Flores y "Patrón", fundidos en plata pura (video)
Domingo, 06 Sep 2015
Zacatecas, Zac.
Juan Antonio de Labra | Foto: Briones
Sergio Flores le cortó dos orejas a un gran toro de Caparica
La suerte le tenía deparado a Sergio Flores el toro más completo de la corrida de Caparica, y provocó una triple felicidad ese "Patrón", jefazo de lujo, de la divisa mexiquense, pues embistió por derecho, con mucha fijeza y transmisión, y el tlaxcalteca no desaprovechó la oportunidad para tumbarle las orejas y llevarse la plata, fundida en el prestigioso Escapulario de la Virgen del Patrocinio de esta noble y muy leal ciudad de Zacatecas.
Así que las tres alegrías fueron, de manera conjunta, para Flores, que se llevó el triunfo; para su apoderado, Roberto Viezcas, y los dos socios de éste último en la ganadería de Caparica: Julio y Roberto Muñozcano.
Dicen bien que nadie sabe para quien trabaja, pues esta corrida, en la que saltaron tres toros buenos, con distintos matices, se iba a lidiar en Tlaxcala el pasado 2 de mayo, y como al final no se dio ese festejo en el que se quedaron anunciados Alejandro Talavente y Joselito Adame, además del propio Flores, los toros de la divisa mexiquense estuvieron esperando poco más de cuatro meses para venir a Zacatecas.
Se trataba de una corrida agradable por delante, pues varios toros eran recogidos de pitones, pero hondos y con kilos –quizá demasiados– pero que al final su casta hizo embestir con soltura a tres de ellos, uno de los cuales sirvió para ver los avances de este gran profesional que es Sergio Flores, que cuajó de principio a fin a "Patrón", a lo largo de una faena bien estructurada, variada, con profundidad y sello.
Aunque colocó una estocada entera, un tanto trasera, y se vio obligado a descargar un único golpe de descabello, el trasteo había impactado mucho en la gente, que le jaleó con gritos de ¡torero, torero! y al juez no le quedó más remedio que acceder a la fuerte petición de la segunda oreja para concederla, y con muy buen criterio, por supuesto.
Si es faena fue el clímax de una tarde interesante, la sólida actuación de Ignacio Garibay delante de un toro muy hondo, algo y largo, mantuvo el interés de la gente, que admiró la entrega del capitalino, que se le jugó con hombría en muletazos recios por el pitón derecho.
La colocación de Nacho fue precisa, ya que perdiéndole pasos en el inicio del trasteo, consiguió meter en vereda aquel torazo que había derribado a su tocayo Melendez, en el poderoso tercio de varas al que faltó mayor eficacia, cosa rara en un picador maestro.
Y la emoción que proyectó el toro con sus embestidas fuertes y enrazadas, fue la clara demostración de que la bravura siempre será un arma de dos filos para los toreros, porque se convierte en el mejor argumento de la entrega.
Una estocada dando el pecho, algo desprendida, fue el colofón a una faena maciza, de esas a las que Nacho nos tiene acostumbrado. Ojalá que este triunfo, y sentirse vivo otra vez con un toro de estos, sea la mejor motivación par que su carrera retome el vuelo, ahora con la madurez a flor de piel, y delante del palco que ocupaban su esposa y sus dos pequeños hijos, a lo que hoy dio una auténtica lección de carácter.
La otra faena significativa de la tarde la hizo Jorge Delijorge con un toro precioso, el más reunido y bajo de los de Caprica, al que había toreado de capote con dinamismo y había banderilleado con entrega. Luego, a pesar de que el toro fue un poco tarde, el zacatecano le dio varios muletazos de temple exquisito, y se gustó en todo momento hasta que sobrevino ese pinchazo donde se le zafó el hombro derecho.
A este toro le dio muerte Garibay mediante una soberbia estocada en la que deletreó la suerte con pasmosa lentitud, y si me apuran, aquella obra de arte con la espada valía la concesión de una oreja. Es una lástima que a veces la gente no se entere mucho de estos pequeños grandes detalles que deberían ser más valorados. Lo bueno es que ahí quedó ya esa magnífica estocada inscrita ya en nuestra memoria.
Antonio Romero anduvo un tanto desanimado con el remiendo de Pilar Labastida que salió en cuarto lugar, un toro soso y deslucido. Y aunque un ejemplar de este hierro, número 16, que estaba reseñado para rejones, debía haber sido el toro de dicho hierro en la corrida, al lastimarse un pitón uno de Caparica, los apoderados, ganaderos y empresa, acordaron que se lidiara para rejones, con el que Jorge Hernández estuvo francamente bien, salvo con el rejón de muerte.
Cuando parecía que ese otro ejemplar de imponente lámina y fuerte pecho iba a dar muchas complicaciones, a base de pisarle el terreno y de colocar muy bien sus caballos a la hora de preparar la suerte, el caballista potosino consiguió clavar banderillas con una verdad incontestable.
Además, Jorge había hecho mano de recursos para terminar pudiéndole al toro, que no era fácil, hasta que emborronó esta digna labor a la hora de matar. Una lástima, pues lo que hizo valía la concesión de una merecida oreja.
La labor de Arturo Saldívar con el quinto pasó inadvertida ante un toro manso que no tenía un pase, y no le permitió al hidrocálido mostrarse. Para colmo de males, lo mató de mala manera, y la gente se metió con él.
Cerró plaza Luis Ignacio Escobedo con otro toro de Caparica que era un ferrocarril, y el torero zacatecano mostró buen actitud, pero no consiguió someter las incómodas embestidas del ejemplar, que topaba de continuo y se revolvía en corto. Tres inoportunos desarmes rompieron el hilo conductor de una faena que culminó con una estocada valiente al primer viaje.
Al terminar la corrida, que había comenzado con un emotivo homenaje al gran ganadero José Julián Llaguno, el torero tlaxcalteca se fue en volandas con una amplia sonrisa en el rostro por haber brindado una tarde muy importante, y la satisfacción de haber correspondido con creces a todo ese apoyo que la gente de Caparica le ha brindado de todo corazón al tenerlo viviendo en su finca desde hace ya largos años.
Ficha Zacatecas, Zac.- Plaza Monumental. Primera corrida de feria. Escapulario de Plata. Dos tercios de entrada en tarde soleada, con ligeras ráfagas de viento. Seis toros de Caparica y uno de Pilar Labastida (4o.), impecablemente presentados, hondos, con kilos, pero agradables por delante, de los que destacaron 2o. (premiado con arrastre lento), 3o. y 6o., por su calidad, especialmente éste último. Pesos: 510, 582, 480, 526, 540, 502 y 577 kilos. El rejoneador Jorge Hernández Gárate: Palmas. Ignacio Garibay (azul marino y oro): Oreja y palmas en el que mató por Delijorge. Jorge Delijorge: Lesionado. Antonio Romero (sangre de toro y oro): División. Arturo Saldívar (azul marino y plata): Pitos. Sergio Flores (espuma de mar y oro): Dos orejas. Luis Ignacio Escobedo(azul marino y oro): Silencio. Incidencias: Jorge Delijorge se luxó el hombro derecho al entrar a matar, y fue conducido a la enfermería para ser revisado; quedó pendiente de estudio radiológico. Destacó en banderillas Ángel Martín González, que estuvo bien colocado, y en la brega, ante el de rejones, Sergio González y Juan Ramón Acosta. El Escapulario de Plata fue para Sergio Flores. Al finalizar el paseíllo se tributó un homenaje al ganadero José Julián Llaguno, que recibió un reconocimiento por parte de la empresa.
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