Gamero, por la oreja que cortó, y Campos por la vuelta que dio con fuerza en el que cerró plaza, fueron los que pudieron sobresalir de una tarde complicada, que tuvo matices de interés y que se antojaba para más, en lo que ha sido el tercer festejo celebrado en la monumental “Vicente Segura”.

Y es que para los contados aficionados que saben lo que es el encaste Piedras Negras, había creado, digamos que curiosidad. Un hierro que se presentaba por primera vez en la capital hidalguense, y que también, era el primer hierro con esta línea que se veía. Todos guapos, como es la característica, franciscanos de pelo, también común en éstos, pero que como las otras ramas de esta estirpe, acusaron algunas complicaciones, y ese consabido tenor de las medias embestidas y el deslucimiento, salvando de sobremanera la divisa, el corrido en primer lugar.

El rejoneador Emiliano Gamero reaparecía en este coso y lo hizo cortándole una oreja a un toro hondo y cuajado al que recibió con la suerte de la garrocha, en la puerta de toriles. Luego, clavó dos rejones, dos a la tira y uno por dentro, a un astado por momentos distraído y al que le faltó celo en general, siendo mejor para los de a pie que para los de a caballo. Realizó galopes a dos pistas en el tercio de banderillas, destacando una a pintón contrario, con una jaca que se apreció sangraba de la boca. Luego ejecutó piruetas y dejó otro pitón contrario, muy aplaudido, y una más por dentro.

Los Forcados Hidalguenses realizaron una buena pega al primer intento, a cargo de Jorge Olivares. Clavó dos banderillas cortas, una al violín, a un toro que ya estaba parado. Mató de estocada contraria con el rejón de muerte, paseando el trofeo acompañado del pegador.

Se presentó Brandon Campos, que al que cerró plaza lo recibió con una larga de rodillas en tablas, y un vibrante saludo a la verónica que despertó a la gente. Quitó por chicuelinas, rematando con una revolera, saludando en el tercio por dos buenos pares, Pascual Navarro. Inició su labor en los medios, donde citó a la res, que se arrancó pronto, teniendo una clamorosa respuesta por los ayudados que hilvanó.

Luego, el astado aunque repetía, lo hacía en ocasiones topando, en otras midiendo al torero, siempre saliendo con la cara arriba, aunque como virtud, al igual que sus hermanos de camada, fue la fijeza. Brandon estuvo esforzado y logró cuajar pases que tuvieron mérito por lo que llegó su faena al tendido. Lo mató de pinchazo y estocada baja, que le privaron del cortar un trofeo aunque la gente la pidió.

A su primero, luego de realizarle un quite, puso en predicamentos a los banderilleros, y en la muleta sólo pudo robar algún que otro pase estimable pues la res se resabió, echando la cara arriba y cuando sentía la muleta, derrotaba de forma violenta. Al momento de entrar a matar salió con un fuerte golpe en la mano, rodando la res del metisaca que señaló el torero.

Por su parte, el español Julio Parejo, con su primero, instrumentó lances a pies juntos, arrancando el animal de largo a los cites así como al ir a pelear con fijeza al caballo. Comenzó su faena por alto, y aunque hubo algunos muletazos con buen concepto, lo cierto es que al torero le faltó descifrar el crucigrama, encontrarle la cuadratura al círculo como se dice, y en eso es el hecho que va implícito cogerle la distancia a un toro importante. Lo despachó de estocada apenas trasera. Hubo alguna petición de oreja, y fuertes palmas a la res en el arrastre.

Su segundo fue el toro más complicado del encierro y lo toreó bien de salida a la verónica. El astado peleó con celo y brindó al ganadero Heriberto Espinosa Rodríguez. Se esforzó con la muleta, ante un animal que tuvo guasa, resabios, sentido, teniendo que echar mano del oficio que adquirió en los años de andar en esto. Señaló un pinchazo y estocada caída, haciendo una espectacular muerte de bravo el animal, doblando en los medios, arrancando algunos aplausos por este hecho.

Gerardo Adame repetía tras el corte de la oreja en la corrida anterior, pero ahora no pudo repetir triunfo, quedándose incluso un poco distante de ello. Estuvo bien a la verónica con su primero, pasando algún apuro en el quite pues la res exigía milimétrica colocación y cero equivocaciones. El animal, con todo y las complicaciones que tuvo, se dejó meter mano, tuvo fijeza y obediencia, pero al torero le faltó por momentos templar la embestida, tomarle la distancia, logrando sólo muletazos aislados con buen concepto, pero hasta ahí. Finalizó con una serie de pases por alto, para andar desatinado con el acero, hasta escuchar un aviso.

Con su segundo tuvo un buen comienzo su trasteo, y después tuvo algunos pasajes destacados, esforzándose al torear al animal por el pitón izquierdo, logrando sólo una tanda qué señalar. Sufrió un achuchón que despertó a la concurrencia y que después le aplaudió los adornos que ejecutó. Nuevamente estuvo mal con el acero, y volvió a escuchar un aviso.