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Morante regala el toreo más valioso (video)

Sábado, 29 Nov 2014    Latacunga, Ecuador    Paco Aguado | Foto: De Labra           
Cumbre actuación del artista sevillano en Latacunga
El toreo es un ejercicio del espíritu, como hace ya muchos años le aseguró Juan Belmonte al gran periodista Chaves Nogales. Y ayer en Latacunga lo volvió a confirmar otro artista sevillano que acostumbra a poner el alma cada vez que se enfrenta a los toros.

Morante de la Puebla regaló un sobrero después de que sus dos primeros oponentes -como todos, de los hierros de Triana y Huagrahuasi- no le permitieran más que dejar geniales pinceladas, pero no una obra completa, de su deslumbrante y reconocida capacidad expresiva.

Y con ese buen toro el sevillano trajo acompañado otro regalo aún más valioso, de los que no se pagan con dinero, como es ofrecer el toreo más profundo y trascendente, ese ejercicio espiritual que hace a quien lo presencia más culto, más feliz y quién sabe si mejor persona.

La faena de Morante a ese quinto toro fue una borrachera apasionada de toreo, desde los lances de capa a la más honda y clásica variedad de muletazos, en los que el genio sevillano llevó mecidas, acunadas, dormidas, las nobles embestidas del astado de Huagrahuasi.

Mientras el torero sonreía, pletórico y  abandonado en sí mismo, hundidas las plantas en la arena, dejándose ir cintura adelante en cada pase redondo como una órbita, manejando con dulzura sus flexibles muñecas, el abarrotado tendido de la plaza de Latacunga, lleno con lo más selecto de la afición ecuatoriana, recibía en pie tal mensaje de plenitud artística, desatada su pasión en la misma medida que el toreo.

Hubo una tibia petición de indulto para el animal que propició la catarsis, y Morante alargó en exceso la faena, deleitando al público, a la espera de la decisión finalmente negativa del presidente. Pero la espera, el pasarse de metraje en el trasteo, le perjudicó a la hora de entrar a matar. Aun así, fue lo de menos. Le premiaron con una sola oreja que no sirve para corresponder al lujoso regalo de esta faena ya grabada a fuego en el corazón y la memoria de la afición taurina ecuatoriana.

Como Morante, también Alejandro Talavante regaló un sobrero, que salió en sexto lugar y que fue tan complejo de lidiar como los dos anteriores toros de su lote. Para dificultarle aún más las cosas al torero extremeño, las rachas de viento fueron más intensas cuando a él le tocó manejar una muleta a veces incontrolable.

En su caso, también este honesto torero hizo un regalo añadido a la afortunada afición: el regalo de su valor sereno y natural, el de su firmeza y el de su propia integridad física, esa que puso en juego en cada lance, en cada pase, para someter embestidas inciertas y desiguales sin poder controlar las telas zarandeadas por el viento.

Le dieron también a Talavante una oreja del sexto, pero que no refleja el profundo agradecimiento de la afición ecuatoriana por haber contribuido a redondear una tarde de toros para la historia

Ficha

Latacunga, Ecuador.- Segunda corrida de Feria. Lleno en tarde nublada y fresco con intensas ráfagas de viento. Dos toros de Triana (1o., 4o.) y cuatro de Huagrahuasi (2o., 3o., 5o. y 6o.), éstos dos de regalo, de los que destacó el 5o. por su gran clase Pesos: 485, 470, 470, 480, 495 y 480 kilos. Morante de la Puebla (nazareno y oro): Palmas, Ovación y oreja. Alejandro Talavante (verde esmeralda y oro): Palmas, ovación y oreja en el de regalo. Incidencias: A Morante le conceidieron una oreja que nunca se cortó y tampoco le entregaron.


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