Leopoldo Casasola tuvo la suerte de encontrarse con un toro que se prestara para el lucimiento en la Plaza México, “Jolgorio”, de Rancho Seco, que fue premiado con la vuelta al ruedo y con el que estuvo a punto de lograr un triunfo grande, pero falló con el estoque.

El torero de Texcoco, qu een temporadas anteriores en esta plaza no había tenido suerte en los sorteos, cuajó una buena faena con este quinto de la tarde, al que bordó con largos y templados derechazos, embarcando adecuadamente sus larguísimas y boyantes embestidas.

Al tomar la muleta con la izquierda, Polo no logró encontrarle al toro la distancia, por lo que volvió a torear con la diestra, mientras buena parte del público solicitaba el indulto de "Jolgorio" que no llegó a concederse.

Casasola tuvo momentos de gran inspiración, pero si consideramos la calidad del astado, quizá se quedó un poquito por debajo; su faena, aunque muy buena, nunca rompió en el éxtasis que se palpaba en el ambiente. Aún así, de haber acertado con el acero, pudo haber cortado dos orejas, quedando todo en una salida al tercio, mientras que los restos del toro fueron paseados en la vuelta al ruedo.

Con el primero de su lote estuvo esforzado y pisó terrenos cortos para sacarle provecho, aunque la faena no tomó vuelo.

Uriel Moreno “El Zapata” no tuvo demasiada suerte. Su primero era noble en la embestida pero terminaba soseando y con la cabeza arriba, por lo que no favoreció el triunfo. Sin embargo, el de Tlaxcala hizo su mejor esfuerzo: cubrió bien el segundo tercio y, haciendo gala de oficio, consiguió a base de sobarle, algunos buenos muletazos con la derecha, aunque sin lograr redondear.

Su segundo fue un toro que con el paso de la lidia comenzó a desarrollar sentido y a tornarse incómodo. El Zapata volvió a colocar los palos, esta vez sin tanto lucimiento, para luego intentar iniciar su faena con el pase del imposible, que no logró consumar. Al ver que el toro se ponía por delante, se fajó como torero antiguo y se dobló adecuadamente con él. Cuando parecía haberlo sometido y dejarlo listo para correrle la mano, inexplicablemente fue por el estoque de acero y se lo quitó de encima.

Animado por el público y con una fuerte actitud de triunfo, regaló un séptimo, éste de la ganadería de Medina Ibarra, un torazo con un trapío impresionante y una cornamenta digna de respeto, que peleó con bravura en el primer tercio y se creció a los arponcillos de las banderillas.

El Zapata inició su faena con el imposible, pero más allá de este complicado muletazo lo logró calar entre la afición, quizá porque jamás pudo someter las encastadas embestidas de este toro que le pidió las credenciales.

Guillermo Martínez tuvo una tarde cuesta arriba. Su primer toro fue protestado por chico y el público chilló durante toda su lidia, no dejando hacerle abosutamente nada. Cabe destacar que, si bien es cierto este era un burel bajito, tenía la cara y el trapio que denota la edad, por lo que no entendimos tanta protesta.

El segundo de su lote fue peligroso, y estuvo más al pendiente de los muslos del torero que de los engaños. Guillermo intentó torearle por la cara, pero al no lograr someterlo, se tiró a matar para terminar con esta difícil comparecencia en la México.