Diego Emilio se alzó como el triunfador de la primera novillada de la Temporada Chica en la Plaza México y, más allá del trofeo que paseó, ratificó las buenas cualidades que atesora y que en él cabe la esperanza de ser un torero que pueda alcanzar los objetivos que todo novillero se plantea.

La oreja que cortó tuvo mérito, pues el novillo que abrió el festejo se mostró incierto desde los albores de la lidia y parecía tornarse incómodo. Con base en suavidad, tanto en los toques como en el trazo de su muleta, y esperándolo con la sarga ligeramente retrasada, el hidrocálido fue eslabonando una faena que terminó rompiendo.

Primero dejó naturales de buena factura, para luego estructurar dos tandas con la diestra que tuvieron impacto en los tendidos  y rematar su faena con ajustadas manoletinas. Entregado, consiguió una estocada que liquidó sin puntilla al de Villa Carmela y a su espuerta fue a parar la primera oreja de la campaña.

Su segundo poco se prestó para el lucimiento, pues terminaba con la cabeza arriba y no se empleaba en los engaños. Diego Emilio plantó cara para buscar redondear su tarde, pero el trasteo se fue diluyendo en medio de los esfuerzos desplegados.

Antonio Mendoza enfrentó el primer término a un ejemplar que, si bien es cierto tenía nobleza, acudía deslucido a las suertes y no fue propicio para pensar en algo grande. El espada criado en Michoacán, que ejecutó un buen quite por saltilleras, hizo las cosas con pulcritud y la faena se desarrolló entre altibajos, para luego fallar reiteradamente con la espada y escuchar dos avisos.

El tema no cambió delante del quinto, ante el que Mendoza no terminó por transmitir a los tendidos. Y es que el viento le molestó, aunado a que el ejemplar de Villa Carmela no tuvo demasiada casta. Con paciencia, Antonio lo fue sobando y hacia el final del trasteo eslabonó una templada tanda con la diestra, en lo que fue el mejor momento de su actuación.

La tarde no fue fácil para Carlos Casanueva, que se mostró variado en quites al ejecutar ante su primero los faroles tapatíos de rodillas y luego replicar la intervención de Mendoza con las siempre vistosas crinolinas. Inició de hinojos su faena y fue prendido, desgarrándole el novillo prácticamente toda la taleguilla. Volvió a la cara el tapatío, pero inseguro y sin lograr confiarse, mientras que el ejemplar se tornaba cada vez más complicado y a la postre regresó vivo a los corrales al escuchar el torero los tres avisos.

El que cerró la función taurina era obediente y noble, pero no contaba con gran calidad. Casanueva anduvo tesonero y dejó algunos destellos de clase, aunque por momentos afloró también su natural verdor, también en medio del viento. A este ejemplar lo recibió a portagayola con la larga afarolada, en lo que fue una declaración de intenciones.

Sin que mediara explicación para el público, hoy no hubo tiro de mulillas o percherones para llevarse los despojos de los novillos lidiados y éstos fueron retirados del redondel mediante el uso de una camioneta pick up, la que se suele utilizar para rastrear el ruedo cuando actúan los rejoneadores. Posteriormente nos enteramos que el camión que transportaba a los percherones sufrió un accidente camino al coso.

Este inesperado hecho desconcertó a un gran sector del público, ya que el uso y la costumbre es que exista un tiro de arrastre respetando la tradición taurina, y más aún tratándose de una plaza de primera categoría, como La México.