran ovación Pablo intentó más, mucho más, pero al de Fernando de la Mora no le dio la gana cooperar y, pese al empeño, después de un rejón de muerte traserito, otro entero en buen sitio y despachar al primer golpe con la de cruceta, se retiró en silencio al callejón. "Navarro" que hizo de segundo en la lidia a caballo, se prestó un poco más, por lo que Hermoso de Mendoza lució a lomos de "Dalí" en varias "posadas" y piruetas en la cara del toro que le fascinaron al público.

Más tarde clavó banderillas montando a "Pirata" para un tercio muy lucido y concluyó el pasaje con un par a dos manos, muy bien toreado y en terrenos comprometidos. El desplante del teléfono para ostentar la doma y en seguida el ¡ah! del desencanto por el mal uso del rejón de muerte.

Todos queremos que sea certero. También el torero; pero como que ésta plaza se le “empacha” y no trae la suerte consigo al oficiar aquí con el rejón de muerte. Todo bien toreado, con entrega, con buena monta, y tararán tararán, pero la suerte final, no se le da. A pesar de una gran actuación, de nuevo silencio.

En la actuación de Morante de La Puebla, los duendes cual forcados permanecieron cogidos a la barrera –casi todos–  listos para saltar. Algunos se atrevieron. Había razón. La de hoy ha sido una de las actuaciones con más voluntad que le he visto al de La Puebla en esta plaza. Colocó a sus dos toros al caballo; buscó sentirlos después de picados; bregó a sus dos toros en banderillas; en ningún momento se desentendió de la lidia. Siempre al pendiente, siempre participativo. Muy responsable y –a leguas se notaba– con enormes deseos de triunfar.

Con el primero de su lote, le llevó a varios terrenos, para ver cuál de ellos le gustaba al señorito. Ningún sitio le entalló a “Francisco”. En un pasaje saltó el duende del trincherazo. Entró y salió pronto el duende encargado del toreo natural por derecha. Pero se les atravesó el chamuco que desluce los toros y ahí se estrelló la voluntad que había puesto Morante.

"Venadito" cerró plaza y por poco el expediente. Pero, a pesar de que no se veía faena por ninguna parte (el mérito del toro, igual que todos sus hermanos fue acudir con prontitud al caballo) no se desanimó el torero. Con base en empeño y entrega le comenzó a robar un muletazo aquí –saltaba un duende y se iba– otro que saltaba por allá, hasta que un grupo de ellos se metieron al ruedo y acompañaron al torero en un par de  series por derecha que abrió el tarro de las esencias por breves instantes.

Luego estuvo errático con la espada y también con la de cruceta; por poco no le tocaron el tercer aviso. Aunque en silencio al callejón, al despedirse del ruedo, los aficionados le mostraron su beneplácito y cariño por la entrega que evidenció toda la tarde. Algo digno en un torero de su corte.

Para el próximo domingo 21 se lidiará un encierro de Jaral de Peñas para Ignacio Garibay, Alejandro Talavante y la repetición de Andrés Roca Rey, que sin duda es un cartel muy atractivo y diferente.

Ficha
Guadalajara, Jal.- Plaza "Nuevo Progreso". Primera corrida de la segunda parte de la temporada. Lleno en sombra y media plaza en sol, en tarde soleada y con viento. Seis toros de Fernando de La Mora, con trapío, parejos de tipo pero de pobre desempeño. Y uno de regalo de Los Encinos, que fue indultado. El rejoneador Pablo Hermoso de Mendoza: Silencio y silencio. Alfredo Ríos "El Conde" (nazareno y oro): Silencio, silencio e indulto en el de regalo. Morante de La Puebla (verde olivo y oro): Silencio y silencio dos avisos. Incidencias: El toro indultado se llama "Tapatío", número 60, con 490 kilos.


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